Crónicas de la ciudad

El busto de José Rizal continúa a la cuarta pregunta

En abril una delegación universitaria de Filipinas visitó Málaga pero evitó el busto lleno de calima de su héroe José Rizal. Dos meses después de la ‘lluvia sahariana’ sigue igual

El busto, obra de Juan Vega, el pasado martes en los jardines del Instituto de Estudios Portuarios, en el Puerto.

El busto, obra de Juan Vega, el pasado martes en los jardines del Instituto de Estudios Portuarios, en el Puerto. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El pasado 22 de abril, una delegación de las principales universidades de Filipinas, la Universidad Ateneo de Filipinas y la University of Philipinnes, visitó Málaga y entre los puntos de la ciudad que conoció, no pudo faltar el lugar exacto donde se encontraba la casa natal de Ruy López de Villalobos, el malagueño que puso nombre a las islas Filipinas en 1543, llamadas así en nombre del príncipe de Asturias, el futuro Felipe II.

Como dio a conocer este diario, el lugar donde se encontraba la casa, en la esquina de calle Compañía con calle Santos (por entonces, la calle de las Guardas con calle Pontecilla), se supo gracias al trabajo conjunto de los profesores de la UMA José Manuel de Torres y David Cuevas Góngora y de la historiadora María Victoria García Ruiz.

La delegación filipina, además, tuvo la oportunidad de conocer libros antiguos y mapas de su tierra conservados en la biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País y asistió al nacimiento de la Asociación Cultural Hispano-Filipina de Málaga. 

Y claro, nuestra ciudad, desde no hace mucho cuenta con un monumento al padre de la independencia del archipiélago, José Rizal. Se trata de una obra del estupendo escultor malagueño Juan Vega que fue inaugurada en 2016 en el jardín del Instituto de Estudios Portuarios, nada más cruzar la antigua entrada del Puerto.

Se trató de un proyecto de la Embajada de Filipinas en España, en coordinación con el consulado de este país en Málaga y la National Historical Comission of the Philippines.

Pues bien la delegación universitaria iba a contemplar la obra, pero como su héroe nacional se encontraba rebozado en una suerte de harina (tostada), por vergüenza torera los acompañantes malagueños suspendieron la visita. No hubo manera de que los responsables del negociado portuario tuvieran la obra a punto, un mes después de la lluvia de polvo sahariano.

Es más, han pasado dos meses y el busto a este médico y escritor filipino sigue a la cuarta pregunta, abandonado a su suerte y sin un chorro de agua que llevarse a la cara. La escultura de 2016 ha envejecido cien años, Rizal luce demacrado, con los labios y los ojos untados de Sáhara, mientras la calima le chorrea por el cuello para fundirse con la camisa, amén de la blanca deyección de una paloma que le marca el rostro como un bandolero. Y por la parte trasera, el pelo es una costra que se derrite por la espalda.

Para evitar incidentes diplomáticos bochornosos, limpien al padre de la Filipinas moderna y no lo dejen para mañana.

Detalle de la parte trasera de la obra.

Detalle de la parte trasera de la obra. / A.V.

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