Crónicas de la ciudad

El túnel de la Alcazaba y el saneamiento integral

Confiemos en que, esta vez sí, el Ayuntamiento culmine la insonorización del ruidoso túnel y no la deje aparcada como lleva haciendo desde 2001

Apertura a los peatones del túnel de la Alcazaba durante la Feria de Málaga de 2000.

Apertura a los peatones del túnel de la Alcazaba durante la Feria de Málaga de 2000. / Rafael G. Relaño

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Como saben, cuando los fenicios hollaron estas tierras ya se plantearon el reto de tener listo, en pocos meses, el saneamiento integral de esa costa ignota.

Pasaron los milenios, Fenicia se espolvoreó en el aire de los siglos y no hay verano en el que nuestros entregados políticos no se planteen el mismo objetivo que quienes vinieron de Tiro en cóncavas naves.

El saneamiento integral algún día se logrará, qué duda cabe, y sin duda los malagueños lo sabremos a través de algún prodigio en el cielo. Pero en Málaga hay una infraestructura que, como los buenos vinos, está criando en barrica y adquiriendo la categoría legendaria del saneamiento integral, a medida que acumula años.

Se trata, por supuesto, del túnel de la Alcazaba, finalizado en 1999 aunque sin insonorizar, algo que se planteó dos años más tarde, cuando se abrieron los cuatro carriles tras las obras del parking de la Alcazaba. Lo prodigioso es que en estos 21 años en los que ha gobernado con comodidad el mismo partido y el mismo alcalde, todavía no se ha ejecutado tan necesaria medida.

Cierto que en esos años del arranque del siglo XX, en toda España estaban de moda Rinconete, Cortadillo y la Escuela de Negocios de Jesús Gil pero ninguna turbulencia distrajo esta obra pública, que continuó el mismo camino recto trazado en los planos. Lo más lógico habría sido rematar la obra cuanto antes pensando en los peatones.

Pero no fue así. Por este motivo, cruzar a pie el túnel de la Alcazaba es lo más parecido a atravesar ‘en seco’ la laguna Estigia. Resulta incomprensible cómo aún no nos han librado de esta prueba espantosa que habría hecho dudar al mismo Hércules. El túnel es un paso atronador, un desagradable inconveniente para el peatón, que trata de atravesarlo lo más rápido que puede, mientras por su cabeza retumban los coches, muchos de ellos conducidos por frustrados pilotos de Fórmula Uno, de ahí que sólo se escuche un cóctel de truenos, vibraciones y zumbidos

Como han transcurrido tantas lunas, han sido muchas las discusiones en plenos y comisiones sobre el dichoso ruido del túnel; su semipeatonalización fue promesa electoral de los populares hace nueve años y hace ocho, el Consejo Social de la Ciudad aprobó por unanimidad insonorizarlo.

Ahora, ‘resuena’ un nuevo intento por parte de la Gerencia de Urbanismo, a la que le deseamos todos los parabienes para que, antes de que se cumpla el cuarto de siglo de su finalización, el túnel pueda por fin completarse y dejar de parecerse al eterno saneamiento integral. Ánimo.

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