Crónicas de la ciudad

La Inmaculada y Fray Leopoldo en Capuchinos

La primera escultura aprovechó una fuente diseñada por José María de Sancha, la segunda fue fruto de la suscripción popular y se inauguró en 2007

Escultura de Fray Leopoldo de Alpandeire en la plaza de Capuchinos, este pasado verano.

Escultura de Fray Leopoldo de Alpandeire en la plaza de Capuchinos, este pasado verano. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La preciosa plaza de Capuchinos, una de las más bonitas de Málaga, aúna una vegetación espectacular con monumentos cargados de Historia o cuando menos, de historias.

A la primera categoría pertenece el monumento a la Inmaculada, porque como ya contamos hace un par de años en esta sección que en realidad se trata de un monumento reutilizado ya que inicialmente era una fuente diseñada en 1877 por el renombrado José María de Sancha y no fue hasta el año 1921 cuando sobre ella se instaló un Triunfo Mariano encargado en la casa Raff de París que aunque parezca una estatua de mármol en realidad es de hierro fundido pintado de blanco.

La Inmaculada, patrona de la Infantería Española, se instaló en el año más cruento de la Guerra de Melilla, el del Desastre de Annual, así que tenía todo el sentido del mundo la transformación de la antigua fuente en monumental peana.

Otro elemento, si no cargado de Historia porque no tiene tantos años pero sí de ‘historias’ es el monumento a Fray Leopoldo de Alpandeire, inaugurado el 17 de diciembre de 2007, obra del escultor granadino Miguel Moreno y costeado por suscripción popular.

Inauguración de la escultura en 2007.

Inauguración de la escultura en 2007. / Daniel Pérez

La obra fue fruto de la constancia de la orden capuchina, que planteó el proyecto coincidiendo con los 50 años del fallecimiento del famoso religioso malagueño en Granada, en 1956, cuando contaba 92 años.

Fue el fraile antequerano José Antonio Márquez, administrador de la Causa de Beatificación de Fray Leopoldo (una causa que llegó a buen puerto porque fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2010), quien se reunió en 2006 con el alcalde Francisco de la Torre para trasladarle el proyecto, del que la orden tenía un boceto.

El capuchino José Antonio Márquez, que cuando era un joven novicio de 17 años conoció al fraile de Alpandeire en el convento de Granada, explicó al alcalde que ya existía una estatua del religioso en Granada y que el emplazamiento ideal para la obra para Málaga era la plaza de Capuchinos, frente al antiguo convento y al lado del monumento a la Inmaculada, «porque a Fray Leopoldo no se le entiende sin la Virgen», contaba por entonces a La Opinión.

La obra de Miguel Moreno, de alrededor de dos metros de altura, inmortaliza al religioso de Alpandeire en actitud de oración y concentración y fue fruto de las aportaciones de cientos de personas, algunas de 50 céntimos pero todas sumaron para que el barrio de Capuchinos pudiera tener en su plaza más insigne al fraile capuchino más querido. 

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