Crónicas de la ciudad
El parque de ‘A buenas horas, mangas verdes’
Los vecinos de Mangas Verdes ven el final del túnel de la obra más desastrosa que les ha tocado en suertes desde el nacimiento del barrio, la del Parque del Sendero del Cau
Hay proyectos urbanísticos que por hache o por be se estancan y permanecen varados en tierra de nadie, para asombro y pasmo de los administrados.
Al retraso casi mitológico de las obras del Metro de Málaga, que se acercan -por ahora- a los 150 meses por encima de la fecha prevista, hay que sumar lo que soporta Mangas Verdes, que tiene un trozo del barrio con las carnes abiertas aproximadamente desde 2006, el mismo año del inicio de las obras del metro, pues aunque los vecinos atrasaron el inicio de estas actuaciones a 2002, en realidad ‘sólo’ llevan unos 16 años empantanadas.
Sin embargo, hay que colocar esta obra interrumpida a la cabeza de los despropósitos organizativos, incluso por encima de la del metro, porque se desarrolla en una distancia absolutamente irrisoria: poco más de 200 metros, en un futuro parque que en la mayoría de su recorrido es un estrecho pasillo.
El hecho de que justo debajo pase un pequeño tramo del Acueducto de San Telmo y el aderezo de una primera crisis mundial terminó por desgraciar los buenos propósitos: Las obras llevan paralizadas desde 2007 o 2008, calcula el presidente vecinal Antonio Martos.
Se trata del Parque del Sendero del Cau, una obra que arrancó por una visita electoral del presidente Manuel Chaves en 2001.
Al rescate de los vecinos de Mangas Verdes han acudido los fondos europeos, que financiarán lo que queda, en un 80 por ciento, a partir de 2023 y también ha acudido la Junta en su etapa actual, dispuesta a acabar a la mayor brevedad con el bochorno presente, como evidencian varias reuniones anteriores con los vecinos.
De momento y como informó La Opinión la semana pasada, la Consejería de Fomento y el Ayuntamiento de Málaga han aprobado el borrador de un convenio con el que poner fin al desaguisado.
Entre medias, en estos 16 años, una generación completa de escolares de Mangas Verdes y parte de la siguiente ha acortado el camino al colegio por este parque en obras, con el riesgo claro de accidente ante tantas gavillas de hierro listas para dejar listo al más desprevenido y unos desniveles sin barandillas capaces de desgraciar a cualquiera.
Los vecinos optaron entonces por cubrir las gavillas con latas de refrescos, a la espera de la reactivación administrativa.
Es tan solo el borrador de un convenio, pero el grueso del dinero de la UE ya asoma para finalizar una zona verde que, el año que se inaugure, quizás reciba el nombre popular ligado al barrio: el Parque de A buenas horas, mangas verdes. Sería bien merecido.
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