Mirando atrás

Toñi Sánchez: el tiempo en sus manos

La malagueña Toñi Sánchez ha sido la primera alta directiva de España en joyería y relojería. Desde su sede central en Málaga llevó las riendas de la marca japonesa Orient para la Península Ibérica y viajó por todo el mundo. Ahora, disfruta con un exitoso blog de cocina

Toñi Sánchez, en un rincón de su casa en Málaga con publicidad de los relojes Orient.

Toñi Sánchez, en un rincón de su casa en Málaga con publicidad de los relojes Orient. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En la central de Málaga y en las delegaciones repartidas por toda España la conocían como ‘la jefa’.  Fue la primera alta directiva en el mundo de la relojería y la joyería de nuestro país, algo que, hoy jubilada, lleva muy a gala porque se lo ganó, nunca mejor dicho, a pulso.

Toñi Sánchez (Málaga, 1955) es paleña, nieta y bisnieta de jabegotes por parte materna. «La jábega ‘María del Carmen’, de mi bisabuelo, con el nombre de mi abuela, está en el Museo Marítimo de Barcelona» comenta. A su familia la conocen todavía en el barrio como los Rosillas.

Y por parte paterna, sus dos abuelos estaban a cargo del paso a nivel de El Palo, que se encontraba por la zona de Casa Pedro.

La pequeña Toñi en 1957, acompañada por sus padres, José y Francisca, en el merendero Casa Pedro, en El Palo.

La pequeña Toñi en 1957, acompañada por sus padres, José y Francisca, en el merendero Casa Pedro, en El Palo. / Archivo Toñi Sánchez

Con cinco años, «ya sabía leer y escribir». Todo se lo debió a su madre, Francisca Rodríguez, ama de casa y costurera. «Tuvo una visión de futuro increíble, todo su afán era que yo estudiara; decía que ella ya había pegado bastantes botones y con mi hermano, lo mismo y hoy es profesor universitario. Se volcó en los dos sin diferenciar», sonríe.

Con 7 años su familia dejó El Palo para mudarse a Carranque. Allí compaginó los estudios en el colegio, llamado entonces Carmen Polo de Franco, con clases particulares en verano, en el Camino de Antequera y con sólo 8 años tuvo profesores nativos de inglés. «Mi madre quería que yo hablara inglés, tuvo una influencia total en mi formación», subraya.

Y tras estudiar el Bachillerato elemental en el Gaona, decidió formarse en mecanografía, taquigrafía y redacción de cartas en la Academia Almi de calle Larios. Por entonces, Francisco, su padre, que era conductor de Portillo, conoció a una inglesa jubilada, Violeta Woolridge, y Toñi comenzó a frecuentar su casa en el Rincón para practicar inglés. «En esa época, con 15 años, me iba a las 9 a la academia, luego cogía el autobús al Rincón y estaba con la señora inglesa hasta las 5 de la tarde», recuerda.

Una joven Toñi Sánchez de 17 años espera el autobús en su barrio de Carranque, para acudir a trabajar en Orient, en el año 72.

Una joven Toñi Sánchez de 17 años espera el autobús en su barrio de Carranque, para acudir a trabajar en Orient, en el año 72. / Archivo Toñi Sánchez

Un año más tarde, en 1971, con sólo 16 años le llegó la oportunidad de probar suerte en una joven empresa en El Molinillo, con unas amplias instalaciones en calle Alderete comandadas por emprendedores hindúes procedentes de Tánger. «Cuando llego estaba de director Hiro Wadhumal Balani un visionario y gran trabajador que había cogido la distribución exclusiva para España, Andorra y Portugal de los relojes japoneses Orient, que aquí no se conocían».

La joven malagueña, que entró como administrativa ganando 2.500 pesetas, gracias a su entrega y al tratarse de una persona muy resolutiva, en poco tiempo se volvió imprescindible. Además, al terminar la jornada en Orient enlazaba por la noche con la Escuela de Idiomas, para seguir con el inglés, estudios que completó.

En 1979, Toñi Sánchez era ya la persona de confianza de los dueños de la empresa y su trabajo fue mucho más allá de gestionar la parte administrativa: «Me encargaba del trato con los representantes, distribuidores, pedidos, del almacén...».

Jefa de ventas

La empresa crecía. A comienzos de los 80 se mudó a un lujoso edificio de nueva planta en Compás de la Victoria, 3 con suelos de mármol rojo y maderas nobles en los despachos principales. Uno de ellos era el de Toñi Sánchez dado que en 1983 fue nombrada jefa de ventas de Orient Peninsular. «Ahí empezó todo. El señor Hiro viajaba mucho a Oriente por motivos de filosofía y religión y sin darme cuenta Orient ‘era mío’, me tenía que ocupar de la publicidad, la administración, los relojes... de todo», recuerda.

Toñi Sánchez recibe a dos directivos japoneses en la sede de Orient en el Compás de la Victoria, en los años 80.

Toñi Sánchez recibe a dos directivos japoneses en la sede de Orient en el Compás de la Victoria, en los años 80. / Archivo Toñi Sánchez

Por entonces, aunque Orient tenía delegaciones por España, incluida Madrid, y alrededor de 300 trabajadores en total, Málaga seguía siendo la sede central. Reflejo de esa importancia fue el primer marcador electrónico del Estadio de La Rosaleda, por supuesto de la marca Orient. Pero además de relojes, la empresa trajo a España los primeros ordenadores y los famosos juegos Atari. Y con el tiempo, los primeros móviles Motorola así como los relojes Citizen, entre otros productos.

Ese mismo año 83 viajó a Japón para conocer la fábrica de Orient. Esa experiencia de trabajo fue para ella «como viajar al futuro». Por cierto que en ese viaje regaló a los directivos japoneses un cenachero. Para la malagueña comenzaba una tarea como alta directiva con alojamiento en los mejores hoteles del mundo.

Durante su primer viaje de trabajo a Japón, en 1983.

Durante su primer viaje de trabajo a Japón, en 1983. / Archivo Toñi Sánchez

Ni mucho menos fue un camino fácil. Como recuerda, «por entonces no había internet, no había forma humana de enseñar los relojes, tenías que ir con una maleta con 200 doscientos modelos a visitar joyerías en Bilbao o en La Coruña. Yo lo he hecho con 26 o 27 años», recuerda.

"Me forjó"

Por otro lado, tenía el hándicap de trabajar en un mundo de hombres. Sin embargo, su condición de mujer nunca fue un obstáculo para ella: «Eso me forjó», confiesa, al tiempo que recuerda que «mi silla le gustaba a todo el mundo». Su actitud no cambió cuando la tercera generación se hizo cargo de la empresa y con ella llegaron grandes cambios. «Yo me decía: me tengo que renovar».

Casada y madre de dos hijos, a veces llegó a emprender largos viajes embarazada. Y no se perdía ningún año la feria internacional de joyería y relojería en Basilea.

La directiva malagueña, en un almuerzo con el futbolista Quini en Barcelona, después de que el deportista firmara un contrato publicitario para ser la imagen de los relojes Orient.

La directiva malagueña, en un almuerzo con el futbolista Quini en Barcelona, después de que el deportista firmara un contrato publicitario para ser la imagen de los relojes Orient. / Archivo Toñi Sánchez

Como detalla, su madre murió con sólo 57 años y la conciliación familiar era complicada en un trabajo que le exigía atención 365 días al año. «La suerte es que si mi niño o mi niña estaba malito, tomaba un avión y en una hora estaba en Málaga. El tiempo lo podía controlar yo».

En 2002, la compañía cerró al romper con Orient en Japón. Toñi Sánchez siguió vinculada a la distribución de relojes para toda España «pero no era lo mismo» y se jubiló a los 63 años, después de cotizar durante 42.

Hoy, ‘la jefa’ sigue siendo la misma persona afable y emprendedora y disfruta recuperando la cocina tradicional de Málaga en su exitoso blog ‘Mi cocina’. Pero esa es otra historia que esta sección contará, hablando de Toñi Sánchez, a su debido tiempo.

Con parte de su equipo de ventas, en 1993, cuando ya era directora comercial de la empresa.

Con parte de su equipo de ventas, en 1993, cuando ya era directora comercial de la empresa. / Archivo Toñi Sánchez

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