Alcaldes se quejan de la falta de vigilancia que sufre Sierra Bermeja frente a los incendios

Sierra Bermeja y su entorno necesitan de una mayor protección medioambiental. Ya habrá tiempo para el debate. Pero algunas voces locales empezaron ayer a hacer balance, aún con las llamas en pleno avance, de lo que representa este segundo incendio de grandes dimensiones en un plazo de poco más de ocho meses.

Albergar una joya botánica ancestral como es el pinsapo ya abrió un debate en el proceso para declarar como nuevo parque nacional a la Sierra de las Nieves, al considerar algunos de estos regidores que Sierra Bermeja no podía quedarse en el escalón más bajo en cuanto a vigilancia y protección, el correspondiente a todo paraje natural.

De Genalguacil partió el fuego de septiembre del pasado año, como expresa su alcalde, Miguel Ángel Herrera. «Me pregunto qué se esconde detrás de la medida de eliminar los bomberos forestales del entorno rural. Por qué se los quieren cargar. Aquí estamos gastando otra vez en apagar las llamas unas cantidades muy importantes, que podían haberse invertido en invierno, como se nos prometió, para evitar una nueva tragedia», denuncia.

En Jubrique, donde se recomendaba a los vecinos que saliesen lo menos posible de sus domicilios, «cerrando ventanas y usando mascarillas en exteriores», esta vez las consecuencias del incendio son de momento menores. Su regidor, Alberto Benítez, reconoce que después de lo sucedido el pasado año «salieron muchas propuestas, pero es verdad que pasa el tiempo y nos olvidamos de ciertas medidas».

No obstante, recuerda la excesiva burocracia que existe en el marco normativo actual y el retraso que acumulan algunos de los proyectos programados. «Por parte de la Diputación de Málaga se iban a colocar hidrantes nuevos, pero no ha dado tiempo. Nos consta que están haciendo los proyectos», manifiesta.

«Nosotros no podemos decir que no aprendimos nada la primera vez. Por ejemplo, en septiembre casi todo el pueblo abandonó sus domicilios y esta vez nos hemos organizados para que en caso de desalojo masivo quede un grupo de vecinos, conocedores del terreno y que puedan guiar a los equipos que se desplacen al pueblo y requieran de nuestra labor como guías», añade Benítez.

Por su parte, su homólogo en Pujerra, Francisco Macías, incidía en la falta de visibilidad que había generado en su pueblo este nuevo incendio. Así lamentó que, estando ya controladas las llamas, de nuevo se complicó como consecuencia del viento que azotaba ayer a la zona afectada.

«Al cambiar el viento, el humo lo ha metido y han tenido que desalojar al personal, sin que los medios aéreos hayan podido entrar durante horas. Acerca de los desalojos de la víspera en Estepona, Benahavís o incluso varias zonas de Marbella, los munícipes de estas pequeñas localidades reconocen que en las mismas los traslados son mucho menos complejos.

Precisamente era el regidor de Benahavís, José Antonio Mena, el encargado de cifrar en unos 3.000 los vecinos desalojados entre residentes o turistas dentro del casco histórico de su municipio y en diversos núcleos alejados del núcleo urbano principal, asimismo amenazados por la proximidad del fuego.

El alcalde de Genalguacil, Miguel Ángel Herrera, pidió de cara al futuro que se atienda al medio rural «no sólo cuando llega la guerra de votos, como ahora. A nosotros se nos tiene olvidados. No interesamos, porque las elecciones se juegan en las grandes ciudades». Y recordó que él mismo reclamó después del incendio de septiembre una mesa de trabajo en la que analizar de manera consensuada qué medidas se deben poner en marcha ante «catástrofes como las que está sufriendo Sierra Bermeja».

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