Calle Granados
Cliché Selfie Gallery: la aventura de fotografiar la fantasía
En julio abrió la primera galería sensorial, interactiva y fotografiable de Málaga, una nueva oferta de ocio presente en ciudades como Madrid, Amsterdam, Nueva York o Tokio. Los usuarios pueden permanecer una hora haciendo fotos en 300 m2 de diseño total

Dos visitantes se toman fotos en uno de los rincones de esta galería multisensorial / Alex Zea
«Esto era una apuesta segura, somos los primeros en Málaga y Málaga está que lo ‘peta’», resume Rosa Manjón, directora de ‘Cliché Selfie Gallery’, que abrió sus puertas en calle Granados, junto a la plaza de Uncibay, el pasado mes de julio.
Cliché es una novedad en Málaga y probablemente en Andalucía, una galería «sensorial, interactiva y fotografiable, ahí es nada», comenta la directora. Al usuario le aguardan dentro 300 m2 de colores, diseños, texturas, arquitecturas imposibles y hasta olores a los clásicos chupa chups Kojak o a frutas tropicales en diferentes estancias, como una moderna Alicia en el País de las Maravillas, sólo que armada con el móvil para guardarse para siempre la aventura.

Un grupo de usuarios en la entrada de la galería. / Alex Zea
Como explica la directora, la idea surgió de ella y otras dos personas durante el confinamiento, cuando entraron en la web de una galería de este tipo en Madrid. «Dijimos: ¿pero de verdad hay gente que va a sitios con fondos a hacerse fotos? y a partir de ahí empiezas a tirar del hilo y ves el de Madrid, el de Tokio, Amsterdam Nueva York... hay en todas las grandes capitales».
Cuando el confinamiento concluyó, visitaron en Madrid este tipo de galerías «por arriba y por abajo» y con la empresa malagueña de arquitectura y diseño ‘Verde BOTHellas’ se pusieron manos a la obra. «Las líneas maestras se las dimos y luego ha sido un mundo, porque la creatividad cada cual tiene la suya y esto es un sitio supercreativo y la verdad es que hemos intentado que desde el primer escalón hasta el último rincón todo sea fotografiable», remarca.

La sala Málaga. / Alex Zea
Este viaje a través del espejo acaban de finalizarlo Carmen y Magali, dos amigas de un pueblo de Sevilla. Carmen cuenta que habían estado en una galería de este tipo en Madrid, «pero nos ha gustado más esta, volveremos con más gente».
Carmen y Magali han posado para La Opinión en una habitación de ensueño, con globos de papel y espejos que multiplican este universo mágico.
Antes, hay que atravesar un túnel de espejos y ángulos salientes que no habrían desentonado en ‘2001: Una odisea del espacio’.
«La gente flipa pero ¿sabes lo que pasa?, que vienen muchos pensando en hacer fotos y hay muchas veces que llegan al final y no lo han hecho porque se quedan mirando y mirando», comenta Rosa Manjón.

La directora, Rosa Manjón, en un rincón de Cliché Selfie Gallery. / Alex Zea
Arribar al Cielo
Y sólo queda mirar cuando, por ejemplo, se llega a la habitación ‘Málaga’, con letras gigantes con el nombre de la ciudad y un color de película de Almodóvar o al alcanzar ‘el Cielo’, con cabina de teléfonos incluida y un mar de nubes en el techo, las paredes y por supuesto, el suelo.

El Cielo es una habitación plagada de nubes. / Alex Zea
Hay más aventuras sensoriales como atravesar un ‘mar de los sargazos’ de telas amarillas que cuelgan del techo, visitar el baño de lunares rojos o toparse con paredes forradas con tutús de bailarina.
Mientras La Opinión se pierde por esta quimérica galería, acaba de entrar una familia eslava y a los niños se les dibuja una sonrisa.
«Es un trabajo que está muy guay porque la gente sale de buen humor», comenta Carmen Krauel, que es la fotógrafa de Cliché, porque, como detalla, la galería también ofrece la posibilidad de una sesión de fotos. «De momento lo que más han venido han sido parejas aunque hay de todo, desde gente que le gustan las fotos más románticas hasta personas que han venido solas y han querido auto regalarse una sesión para su cumpleaños, dependiendo del tipo de persona le saca un partido distinto al espacio».
Alejados del ‘cliché’ de las galerías convencionales, en este local de calle Granados hay una peluquería sesentera, un rincón discotequero de los 70, otro para emular a Freddy Mercury o una pared entera con objetos incrustados, a disposición de las fotos de grupo.

Carmen Krauel, en la piscina de bolas. / Alex Zea
Pero lo que todo el mundo debe probar y para ello sólo hay que descalzarse es la piscina con 8.000 bolas de plástico, un espacio para zambullirse de cabeza mientras inmortalizan al usuario en pleno salto. Además, abundan las gafas, pelucas, papelitos plateados, gorras... «Esto no lo había en Madrid y aunque da mucho trabajo, mucho limpiar, a la gente le encanta que haya todos estos elementos», explica la directora.
La hora se va volando, envueltos en olores, música y sorpresas. «Queremos que la gente lo pase bien y disfrute, mola tener un trabajo donde haces feliz a la gente», confiesa Carmen Krauel.
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