Crónicas de la ciudad

Las dos calles que en Málaga recuerdan a Arriarán

En Ciudad Jardín y en una zona próxima a la cervantina ‘isla de Arriarán’ se recuerda por partida doble al capitán dueño de la manzana de casas junto a Atarazanas

La calle Arriarán, desde la calle Casas de Campos, con el arranque del mural de los roedores, a la derecha.

La calle Arriarán, desde la calle Casas de Campos, con el arranque del mural de los roedores, a la derecha. / calle Arriarán desde calle Casas de Campos

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si pudiéramos viajar en el tiempo, a la época de la conquista cristiana, delante de Puerta del Mar se extendía un amplio arenal, mencionado en las crónicas árabes ya en el siglo XI. Allí se encontraban, claro, las Atarazanas, pero también, al pie de las murallas la huerta que los Reyes Católicos, suponemos que adictos a la ensalada, habían otorgado a su cocinero, Toribio de la Vega.

Pero, como describe la historiadora María Victoria García Ruiz, si uno salía de Puerta del Mar y giraba a la derecha, antes de toparse con una mezquita, echada a perder en el terremoto de 1494, y con las mencionadas Atarazanas, se toparía con una manzana de casas en las que había tiendas, mesones y almacenes, algunas de ellas, construidas sin licencia municipal. Los Reyes Católicos, por cierto, hicieron la vista gorda porque era una concesión al capitán de la armada, el vasco Garci López de Arriarán, que también recibió un molino en Jarazmín, como recuerda Rafael Bejarano.

Y a la picaresca urbanística con la que se levantaron, hubo que sumar en siglos futuros la picaresca ‘ambiental’, pues como refugio de pícaros ha pasado a la posteridad en el Quijote y también aparece en los Ocios de Castalia de Juan de Ovando.

Y aunque Cervantes habla de las «islas de Riarán», la mayoría de malagueños sabe que nada tenía que ver con Lanzarote o Alborán y que se trataba de una isla de casas, la del mencionado capitán vasco y suponemos, lugar poco recomendable, frecuentado por marinos y gentes de mal vivir.  

El recuerdo de esta doble mención literaria mereció dos calles en nuestro callejero. La más reciente, en 1977, cuando el Ayuntamiento dedicó una calle Isla de Arriarán en Ciudad Jardín.

Pero el primer homenaje tuvo lugar en 1887, cuarto centenario de la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, motivo que, suponemos, influyó en la decisión de que Málaga contara con una calle Arriarán.

Fue un pequeño guiño para situar, en una zona relativamente próxima, un recuerdo al capitán vasco y su famosa isla de casas que, siguiendo el plano de la Málaga cristiana de María Victoria García Ruiz, en realidad coincidiría hoy, aproximadamente, con la manzana entre calle Alhóndiga y Puerta del Mar.

La modesta calle Arriarán, entre calle Vendeja y el teatro de Banderas, en la parte de Casas Campos, sólo tendría hoy como guiño ‘arrabalero’ el artístico pero inquietante mural gigante de ROA, que hace esquina con esta última calle, en el que unos roedores hacen equilibrios para escapar de la muerte.

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