Crónicas de la ciudad

Se rebaja el camuflaje del Comandante Benítez en el Parque

La propia Naturaleza hace un guiño al realce del monumento al Comandante Benítez y muestra uno de los flancos camuflados

Monumento Comandante Benítez en el Parque, con la palmera cabizbaja.

Monumento Comandante Benítez en el Parque, con la palmera cabizbaja. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El malagueño de El Burgo Julio Benítez perdió la vida en lo que se consideró la antesala del Desastre de Annual, que se desarrollaría pocos días después, en el mismo mes de julio de 1921.

El año pasado, la siempre activa Asociación Histórico-Cultural Torrijos 1831 organizó por vez primera en nuestra ciudad, en el Centro de Interpretación de Torrijos, en el convento del Carmen, una completísima exposición sobre la derrota de Igueriben, la posición que mantuvieron el Comandante Benítez y sus 350 hombres hasta el final.

Igueriben, por cierto, era un cerro pelado en un entorno semidesértico, por eso llama tanto la atención el emplazamiento actual del monumento al Comandante Benítez, que como saben se encuentra en el frondoso Parque de Málaga.

El único guiño al entorno de Igueriben pareció un cerrado círculo de palmeras rodeando el fastuoso grupo escultórico, como si en lugar de en la reseca colina del Rif, el de El Burgo y sus hombres se encontraran en un idílico oasis.

En nuestra ciudad hay una expresión que define a la perfección el exorno botánico elegido y es «mala sombra». Porque, ciertamente, la elección de los ejemplares y el número de estos camufló por completo el monumento, como si fuera embarazoso recordar este sacrificio y la cruenta Guerra de Melilla.

El monumento a Julio Benítez y sus hombres, obra del escultor ovetense Julio González-Pola -autor de un monumento a Cervantes en Panamá- en su día ocupaba un lugar central de la ciudad cuando se inauguró en 1926, al emplazarse, nunca mejor dicho, en la plaza Suárez de Figueroa, la actual plaza de la Marina, delante del desaparecido espolón de edificios que, una vez eliminado, permitió comunicar la Alameda y el Parque.

En la Guía Histórico Artístico de Málaga coordinada por Rosario Camacho, en la edición de 1992 ya se señalaba que el monumento al héroe de Igueriben se encontraba «casi oculto por la vegetación».

El panorama cambió tímidamente en 2018, cuando el Ayuntamiento se apiadó de la obra y retiró la palmera que, en línea recta, tapaba al comandante desde el Paseo del Parque.

Y hace también poco tiempo, una de las palmeras quiso emular al oso de la Cabalgata de Reyes de Cádiz y bajó la testa, así que en uno de los flancos ya asoma por fin el malagueño.

A este ritmo vegetal, quizás para la segunda mitad de este siglo unas mentes más sensibles decidan trasladar las palmeras y sustituirlas por plantas que no hagan de valla infranqueable. Ánimo. 

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