Crónicas de la ciudad
La calle Carrasco y la puerta felizmente clausurada
Tras las peticiones de los vecinos, AVRA tapia un local cuya puerta había sido forzada y se había convertido en un estercolero
En la fascinante novela ‘Inquietud en el Paraíso’, premio de la Crítica de Castilla y León de 2006, el escritor Óscar Esquivias fabula sobre una excéntrica expedición, en plena rebelión militar del general Franco, para comprobar si una capilla de la Catedral de Burgos es la puerta de entrada al Purgatorio.
Hace unos días, por contra, en Málaga se ha cerrado una puerta a un mundo que evocaba las epidemias de peste de siglos pasados, esas que solían desembarcar en Málaga, nunca mejor dicho, en forma de tripulación tocada por el mal fario y de las que tan certera cuenta ha dado .
La puerta que acaba de cerrarse se encontraba en Lagunillas, en concreto en la calle Carrasco, la que como mínimo desde 1860 luce este apellido, en honor del guerrillero Diego Carrasco, especializado durante la Guerra de Independencia en derrotar a soldados franceses.
La puerta de calle Carrasco conducía al pasado epidémico porque, desvencijada de alguna patada certera, exhalaba una tufarada de peste aderezada con una nube de moscas y mosquitos.
Hace poco, un día antes de su clausura, el autor de estas líneas visitó la zona acompañado por sufridos vecinos. Por precaución, el firmante sólo se asomó por la puerta desvencijada pues lo que había tras ella sólo podía catalogarse como ‘excrecencia’, y ustedes saquen sus conclusiones.
Se trata de un local de la Junta de Andalucía, casi impracticable para cualquier actividad, por obra y gracia de un recio muro en forma de ele que transforma la estancia en un pasillo con requiebro. En el interior, además de excrecencias, ropas, botellas y más nubes de moscas y mosquitos.
Los vecinos conservan fotos que demostraban que el local violentado era punto de reunión de drogodependientes, que lo utilizaban para sus pinchazos a la luz del día.
Finalmente, AVRA, la agencia de vivienda de la Junta de Andalucía, tapió el solar hace unos días. Lo que los vecinos ignoran es si previamente vació toda la basura acomodada en ella y liberó a las moscas.
De cualquier forma, lo que los vecinos sugieren es que, dado que este solar no tiene visos de mucho aprovechamiento, debido a su puñetera disposición interior y para evitar que alguien replique el rito del año santo compostelano y eche abajo el tapiado a mazazos, lo mejor sería unirlo con el local de al lado, este último saneado y cedido a un colectivo de Málaga.
El propósito sería no tentar más al destino para que, tras traspasar la puerta, no nos encontremos en un 'pestífero' viaje en el tiempo.
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