Crónicas de la ciudad

La pintada que jalea a Tintín cerca de Segalerva

En calle Fray Domingo Pimentel da la impresión de que una pintada que vitoreaba al neurótico dictador ruso se ha reconvertido en una oda al personaje de Hergé

Pintada sobre el personaje de Hergé sobre una anterior.

Pintada sobre el personaje de Hergé sobre una anterior. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La cuestión de las pintadas en Málaga -y en casi cualquier parte del mundo- tiene tela. La mayoría de las veces sus autores transmiten, por medio de letras o dibujos, un encefalograma plano y la misma vida interior que la difteria.

Se trata en estos casos de meros garrulos que ensucian paredes ajenas con sus firmas, en un afán infantiloide por marcar territorio, cuando desde hace miles de años los perrillos hacen lo mismo de forma mucho más efectiva, tan solo alzando la pata (mejor no dar ideas).

La contradicción aparece cuando el acto de ensuciar una pared viene acompañado por la evidencia de más actividad neuronal e incluso por la aparición de la ironía. En estos casos, aunque algún viandante esboce una sonrisa al leer la pintada, habría que multar con más cuantía a los infractores, al tratarse de vándalos con formación, como cuando paredes ajenas se llenan de citas de personajes célebres totalmente prescindibles.

Un caso aparte -aunque el resultado sea el mismo y o bien o el Ayuntamiento o bien los vecinos tienen que rascarse el bolsillo- es el de las pintadas protesta o de contenido relacionado con la actualidad.

Como saben, algún inconsciente con la formación científica de una cabra montesa se dedicó a espurrear de pintadas las calles de Capuchinos para tratar de convencer al personal de que la covid-19 era una invención. Ojalá no haya terminado en urgencias.

Y una pintada curiosísima la podemos ver en Segalerva, en la calle que recuerda al dominico Fray Domingo Pimentel, obispo electo de Málaga.

En realidad nos encontramos con dos pintadas porque de la primera, escrita con espray negro, resta esta frase con la segunda palabra incompleta: «Viva ...tin».

Lo llamativo es que un segundo grafitero parece haber sido quien borró el hueco que falta para escribir en su lugar con espray verde «Tin».

El resultado, como habrán adivinado, es «Viva Tintin» en dos colores. Dada la trágica coyuntura que vive la Europa civilizada y en especial Ucrania, con un acomplejado exespía de tercera reconvertido en dictador de Rusia e inflamado de nacionalismo en su vertiente más fantasiosa y bélica, no es ningún despropósito aventurar que algún alma de cántaro habría jaleado en este rincón de Málaga al tirano del Kremlin con un «Viva Putin».

Por suerte, un admirador de Hergé acudió al rescate y con ingenio e ironía reconvirtió la pintada totalitaria en una oda a la libertad, la aventura y la imaginación. Pues eso, que viva Tintín.

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