Crónicas de la ciudad
Persiste la industria lítica al fondo de la calle Agua
El final de la calle lleva más de dos décadas en abandono total. Es una senda espurreada de trozos de murete y cacas perrunas, pese a estar calificada como zona verde
Nuestras anquilosadas administraciones tienen dos retos en calle Agua. El más conocido es la apertura de las dos mezquitas funerarias de la Edad Media (siglos XII y XIII, respectivamente), una preciosa rareza arqueológica en España que ya lleva un retraso legendario, similar al de las obras del metro.
Pero si dejamos atrás este clásico atasco administrativo malaguita, basta con continuar calle arriba para toparse con el segundo reto, por no llamarle desaguisado, porque hace muchas lunas que luce como si nos encontráramos en un escenario postapocalíptico, por no decir neoprehistórico.
Esto último viene al caso porque desde hace casi un cuarto de siglo, quizás más, la calle termina bruscamente cuando el asfalto se interrumpe y deja paso a un pasillo de tierra de unos cien metros de largo.
El paisaje es el de un quiero y no puedo. A la izquierda se encuentran las estribaciones del Monte Gibralfaro, limitadas por un murete del que faltan de su domicilio numerosos bloques, estratégicamente espurreados por este deprimente escenario.
El espurreo recuerda las industrias líticas del pasado prehistórico, del que salieron puntas de flecha, rascadores y alguna que otra Venus de Willendorf.
Por contra, esta moderna industria de la piedra hasta la fecha no ha dado ninguna pieza relevante, salvo los bordillos descuajaringados.
En realidad, este paseo terrizo tan sólo es rico en deposiciones caninas de los más variados tamaños. Por eso, para pasear por el final de calle Agua a cualquier hora del día se recomienda la mascarilla, haya o no pandemia y por la noche se hace imprescindible la linterna mientras se practica el eslalon peatonal.
Lo único loable de este paseo rico en abono animal son los grafitis artísticos de la pared derecha, la que encierra los frondosos jardines de una residencia universitaria. Por allí desfilan mitos del cine juvenil de los 80 como Indiana Jones, el señor Miyagui o, faltaría más, Karate Kid.
En cualquier caso, nos encontramos en una zona abandonada desde hace lustros. Y eso que en el PGOU actual, el de 2011, el lugar no deja, valga la redundancia, lugar a dudas: esta senda zarrapastrosa sazonada de cacas y trozos de murete está catalogada como zona verde.
Como tantas veces ocurre, sólo cambiará el día que la recorra nuestro alcalde, contemple la faena y ordene que se adecente...siempre que sea municipal, claro. En todo caso, si algún día se abren al público las mezquitas funerarias habrá que ir pensando en hacer realidad lo que dicta el PGOU.
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