Mirando atrás

Un camarín de 300 años: el Barroco sale del olvido en El Perchel

La Junta ha iniciado ya las obras de recuperación y restauración del ‘Camarín de las Monjas’, una torre octogonal exenta en una promoción de viviendas del Perchel, con un fastuoso camarín barroco de hacia 1713 de la congregación del Rosario de la Aurora María

Rehabilitación del 'Camarín de las Monjas', en El Perchel

Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Sobrevivió a los estertores de la Guerra de Sucesión y a la invasión francesa; se libró de las sargentadas y de la quema de conventos y hasta escapó de la Guerra Civil y de la demolición de su entorno inmediato. Ahora, más de tres siglos después de su construcción, le ha llegado la hora y desde hace unos días están siendo restaurado.

Es el llamado ‘Camarín de las Monjas’ un milagroso camarín barroco en el corazón del Perchel dentro de una torre octogonal exenta, en la esquina de una promoción de 26 viviendas sociales de AVRA, en la plaza de la Imagen.

En 2013 los vecinos dieron la voz de alarma en La Opinión por su estado de abandono. Nueve años después, es el tiempo de la restauración, que corre a cargo de la propia AVRA, la agencia de viviendas de la Junta. El presupuesto, IVA incluido, será de 154.082 euros.

El Rosario de la Aurora

La torre y su camarín, realizado hacia 1713, es lo único que queda de la ermita de la famosa congregación del Rosario de la Aurora María. El 1728 la congregación se traslada y el lugar es ocupado por la nueva comunidad de monjas dominicas de la Divina Providencia, más conocidas como las catalinas, que lo convirtieron en la capilla del convento.

Cuando las catalinas se marcharon a la calle Andrés Pérez hacia 1775, el edificio, conocido como la Casa de las Monjas, fue usado como casa de vecinos, hasta que en 1998 fue demolido, con la excepción del camarín, que se integró en la promoción de viviendas de la Junta y recibió un antiestético y, aseguran los expertos, innecesario refuerzo de ladrillo en la base de la torre, que quedó exenta tras los derribos.

Demolición en 1998 del centenario recinto. Sólo se dejó en pie la torre con el camarín.

Demolición en 1998 del centenario recinto. Sólo se dejó en pie la torre con el camarín. / Pepe Ponce

La recuperación

«Nuestra intención es acabar las obras antes de los seis meses, aunque nunca sabes cómo está el enfermo», explica la conservadora Pilar Vinós, de Antica Rehabilitación S.L. la empresa cordobesa a cargo de la restauración y que entre otros trabajos realizó la restauración completa de la bóveda de crucería de la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Junto a la conservadora, acompaña a La Opinión el arquitecto malagueño y director de obra Ignacio Dorao, que detalla que de los dos pisos que tiene la torre, se eliminará el forjado del segundo, un añadido muy posterior que permitió que los amigos del destrozo tuvieran el camarín al alcance de la mano.

«El proyecto es una restauración y rehabilitación básica, lo que se pueda estructuralmente y un nuevo acceso con pasarela desde la primera planta de la promoción de viviendas», explica Ignacio Dorao.

A su lado la conservadora plantea la hipótesis de que un hermoso arco en uno de los huecos de la torre fuera en realidad lo que queda de una bóveda que comunicaba el camarín con la capilla. «Pero no lo sabemos, no tenemos documentación», apunta.

Vista del camarín, posiblemente relacionado con el taller de Felipe de Unzurrúnzaga, autor del camarín de la Victoria.

Vista del camarín, posiblemente relacionado con el taller de Felipe de Unzurrúnzaga, autor del camarín de la Victoria. / Alex Zea

Los focos iluminan la cúpula del camarín, un despliegue de preciosismo barroco en forma de yeserías con adornos florales, relieves de la Virgen, cabezas de querubines y carteles con coplillas populares de loa a la Aurora María. La catedrática de Historia del Arte, Rosario Camacho, apunta que la obra podría haber tenido el mismo maestro director que el camarín de la Virgen de la Victoria, Felipe de Unzurrúnzaga, aunque el camarín del Perchel es más colorista, ingenuo y de más sabor popular.

Pero lo que más llama la atención es su negrura general. Como explica el arquitecto, «al principio pensamos que se había producido un incendio pero no había nada quemado; parece que se usó como cocina».

El camarín conserva algunas cartelas con coplillas populares a la Aurora María.

El camarín conserva algunas cartelas con coplillas populares a la Aurora María. / Alex Zea

Así que, en su etapa como casa de vecinos, los inquilinos ahumaron esta joya barroca con guisos y fritangas; en parte, gracias al forjado añadido, el segundo piso de la torre que será eliminado y que no estaba cuando Juan Temboury tomó unas fotos del camarín el siglo pasado. Gracias a esas instantáneas, se ha podido constatar la existencia de una cornisa en la parte inferior, hoy desaparecida, que será reincorporada, para recuperar los dos espacios originales que tenía esta obra dieciochesca. 

Catarata de color tras el hollín

Las catas y pruebas de limpieza han alumbrado algunos colores que dormían desde hacía siglos. Todavía hay que hacer un esfuerzo para imaginarse este ensueño del XVIII dominado por un tipo de blanco, añil y almagra, más el dorado del cupulín, sin olvidar la compañía de ventanas fingidas con negros y falsos barrotes.

En todo caso, la pugna contra el hollín será complicada, precisa Pilar Vinós, porque el hollín es un óxido de carbono que provoca una reacción química, máxime en el yeso, que es muy poroso.

La conservadora, por cierto, señala una pequeña cornisa de la que con paciencia han rescatado y enumerado piezas desprendidas por el paso del tiempo o el vandalismo, incluidos algunos extractos de las letras felices y marianas de las cartelas.

«Las piezas que sean viables reponer se repondrán», cuenta Ignacio Dorao. La visita de La Opinión coincide con una agradable sorpresa: los restauradores han localizado un fragmento de unas pilastras, un motivo que se repite por todo el camarín y del que no quedaba nada.

Ignacio Dorao muestra la única pieza localizada por sorpresa de las pilastras perdidas, lo que permitiría hacer moldes y reproducirla.

Ignacio Dorao muestra la única pieza localizada por sorpresa de las pilastras perdidas, lo que permitiría hacer moldes y reproducirla. / Alex Zea

Aunque este hallazgo de última hora no está incluido en el presupuesto, sería de lo más juicioso que la administración autonómica lo ampliara para poder crear moldes que lo reprodujeran, al igual que plantearse una entrada separada de la promoción de viviendas, de esta maravillosa torre perchelera, milagrosa superviviente de la Málaga del Barroco. 

En una reciente rueda de prensa, de la que se hizo eco este periódico, el director de AVRA, Juan Jesús Bernal, enmarcaba esta importante obra «en el gran cambio de imagen de El Perchel Norte y La Trinidad que ya está ocurriendo».

Para Bernal, el camarín «es un símbolo de un barrio que vivía ahogado» y confió en que, una vez restaurado, sea un motivo para visitar estos dos barrios «que los vecinos ven que están renaciendo».

Fotografía de don Juan Temboury, en la que se aprecia abajo una cornisa, hoy desaparecia, que se incorporará.

Fotografía de don Juan Temboury, en la que se aprecia abajo una cornisa, hoy desaparecida, que se incorporará. / Archivo Temboury

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