Hallazgo

La Riojana emerge de las entrañas de El Perchel

Tras la alerta de la promotora, el trabajo arqueológico se centró en averiguar qué fábrica era la que había aparecido en las obras de la calle Peso de la Harina, donde se construirán viviendas

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Antes de la eclosión de esta reciente era tecnológica, la ciudad de Málaga vivió y disfrutó de otra época dorada. Fue su pasado industrial, que alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIX, el que la situó por primera vez en el mapa de las ciudades punteras.

En ese gran proceso de industrialización, el barrio de El Perchel tuvo un notorio papel, ya que en sus calles llegó a acoger desde modestos talleres artesanales hasta multitud de fábricas modernas para la época, ya fueran curtidurías, fundiciones, metalúrgicas, destilerías, imprentas, producción de envases... tal y como destacan Antonio Santiago, Isabel Bonilla y Antonio Guzmán en 'Cien años de las fábricas malagueñas (1830-1930)'.

En ese conglomerado industrial que tanto caracterizó al barrio perchelero hubo una fábrica con especial relevancia a nivel nacional y su mera alusión en el siguiente párrafo desvela ya el motivo de este reportaje.

Restos de la fábrica de La Riojana.

Restos de la fábrica de La Riojana. / La Opinión

Se trata de la fábrica de chocolates La Riojana, una de las más importantes del pasado industrial español por sus grandes dimensiones, su producción y por ser una de las pioneras en incorporar la máquina de vapor a su proceso productivo.

Sus fundadores, los hermanos López, provenían de Cameros, un yacimiento de emprendedores de los que también surgieron los Larios o los Heredia, entre otros. Familias comerciantes y entregadas al negocio que, como bien es conocido, encontraron su nicho en Málaga.

Esta gran fábrica perchelera, ubicada junto a la Ermita de la Zamarrilla -donde también estaba asentada una fábrica de azúcar, lo que pudo facilitar la propia producción de sus productos, así como su cercanía con el Puerto debido a la importación del cacao y otras materias primas- y la calle Peso de la Harina, llegó a superar los 900 kilos de producción de chocolate diarios y a tener en plantilla en torno a un centenar de trabajadores. Tuvo hasta tres propietarios diferentes antes de echar el cierre en torno a 1920.

Pues bien, esta historia, la de La Riojana, ha vuelto a brotar después de más de un siglo, al igual que lo han hecho los restos de la fábrica desde las propias entrañas del barrio que atestiguó su fundación, su ampliación y también sus horas bajas.

Todo empezó con un «hallazgo casual» el pasado 9 de mayo en un solar en obras del nº13 del Peso de la Harina, donde la promotora Avantiaespacia va a construir una promoción de viviendas.

La aparición de unos arcos en la cimentación de uno de los edificios colindantes dio la primera pista de que, quizás, el terreno ocultaba un vestigio histórico que merecía la pena estudiar pese a que el solar carece de cualquier tipo de protección arqueológica.

Así, la promotora dio la voz de alarma y fue la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga la que avisó al equipo arqueológico de Arathea para que empezarán con los primeros sondeos. Así lo recuerdan la arqueóloga Carmen Vera y el director del proyecto, Javier Noriega.

«Quiero destacar la parte de responsabilidad social de la promotora. Han sido súper atentos con todas las indicaciones de la arqueología y han facilitado todo», recalca Noriega. «Hay una generación que tiene claro que hay que investigar».

Moldes de hierro con los que se hacían las tabletas de chocolate. Están cubiertos de grasa de maquinaria.

Moldes de hierro con los que se hacían las tabletas de chocolate. Están cubiertos de grasa de maquinaria. / La Opinión

Una fábrica a todas luces

Ya adentrados en faena, la arqueóloga Carmen Vera explica que todo apuntaba a que estaban pisando sobre lo que antaño fue una fábrica.

Los propios arcos ya eran una evidencia clara-además presentaban restos de haber sufrido incendios, como le ocurrió a La Riojana en varias ocasiones-, a lo que se sumaban las conducciones de agua, las estructuras que señalaban una antigua zona de trabajo y la aparición de ladrillos con el sello «Pickman,Sevilla» o «Viana de Cárdenas, Málaga», que apuntaban a una edificación de finales del siglo XIX, según señala Noriega.

Con todo, lo realmente difícil era averiguar qué fábrica podía ser, pese a que ya se aventuraba algo en mapas de la época.

«Sabíamos que estábamos en una fábrica pero lo que no sabíamos era de qué, porque esa era una zona en el siglo XIX de polígonos, allí había una azucarera, hablaban de una zona de industria alimentaria, pero no sabíamos si estábamos en La Riojana. Incluso los vecinos decían que había una fábrica de salazón», recuerda Vera.

Carmen Vera, arqueóloga, midiendo los moldes.jpg

Carmen Vera, arqueóloga, midiendo los moldes.jpg / La Opinión

Lo que moldeó el hallazgo

Y mientras la arqueología industrial trataba de deshacer tal incógnita, se sucedían los días y los curiosos que se acercaban a la valla de obra para preguntar por lo que allí podía haber, hasta que un día se halló «la clave».

Ocurrió bien temprano, en el inicio de los trabajos de la jornada, cuando de la tierra emergió una pieza metálica que dejó perplejos tanto a la arqueóloga como el jefe de obra. Carmen lo cuenta así: «Estaba con Manuel, el jefe de obras. Él me dijo ‘¡Carmen, que eso van a ser los moldes de las tabletas!’ Fuimos rápidamente a la caseta, los limpiamos y en el momento en el que yo vi «La Riojana» pude respirar porque ya lo teníamos claro. Nos pusimos súper contentos esa mañana». Ese mismo día se lo comunicaron a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.

Esos moldes de hierro, cubiertos por una capa de grasa de maquinaria antigua, tenían una inscripción clara y concisa: «La Riojana, Málaga». Por tanto, quedaron despejadas del todo las dudas de lo que allí había parecido, ni más ni menos que el negocio de los hermanos López, iniciado hace dos siglos.

«En principio, la información que barajamos apuntaba a que la fábrica de chocolate se hallaba junto a la Ermita de Zamarrilla en la calle Mármoles, debido a los planos y en los primeros números de la calle Peso de la Harina. Sin embargo, revisando información complementaria y la planimetría de la ciudad de Málaga en el Archivo Histórico comprobamos que, efectivamente, hubo una ampliación hacia 1900 que sí coincidía con nuestra ubicación», añade Javier Noriega.

40 apartamentos

La promotora Avantespacia empezó en agosto de 2020 la comercialización de de su proyecto residencial en la calle Peso de la Harina, número 13, en la parcela donde han aparecido los restos de la fábrica de chocolate La Riojana. Las obras comenzaron a principios de abril pero se paralizaron a la espera de la deliberación del equipo de arqueología. Esta promoción residencial estará compuesta por 40 apartamentos y pisos de 1 y 2 dormitorios con plaza de garaje, trastero y terrazas según tipología.

¿Y ahora qué?

Aunque se ha desvelado el misterio, el trabajo de arqueología está lejos de terminar. Tal y como explica Vera, Cultura -que ha tutelado la intervención arqueológica- ha ordenado retirar todas las estructuras que quedan de la fábrica, esto es, una escalera, los cuatro anclajes de una habitación, un par de cimentaciones y las tuberías, para proseguir las obras.

Todo ello será supervisado por el equipo de arqueología, que acompañará a los operarios durante los movimientos de tierra que quedan pendientes así como la excavación para construir el futuro parking.

«Ellos tienen que hacer un sótano y hasta que no se acote la profundidad, nosotros seguimos ahí por si aparecen más restos», añade Vera.

En cuanto al destino de los moldes de hierro, la Junta tendrá la última palabra, que ordenará su conservación o exposición como parte de la huella industrial de la ciudad.

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