Mirando atrás

Academia Malagueña de Ciencias: siglo y medio de Ciencia y entrega a Málaga

La veterana institución ha celebrado esta semana el 150 aniversario de su creación. Fundada como Sociedad Malagueña de Ciencias en 1872, fue la primera institución cultural de Málaga en incorporar mujeres y hoy sigue mirando al futuro

Fernando Orellana, presidente de la Academia Malagueña de Ciencias, con el escudo de la institución inicial, esta semana.

Fernando Orellana, presidente de la Academia Malagueña de Ciencias, con el escudo de la institución inicial, esta semana. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Fernando Orellana muestra una fotografía histórica: una de las primeras instantáneas microscópicas, en este caso de la Philoxera vastatrix, el pulgón que arrasó los viñedos de Málaga el último tercio del XIX. Se trata de una foto de Joaquín Oses por encargo de la entonces Sociedad Malagueña de Ciencias. «El primer informe importante de la filoxera fue de la Sociedad y ayudó a regenerar la vid», explica este conocido oftalmólogo, presidente de la Academia Malagueña de Ciencias (AMC), la denominación que la institución tiene desde 2002.

Fernando Orellana muestra una temprana fotografía microscópica de la filoxera

Fernando Orellana muestra una temprana fotografía microscópica de la filoxera / Alex Zea

Si la filoxera se detectó en la provincia de Málaga en 1877, cinco años antes, el día de la Inmaculada de 1872, hace ahora siglo y medio, un grupo de científicos celebraba la sesión inaugural de la Sociedad Malagueña de Ciencias, entre cuyos principales propósitos estaba el realizar estudios científicos y aplicarlos «a la industria, comercio y agricultura», además de la creación de un museo sobre la fauna, flora y minerales de la provincia.

Su primer presidente fue el geólogo malagueño Domingo de Orueta Aguirre y a lo largo de su existencia, ha contado con personajes decisivos para la Historia y el desarrollo de Málaga como José María de Sancha, Manuel Giménez Lombardo, José Gálvez Ginachero, Fernando Guerrero Strachan, Simeón Giménez Reyna, José Martínez-Falero, Francisco Bejarano, Modesto Laza, Juan Temboury o José Ángel Carrera.

El geólogo malagueño Domingo de Orueta Aguirre, primer presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias.

El geólogo malagueño Domingo de Orueta Aguirre, primer presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias. / Archivo Manuel de Orueta

La Sociedad Malagueña de Ciencias editó además la primera revista científica de Andalucía y fue también la primera institución cultural de Málaga en incorporar a mujeres entre sus miembros: la primera socia fue Eda Dybouska en 1904.

«La Sociedad Malagueña de Ciencias fue rompedora cuando nació. En una Málaga con una enorme tasa de anafalbetismo trajo los medios para comunicar la Ciencia y desarrollarla», destaca Fernando Orellana. Miembro de la AMC desde 1990, subraya además la independencia de la que hace gala la institución, lo que le ha permitido en estos 150 años emitir informes y dictámenes sobre cuestiones de actualidad. «En este aspecto la Academia ha sido siempre muy activa y en los momentos cruciales de Málaga siempre hemos dado respuesta».

Juan Lucena, Alfredo Asensi, José Ángel Carrera y Luis López Peláez en una rueda de prensa en la sede administrativa de la AMC en 2004.

Juan Lucena, Alfredo Asensi, José Ángel Carrera y Luis López Peláez en la presentación de un informe sobre le estado del litoral en la provincia en 2004. / Carlos Criado

En este sentido, Fernando Orellana remarca que la AMC lleva «décadas hablando del agua» y recuerda que el primer informe, de José Ángel Carrera, «tiene 27 años y si se hubiera hecho caso a sus recomendaciones, que no eran excesivamente caras, la situación de la provincia sería otra». A este respecto, lamenta la poca receptividad de la clase política. 

La Academia también se ha pronunciado ante cuestiones como el cambio climático, se ha opuesto al proyecto de hotel rascacielos en el Dique de Levante y también alertó en su momento del proyecto de túnel bajo el Paseo de los Curas: «El problema es el subsuelo, las capas freáticas, no es sólo una cuestión de ingeniería sino de repercusiones a distancia, por eso hay que sopesar muy bien lo que se hace porque si creamos una barrera subterránea en un terreno ganado al mar podría dañar seriamente al Parque», explica el presidente, quien detalla que a la hora de emitir informes, «aunque no tenemos la capacidad de la Universidad de Málaga, contamos con el conocimiento y prestigio de los académicos y a veces se recurre a expertos de fuera de la Academia».

Nombramiento de la bioquímica asturiana Margarita Salas como académica de honor de la AMC, en 2009.

Nombramiento de la bioquímica asturiana Margarita Salas como académica de honor de la AMC, en 2009. / Gregorio Torres

El presidente quiere resaltar que las academias «fomentan el espíritu crítico, tienen una visión independiente y divulgan el conocimiento».

En la actualidad, la AMC cuenta con 103 miembros, de ellos, 49 son académicos de número, 27 de mérito, 7 de honor y otros 20, académicos correspondientes. Además, sus miembros se reparten en cinco secciones: Biosanitaria; Matemáticas, Físicas y Naturales; Tecnológicas; Ciencias Sociales y Humanidades y la última incorporación, Medio Ambiente y Territorio, «porque nos jugamos un poco el futuro de la Humanidad», resalta. 

El papel de las academias

Esta semana, para conmemorar el siglo y medio de existencia, la AMC organizó en el Rectorado y el Palacio de la Aduana un congreso de academias europeas, españolas y andaluzas en el que la cuestión primordial ha sido debatir el papel de estas instituciones en nuestros días porque «las academias no son iguales que las del XIX, si no, no tendrían razón de ser y no merecería perder el tiempo», subraya Fernando Orellana.

Por este motivo, la Academia Malagueña de Ciencias aprovechó el congreso para hacer pública una declaración sobre el papel de las academias en el siglo XXI, cumpliendo el encargo que les hizo el Rey Felipe VI en 2014.

Toma de posesión como académica de número de Esther Cruces en la Academia Malagueña de Ciencias en 2017.

Toma de posesión como académica de número de Esther Cruces en la Academia Malagueña de Ciencias en 2017. / Gregorio Torres

En esta declaración se subraya el propósito de renovar y adaptarlas «al tiempo actual» que haga «más efectiva y real la incorporación de la mujer». También resalta que siguen siendo «absolutamente útiles y necesarias para el progreso material, intelectual y solidario de ciudadanos y estructuras sociales».

La declaración aboga por un marco legal y reglamentario «adecuado y coherente» y un registro estatal y autonómico de academias, así como por una financiación adecuada que además favorezca el patronazgo mediante una actualización de la Ley de Mecenazgo. También se comprometen a trabajar «juntos, coordinados y sumando esfuerzos» y a mejorar la comunicación de la actividad y divulgación del conocimiento, «para que no quede confinado en bibliotecas, archivos o centros de saber sino que llegue, estimule y oriente al mayor número de ciudadanos».

«Una sede digna»

Terrenos del Campamento Benítez en 2020.

Terrenos del Campamento Benítez en 2020. / A.V.

En 1973 y tras 95 años, a causa de unas lluvias la entonces Sociedad Malagueña de Ciencias tuvo que dejar la sede que a perpetuidad tenía concedida en el antiguo Colegio de San Telmo. Desde hace 20 años cuenta con una pequeña sede administrativa en calle Moratín. Fernando Orellana lanza la propuesta de «una sede digna» en el Campamento Benítez en una Casa de la Ciencia abierta a otras entidades y equipamientos científicos, que salde la deuda pendiente desde hace medio siglo.