Coronavirus

Dos años después de las mascarillas

Volver a una vida sin mascarillas no va a ser lo único que nos cueste en el camino hacia la nueva normalidad: La pandemia de Covid-19 ha sacudido hasta el ámbito más cotidiano y cambiado algunas de nuestras rutinas diarias, desde las dificultades que encuentran algunas personas para volver a relacionarse, hasta la aceleración de la digitalización de la sociedad, pasando por la consolidación del teletrabajo o el comercio electrónico y el aumento de cuadros de ansiedad

Imagen de los primeros días sin obligatoriedad de la mascarilla en Málaga. | ÁLEX ZEA

Imagen de los primeros días sin obligatoriedad de la mascarilla en Málaga. | ÁLEX ZEA / marta román. málaga

Málaga roza la normalidad con la punta de los dedos. El adiós definitivo a las mascarillas acerca a la provincia a esa nueva realidad que, se prevé, se instaure después de la pandemia. La incógnita ahora es cómo será esa vida después de dos años de crisis sanitaria, ¿volveremos a ser los mismos?

El pasado miércoles se ponía fin a una norma que se había prolongado en el tiempo desde mayo de 2020. El Consejo de Ministros aprobó la eliminación del uso obligatorio de las mascarillas en espacios interiores, acabando así con una restricción que ha estado en boca de todos desde la irrupción de la pandemia de Covid-19 -y no solo de manera literal-. Marcado en el calendario de todos está ese 21 de mayo, cuando las sonrisas comenzaron a ocultarse.

El choque se produjo a todos los niveles. Los ojos asumieron entonces el peso de la expresión facial y las miradas tuvieron que tomar la palabra. Pasaría un tiempo hasta que la sociedad asumiese la obligatoriedad de esta medida de salud pública e incorporase este elemento en su rutina diaria: ¿Quién no ha tenido que volver sobre sus pasos a por la mascarilla que se había olvidado en casa? Durante más de doce meses, su utilización fue de obligado cumplimiento tanto en el exterior como en l interior. Tan solo en junio de 2021, durante lo que pareció una breve ilusión de escasos seis meses, se eliminó en espacios exteriores. En diciembre volverían a incorporarse hasta el pasado mes de enero.

Dificultad para relacionarse, teletrabajo, digitalización, la compra de casas a las afueras o la cronificación de los cuadros de ansiedad son algunos de los cambios y secuelas derivados de la crisis sanitaria del coronavirus

Casi dos años después, el adiós sí parece definitivo. De ser así, este se convertiría en el avance más visible hacia esa ansiada nueva normalidad. No obstante, el camino aún será largo y las secuelas que la pandemia ha provocado aún están por determinar. El coronavirus ha calado hondo y volver a la realidad previa queda lejos.

«Yo la voy a seguir llevando en espacios cerrados, que al fin y al cabo no hay aire fresco». Como Ana, son muchos los malagueños y malagueñas que ven lejos todavía el fin de la pandemia y se resisten a despegarse de esta medida de salud pública. «Yo la seguiré manteniendo. Intentemos dejar algo de tiempo desde Semana Santa», señala, del mismo modo, Antonio.

Lo que sí se mantiene, por el momento, es su uso en espacios vulnerables, algo que los expertos venían reclamando desde que comenzó a plantearse el fin de las mascarillas. De este modo, se consolida el cambio de paradigma y el tapabocas seguirá siendo obligatorio en hospitales, centros de salud, residencias, farmacias y transportes públicos.

Dos años después de las mascarillas, éstas no van a ser el único elemento instaurado con la pandemia del que va a costar desprenderse. El Covid-19 ha arrasado a su paso y cambiado hasta el ámbito más cotidiano. La forma de establecer relaciones sociales es una de las dimensiones más afectadas desde el inicio y será de las que más tarden en ser lo que eran. El volver a relacionarse cara a cara está siendo una tarea muy difícil para algunas personas: «Todos tenemos un espacio de intimidad que solo dejamos que lo crucen personas que consideramos de confianza. Durante estos dos años, este espacio ha crecido a metro y medio o dos metros. Por eso, ahora, algunas personas reaccionan distinto en el momento en el que se ponen en contacto con otra persona que no es de su esfera íntima, lo viven como una agresión», explica la psicóloga Natalia de Miguel.

Todos tenemos un espacio de intimidad que solo dejamos que lo crucen personas que consideramos de confianza. Durante estos dos años, este espacio ha crecido a metro y medio o dos metros. Por eso, ahora, algunas personas reaccionan distinto

En este sentido, el teletrabajo ha contribuido a disminuir las relaciones sociales. Esta opción, que limita al máximo el contacto con otras personas, continúa incorporándose a día de hoy en muchas empresas, ya sea de forma parcial o completa. A pesar de ello, algunos expertos defienden esta medida en casos determinados: «No tiene por qué ser mala idea que se haga un cambio en esta nueva realidad y a las personas que presenten cierta sintomatología, sea coronavirus o no, se les permita permanecer en casa y teletrabajar», señala el virólogo José López-Guerrero.

Del mismo modo, se ha consolidado el comercio electrónico. El confinamiento impulsó la compra de productos por internet. La comodidad y velocidad afianzó entonces este tipo de práctica, en detrimento de las pequeñas empresas y los comercios locales. Ahora, las ventas online son la opción más escogida por una amplia mayoría de población, que antes del confinamiento ni siquiera había probado a comprar en la red.

Todo ello ha impulsado la aceleración de la digitalización. La transición hacia una sociedad más digitalizada era un proceso natural en todas las sociedades «que sabíamos que iba a llegar, lo que pasa es que con el Covid se ha acelerado ese cambio muy rápidamente», indica Luis Ayuso, sociólogo de la Universidad de Málaga.

Evoluciona también la compra de viviendas. Durante los tres largos meses de encierro, las personas con terrazas, jardines, piscinas y, en general, espacios al aire libre, fueron la envidia de todo aquel que veía la vida pasar a través de su ventana. Todo ello cobró entonces especial relevancia y estos pasaron a ser requisitos indispensables a la hora de emprender la búsqueda de nuevos domicilios.

En este sentido, se ha incrementado el interés por casas a las afueras, pues es donde poder encontrar una oferta más amplía de viviendas con estas características. Asimismo, a raíz de la pandemia, se ha observado también el auge de las segundas residencias.

Aumenta la ansiedad

No es una novedad que los cuadros de ansiedad aumentaron a raíz del confinamiento. No obstante, sí lo es que estos continúen incrementándose de forma preocupante aún a día de hoy. «Al principio era lógico porque estuvimos recibiendo muchas noticias a diario sobre la enfermedad y los fallecidos. Y muchos tuvimos que interrumpir nuestra actividad laboral, lo que nos conectaba directamente a la pérdida de nuestro puesto de trabajo y todo lo que ello conlleva», explica Natalia de Miguel.

No obstante, la profesional alerta de que todos estos factores están cronificándose: «Todo ello ha sido lo que ha provocado que aumenten el estado de alarma, alerta, inseguridad y miedo que derivan en estos estados de ansiedad que ahora nos estamos encontrando a diario en consulta».

Por su parte, y de manera casi proporcional, ha aumentado el consumo de ansiolíticos y antidepresivos. Esta práctica parece haberse instaurado como método para combatir la ansiedad y sus derivados. Por ello, los expertos inciden en la importancia de recordar que «la respuesta más rápida a cualquier desajuste es un fármaco, pero estos solo provocan una situación inmediata pero ficticia. Solo la terapia, el aprendizaje de nuevas habilidades y un entrenamiento en el afrontamiento de situaciones estresantes o emocionales desagradables serán efectivos en el tiempo».

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