Crónicas de la ciudad

Los andurriales del Asilo de los Ángeles y sus mejoras

En la última década este entorno donde se celebraban los duelos del pasado ha tenido dos mejoras de las que inciden en la calidad de vida de cualquiera

Cuesta al Asilo de los Ángeles, con iluminación y vallas de protección.

Cuesta al Asilo de los Ángeles, con iluminación y vallas de protección. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Los griegos de nuestros días hablan de «El quinto viento», cuando quieren referirse a un sitio muy alejado. En español empleamos una expresión similar, «el quinto pino», en recuerdo de los cinco pinos auténticos que se plantaron en los madriles en la primera mitad del XVIII, el primero de ellos por Atocha y el último, el quinto, por donde hoy están los Nuevos Ministerios.

El quinto pino, el más alejado de todos, era el elegido por muchas parejas para pelar la pava.

También en Málaga, en nuestra historia, hemos tenido sitios que, haciendo un guiño a los griegos, se encontraban «a tomar viento». Entre estos lugares, sin duda uno era el entorno del Asilo de los Ángeles. Como recuerda el abogado y cronista de Málaga Narciso Díaz de Escovar, los alrededores del asilo, al estar donde Franco perdió el mechero y Cristo la sandalia, eran el emplazamiento escogido para celebrar, de manera discreta, duelos a espada o con pistola.

Los tiempos avanzaron y con ellos el desarrollo de la ciudad, que en 1969 ya lucía el comienzo de la barriada de Miraflores de los Ángeles con las cortas miras urbanísticas de la época: mucho bloque y pocas zonas verdes.

Más suerte tuvo un bloquecito en la calle Pedro Gómez Sancho, el último antes de atravesar el túnel que enlaza con la cuesta del asilo, tras dejar atrás la clausurada fuente de la Burra. En este entorno nuestro Ayuntamiento ha realizado en la última década un par de actuaciones de las que mejoran la calidad de vida de cualquiera al instante. 

Jardín de la calle Pedro Gómez Sancho, junto al Asilo de los Ángeles.

Jardín de la calle Pedro Gómez Sancho, junto al Asilo de los Ángeles. / A.V.

En primer lugar, delante de este bloque se encuentra un jardín que en 2010 no pasaba por su mejor momento: la acumulación de basura había propiciado la crianza de un buen ganado de pulgas que llevaba a los vecinos por la calle de la amargura, con sus picaduras de rigor.

El Ayuntamiento, además de limpiar el jardincito, que era pura maleza, cambió su diseño y lo sustituyó por un jardín casi zen, con muchas piedras y plantas grasas, pero afortunadamente sin tocar los árboles que siguen dando sombra. El resultado es que, hasta donde alcanza a saber el autor de estas líneas, las pulgas tuvieron que capitular.

También ha tenido mejoras importante la vecina cuesta al asilo. En los últimos diez años el Consistorio ha colocado, por fin, farolas, para que los ancianos no tuviera que jugarse más el tipo subiendo y bajando esta cuesta sin luz.

Además, una valla evita que nadie pueda, literalmente, meter la pata y acabar con la cadera rota en el aliviadero de pluviales. La ciudad crece y, en este caso, acompañada de mejoras lógicas, aunque se tomaran su tiempo.

Suscríbete para seguir leyendo