La contracrónica
Sueños de campaña
El PSOE reconoce que ha de despertar a su electorado. Lo proclama incluso: hay que despertar al electorado. No sé muy bien el prestigio que tiene eso de despertar a alguien. Con lo cómodo y reparador, beneficioso y estimulante que es dormir. Y el trabajito que cuesta a veces. Lo suyo no es despertar; es no dejar que nadie se duerma.
El despertador es uno de los objetos más odiados, aunque ya no hay despertadores, todo está en el móvil. La calculadora y el reloj, el bloc de notas y la grabadora también. Pero eso es otro debate. No un debate entre candidatos. Un debate sobre los objetos y la vida cotidiana. Tal vez no un debate muy estimulante, pero el debate de los candidatos, el primero, no fue precisamente cafeinado, enfervorizante o vibrante, si se exceptúan algunos puyazos de Teresa Rodríguez a Olona o un pique entre Juan Marín y la corresponsal de Abascal. Despertar. El PSOE andaluz tiene pesadillas en las que ve a sus votantes durmiendo. En muy diversas posturas. Hay socialistas que duermen el sueño de los justos, otros aburren al espectador en las tertulias. Los hay que se han ido al sector privado y no faltan los amuermados porque algunos dirigentes de su partido han dejado de hacerles gracia. Espadas no obstante parece ir ganando enteros. Y decibelios. Ganas. No arma un ruido aún como para sacar del sopor a muchos de sus potenciales votantes pero al menos algunos de ellos ya notan cierto murmullo, rumor, jaleillo. Si votamos, ganamos, repiten somnolientos algunos de sus adlateres. A Juan Espadas a lo mejor le falta una o dos semanas de campaña. Eso suele decir a veces el que queda segundo o incluso el que queda tercero. Algunos pensarán que les ha faltado un año o un lustro y no es raro que Juan Marín (Cs) piense que le han faltado unos meses, que por qué no ha durado la legislatura hasta diciembre, con lo bien que se está de consejero de Turismo.
Michavila pronostica que el 19-J lo van a sacar de tal sueño. Y del Parlamento. Pero Marín es un hombre soñador y sabe que puede soñar con un cargo no electo. Juanma Moreno sueña con una mayoría absoluta. Pero no es un sueño original. Es como el españolito medio que soñara con no tener que dar ni golpe o como un dependiente de comercio de Guadalajara que soñara con poseer un yate de veinte metros de eslora con una tripulación formada por buenorros y buenorras. A Moreno le interesa el desinterés aunque si lo cultiva demasiado, entre la gente que se le va a dormir, los que se van a ir a la playa y los que en vez de a él van a votar a Vox se le pueden fastidiar las intenciones.
La izquierda siempre ha querido despertar conciencias pero despierta perplejidad por su notoria división, que duerme el entusiasmo de los unionistas. La campaña electoral es como una red social o una serie, un profesor o incluso mi frutero: trata de mantener tu atención. De que estés alerta. De que no te aburras y te duermas, vamos. En un artículo sobre los sueños no puedes dejar de citar lo de los sueños sueños son, aunque a Calderon no lo abarca esta campaña, que tampoco destila romanticismo a lo Becquer y sí algo del aburrimiento de esos argumentos decimonónicos situados en la campiña inglesa, trasmutados ahora a olivares, pueblos blancos, masificadas costas, ciudades o estaciones de esquí. Pero con la calor. Del que induce a la siesta. La siesta de la que Espadas quiere sacar a sus conmilitones.
Ayuso incomoda al PP andaluz porque su discurso es abiertamente amable y pactista con Vox. Pero el PP andaluz, mejor dicho, Juanma Moreno, no quiere oír hablar de un pacto con los olonos. Y más: ni Feijóo ni Moreno quieren que un triunfo magno en Andalucía pueda Ayuso capitalizarlo. Lo quieren para ellos dos. Ayuso se crecería aún más.
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