Educación
La inflación también se va de Erasmus
El elevado precio de la vivienda hace que la mayoría de los estudiantes se decanten por vivir en residencias durante sus Erasmus mientras se quejan de las «insuficientes» ayudas económicas que reciben para sus estancias - Alquilar una habitación de piso en lugares como Italia, Bruselas o Dinamarca puede llegar a costar cerca de 600 euros mensuales
Isabel R. Vallejo
«Y yo me voy, adiós, me fui, y no me importa, nada me detiene aquí la vida es corta». Luis Fonsi, con la letra de esta canción, parecía comprender los pensamientos de muchos estudiantes universitarios que parten a otros países en busca de nuevas experiencias. Y es que los estudiantes malagueños tienen ganan de viajar, conocer otros países, de relacionarse con gente de todo el mundo. Tras meses de confinamiento y clases bimodales, las ganas de viajar se han multiplicado. El problema está en que no ha sido lo único que se ha multiplicado. El crecimiento del precio del combustible, la luz y la vivienda también han decido coger sus maletas y acompañarlos en su aventura.
Una habitación en Italia, Dinamarca o Bruselas, algunos de los destinos demandados por los malagueños y en general por los españoles, puede costar cerca de los 600 euros de media mensualmente, lo que provoca que la ilusión y ganas de estudiar fuera se hayan visto destruidas al no poder afrontar estos gastos ni siquiera con la ayuda de las becas del Gobierno y los complementos de la Junta de Andalucía.
Según se queja Ana Moreno, estudiante de la UMA que se fue el pasado curso de Erasmus a Brno, República Checa, «el dinero recibido de la beca es insuficiente para realizar un Erasmus en cualquier parte. Tienes que pagar un elevado alquiler y a eso súmale el precio de la cesta de la compra y el gasto escolar. De hecho, he tenido que trabajar allí repartiendo papeletas para ganar algo de dinero». Todo ello pese a existir becas del Gobierno y, además, la Junta de Andalucía, una de las pocas comunidades autónomas que dan un dinero suplementario a algunos estudiantes.
La cuantía básica de la beca Erasmus que concede el Gobierno a través del SEPIE (Servicio Español para la Internacionalización de la Educación), gracias a la financiación que recibe de la Comisión Europea, oscila entre los 210, 260 y los 310 euros, dependiendo del nivel de vida del país del destino, dividido en tres grupos. La cuantía más alta, que sería el grupo uno, cubre países como Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Islandia, Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Reino Unido y Suecia. Las becas se conceden un máximo de nueve meses y lo máximo que se conceden son 1.200 euros.
La ayuda intermedia, que pertenece al segundo grupo, se concede para destinos como Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Malta, Países Bajos y Portugal. Por último, el grupo tres, que equivale a la ayuda más baja, se da a los malagueños que se van a estudiar a países como Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Macedonia del Norte, Polonia, República, Checa, Rumania Serbia y Turquía.
Además de estas becas que se reciben desde la Comisión Europea, la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades, ayuda a los estudiantes malagueños para hacer más llevaderos los gastos que supone estudiar fuera de la ciudad. Este complemento autonómico solo se ofrece si se cumplen una serie de criterios relacionados con el poder adquisitivo y es adicional a las cuantías que fijan la Unión Europea y el Ministerio de Educación.
Julián Núñez, estudiante malagueño que estudiará el curso que viene en un pueblo de Suecia, reconoce que va a recibir ayuda tanto por la Junta de Andalucía como por el Gobierno, pero aún así, es insuficiente. «Me dan por irme a Suecia casi 5.000 euros de beca, pero, aunque parezca que es mucho dinero, 4.000 euros se me van en la residencia, sin contar ni siquiera con el comedor», asegura.
En el caso de Paloma, estudiante de doble gado de Derecho y Administración y Dirección de Empresa, que se fue a Bolonia el pasado curso, se ha encontrado que las habitaciones en Italia no bajaban de los 500 euros. «Estuve comparando los precios de diferentes pisos, pero los precios estaban muy inflados. He llegado a encontrar pisos por 600 euros la habitación. Es una barbaridad», explica.
Lo más asequible: las residencias
Irene Rodríguez, estudiante que vivirá este año su experiencia Erasmus, reconoce que el aumento de los precios durante la pandemia ha cambiado la forma de vivir de los Erasmus con respecto a años anteriores a la inflación y a la pandemia. «Antes, todos mis amigos y yo queríamos mudarnos a pisos para vivir el erasmus de forma más independiente, pero, ahora, no nos queda otra que mudarnos a una residencia. Los precios de alquiler en pisos están demasiado inflados, y pagar casi 500 euros por una habitación tan pequeña no merece la pena», reconoce la malagueña.
De hecho, tal como muestra Julián Núñez, hay lugares, sobre todo en los destinos más demandados, en los que «los caseros se aprovechan mucho de la situación y piden mucho más de lo vale realmente la habitación. Además, en sitios como Suecia, los pisos que están en alquiler tienen una lista con numerosos requisitos».
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