Memorias de Málaga

25 años de la revista diócesis

El semanario de la Iglesia católica en Málaga ha cumplido o está a punto de cumplir un cuarto de siglo. El origen de esta completa publicación hay que buscarlo en el comunicado semanal del Obispado a los medios, en ciclostil.

El sacerdote Rafael Gómez Marín (dcha), en 1999, con el teólogo José María González Ruiz.  | ARCINIEGA

El sacerdote Rafael Gómez Marín (dcha), en 1999, con el teólogo José María González Ruiz. | ARCINIEGA / Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Soy lector asiduo de la publicación Diócesis Málaga, semanario de la Iglesia católica en Málaga, que ha cumplido o está a punto de cumplir veinticinco años, todo un récord tanto en periódicos diarios como en revistas. Haber superado el millar de números es un éxito y las perspectivas de continuidad son las mismas que animaron su creación.

El origen de esta revista hay que buscarlo más allá del año del lanzamiento del primer número, cuando el Obispado de Málaga remitía a los periódicos y radios unos comunicados semanales en ciclostil, multicopista u otros medios superados por las modernas fotocopiadoras.

Cuando yo empecé a trabajar en ambos medios casi se menospreciaba esta publicación con el calificativo de «hojilla parroquial», aunque yo ojeaba los textos e incorporaba a los informativos lo que consideraba de interés general.

Con el tiempo, aquella modesta publicación mejoró de forma ostensible; si estoy en lo cierto, el artífice de aquel cambio fue el sacerdote malagueño don Rafael Gómez Marín, fallecido en 2018, un investigador nato que publicó numerosos artículos y varios libros, dejando un legado que supongo se conservará en algún lugar. Gracias a don Rafael, en uno de aquellos escritos que remitía a los medios informativos, supe algo que nadie se había interesado en investigar, al menos en Málaga. Me refiero al patrón de los enamorados, San Valentín. No sé exactamente cuándo y por quién se puso en marcha la celebración del Día de los Enamorados cada 14 de febrero, festividad de San Valentín. Decían que era un ‘invento’ de El Corte Inglés para vender más. A lo de los enamorados se agregaron (esto sí para vender más) el Día de la Suegra, el Día del Abuelo y otras iniciativas que no llegaron a cuajar.

La publicación, que ya merecía algo más que el despectivo primitivo de ‘hojilla parroquial’, informó sobre San Valentín: quién fue, en qué siglo nació, qué hizo para ser elegido como patrón de los enamorados, cuándo y por qué Papa fue canonizado… Desgraciadamente no conservo aquél escrito que desvelaba todos los interrogantes.

En libros y documentos de aquellos años, San Valentín se despachaba con una breve referencia: «Mártir romano en tiempos de Claudio. Año 268. 14ª de febrero» (Año cristiano. Justo Pérez de Urbel. 1945). En el Gran Libro de los Nombres, de Manuel Yáñez Solano (1995), el autor señalaba que existía la creencia de que está enterrado en el Monasterio de San Benito de Pages, en Barcelona.

En algunos textos se aclara por qué fue elegido Patrón de los Enamorados. Verdadero o no «fue sentenciado a muerte por celebrar en secreto matrimonio de jóvenes enamorados». En la década de los 60 del siglo pasado, concretamente en 1962, se rodó una película titulada ‘Vuelve San Valentín’, dirigida por Fernando Palacios con el actor argentino Jorge Rigaud en el papel de San Valentín, quien retorna a la Tierra como protector de los enamorados. La película fue un gran éxito y el actor Jorge Rigaud fue identificado como San Valentín para los restos. Durante varios años, cuando se acercaba el 14 de febrero, se reponía la popular película en algunas televisiones. En Málaga se estrenó en el citado año de 1962.

El Día de los Enamorados se festeja en muchos países del mundo, pero con una diferencia: en los no católicos, por ejemplo, se celebra bajo el enunciado de Día de los Enamorados omitiendo a San Valentín, que es a quien se debe precisamente la fecha de su conmemoración, el mencionado 14 de febrero.

25 años de la revista diócesis

El sacerdote Rafael Gómez Marín (dcha), en 1999, con el teólogo José María González Ruiz. / Arciniega

Nueva etapa

No sé en qué año se produjo el gran cambio de la publicación Diócesis Málaga; calculo que fue a finales del siglo pasado siendo obispo de la diócesis don Antonio Dorado Soto, quien incorporó a la iglesia malacitana al presbítero don Juan Antonio Paredes, al que confió la misión de la revista que hoy se reparte todos los domingos por las parroquias de la capital y provincia.

Tuve la suerte de conocerlo personalmente tras leer todas las semanas sus breves comentarios en la primera página de la publicación. Cada uno de sus artículos era una lección del saber, de cómo difundir las enseñanzas de la iglesia católica, cómo llegar al lector… La publicación fue un acierto, en el sentido periodístico, por su presentación, confección, ilustraciones… y sobre todo por el cuadro de redactores, sacerdotes y laicos, que cada semana informaban (e informan) sobre temas de actualidad relacionados directa o indirectamente con la diócesis malacitana. Fueron publicándose fotografías e historias de las iglesias de la provincia, una interesantísima serie recordando los concilios ecuménicos y sínodos de obispos, breves relatos sobre la vida de santos y santas…

En las páginas de Diócesis Málaga publicaron artículos, entre otros, el escritor y poeta Joaquín Fernández González, con más de doscientos poemas, y José Luis Navas, a la sazón director de Radio Nacional de España en Málaga.

Conocí al padre Paredes porque le di a leer y comentar una novela que yo había escrito sobre un tema bíblico; me sorprendió descubrir los conocimientos que tenía sobre un personaje real que existió en la Edad Media y que no es muy popular. Su sencillez, modestia y sobre todo su cultura, me impactaron. Hablaba el latín correctamente, estuvo durante algún tiempo en el Vaticano, perteneció a la plantilla o cuadro de colaboradores de Radio Vaticano … e incluso ayudaba al Papa Pablo VI a la celebración de la Eucaristía.

Me contó una curiosa historia: en su visita a los Santos Lugares en aquellos años, un franciscano que cuidaba el Huerto de los Olivos en Jerusalén, le regaló un esqueje de uno de los milenarios olivos de la época de Jesucristo. Con sumo cuidado se lo trajo a Málaga y lo plantó a la entrada de la parroquia de Guadalmar, que está bajo la advocación de Santa María Estrella del Mar, de la que era titular. El esqueje arraigó, se convirtió en árbol y empezaba a echar aceitunas.

Cuando monseñor Dorado Soto se jubiló, residió hasta su muerte en el Seminario Diocesano de Málaga, y don Juan Antonio Paredes regresó a su Toledo natal, donde reside.

Diócesis Málaga, hoy

Con la marcha del gran impulsor de la publicación, la responsabilidad de la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación Social recayó sobre el joven sacerdote don Rafael J. Pérez Pallarés, que asumió la dirección de la revista siguiendo los pasos de sus antecesor.

Si buena fue la gestión de don Juan Antonio Paredes, no menos es la que hace don Rafael J. Pérez Pallarés, llevando cada semana a los malagueños la información diocesana.

En la actualidad tiene un equipo de cuatro redactores, que cada semana culmina con un nuevo documento. Beatriz Lafuente, Encarni Llamas, Ana María Medina y Antonio Moreno son los que con firma o sin ella informan puntualmente. Conozco a los cuatro porque una vez el año, el día del patrón de los periodistas, San Francisco de Sales, compartimos después de la ceremonia religiosa en la iglesia del Sagrario, un café en la cafetería El Jardín, en la esquina de la calle Cister con Cañón.

Una de las secciones más cuidadas es la dedicada a los sesenta y siete mártires del siglo XX en Málaga. Cada domingo, siempre con reproducción de su fotografía, en pocas líneas se presenta la historia de estos sacerdotes, laicos, monjas… que dieron su vida por defender sus ideas.

Conservo algunos números de la publicación porque me cuesta mucho trabajo arrojarlos para que sean destruidos. Gracias a esa costumbre de no tirar nada, repasando los textos publicados, he encontrado entrevistas e informaciones sobre Manos Unidas (una misionera mexicana que lleva 38 años trabajando en favor de las mujeres en Angola y otros lugares; una entrevista a Dolores García Moreno, misionera cruzada de la Iglesia, que puso en marcha en 1973 en La Palmilla un colegio para ayudar a elevar la dignidad de los niños y niñas de la zona; la historia de la monja malagueña Virginia Alfaro en Angola… y cientos de artículos, noticias, entrevistas a dignatarios de otras religiones, encuentros ecuménicos…, algo que al autor de esta líneas llama la atención ya que recuerdo que casi se nos prohibía detenernos ante la puerta de la Iglesia Evangélica Española, sita en la calle Ollerías, el primer centro no católico, protestante, que existió en Málaga, aparte de la capilla de San Jorge del Cementerio Inglés. Algunas personas de mi edad seguramente recordarán que teníamos que pasar de largo porque era casi un pecado detenerse para contemplar el bello patio del interior del edificio.

El director de la publicación, en la sección Blanco sobre Negro, está entrevistando a sacerdotes en activo y jubilados, que responden a toda clase de preguntas sobre su presente, pasado y futuro, preguntas comprometidas, como si han cometido errores, si saben estar solos, cómo le gustaría morir, si les han intentado corromper, si la eutanasia es una solución para determinados casos… El padre Pallarés no sé si es periodista titulado o no, pero sí es un valiente en la faceta de entrevistador. Preguntas directas y concretas sin cortapisas.

La última noticia sobre la apertura de la publicación a todos los movimientos religiosos, recogida en el número correspondiente al 19 de junio pasado, con fotografía incluida, es la visita al obispado de un grupo de pastores y pastoras de la iglesia evangélica alemana (luteranos) de la Facultad Teológica de Tübingen en viaje de formación. Una noticia semejante era impensable que se pudiera publicar en una revista católica.

Se haya festejado o no el XXV aniversario de su fundación, me uno a la alegría que supone la meta alcanzada, y mis deseos de que siga la línea marcada por los primeros responsables de la información diocesana y seguida por el actual equipo.