Burocracia

Dos años a la espera de nacionalizar a sus tres hijos, nacidos en España

Una mujer marroquí que sufrió maltrato extremo de su exmarido, casada de nuevo con un malagueño, lleva dos años tratando de nacionalizar a sus tres hijos de 10, 13 y 17 años, nacidos y educados en España. No pueden viajar a Marruecos por una denuncia del padre maltratador

Sara, hace unos días, muestra una foto de sus tres hijos, junto a su marido, el malagueño Curro López

Sara, hace unos días, muestra una foto de sus tres hijos, junto a su marido, el malagueño Curro López / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La meta es que sus tres hijos menores de edad, nacidos y educados en España, que sólo hablan español y que una sola vez han estado en Marruecos, siendo muy pequeños, obtengan la nacionalidad española pero, hasta alcanzarla, el camino es largo e impredecible.

Esta es al menos la experiencia de la madre de los menores, la marroquí Zouhira, aunque en Málaga todos la llaman Sara, intérprete de juzgado y víctima durante años de maltrato extremo por parte de su exmarido, un ciudadano marroquí al que le perdió la pista hace tiempo.

Dos años atrás, a esta mujer que lleva 17 años en España, país al que llegó de forma legal, la vida le dio un vuelco cuando un juzgado le dio por fin la custodia exclusiva sobre sus hijos, tres niños que ahora tienen 10, 13 y 17 años. Además, ese mismo 2020 contrajo matrimonio con Curro López, el dirigente vecinal de Lagunillas.

«Todavía no soy el padre oficial pero ellos quieren llevar mi apellido, para todos los efectos soy su padre, no han conocido a otro», cuenta el dirigente malagueño.

La pareja lleva desde entonces tratando de que los niños obtengan la nacionalidad española.

Como explica Sara, con anterioridad, cuando estaba casada con el maltratador, este se había negado a que los hijos obtuvieran la nacionalidad española y sin la firma del progenitor no era posible comenzar este trámite. «No quería ni apuntarlos en el Registro Civil, eso es machismo y maltrato; por eso llevo luchando por los papeles de los niños de siempre», destaca.

Contacto por videoconferencia

Para el matrimonio no es sólo cuestión de lógica reclamar la nacionalidad para unos niños que no han conocido otro país, otra lengua ni otra cultura que la española; como detalla su madre, «mis hijos no pueden entrar en Marruecos porque no podrían salir». Sara explica que en su país la custodia exclusiva para la madre no es reconocida, así que allí tiene una denuncia por no permitir la visita del padre maltratador.

«Nada más que entraran en Marruecos puede llegar la policía con un pariente y llevarse a los niños, está el peligro de que se quedaran allí».

Por este motivo, sus hijos sólo han estado una sola vez en Marruecos, «cuando el más pequeño era recién nacido», apunta Curro.

A causa de esta situación, los menores no conocen a la mayoría de la familia marroquí y «con los abuelos se hablan por videoconferencia», cuenta Sara. Si obtuvieran la nacionalidad española, «Marruecos ya no tendría derecho sobre ellos y podrían ir a ver a su familia. Mientras, no se arriesgan».

Lo que sí han obtenido los tres es la ciudadanía marroquí, que no tenían, uno de los requisitos para conseguir la española, al ser hijos de padres marroquíes.

La pareja desconoce cuánto tiempo les queda hasta llegar a la meta burocrática, pues Curro López explica que les están pidiendo las tasas para tramitar la nacionalidad, «cuando ya las aportamos». Además, contrataron un abogado con quien no han quedado muy contentos y ahora están buscando otro.

La mayor preocupación de Sara es que el proceso se alargue y el mayor de sus hijos sea mayor edad sin haber conseguido la nacionalidad. «Estoy todo el tiempo pensando en que mi niño puede cumplir 18 años el año que viene sin haber conseguido la nacionalidad, cuando él ha nacido aquí. Queda un año, pero como va la cosa...», lamenta.

«Esto conlleva un gasto y un desembolso muy grande. Llevamos liados más de dos años y todavía no hemos conseguido nada. Estamos como al principio», critica Curro López, que cree que los menores se merecen ya la nacionalidad del país donde nacieron, viven y estudian.

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