Efeméride

14 de noviembre de 1989, el día de la gran inundación de Málaga

La fuerte tormenta caída durante toda la mañana del 14 de noviembre y parte de la tarde inundó importantes zonas de Málaga, provocó seis muertos y daños valorados en 300 millones de euros

Hace 33 años se vivió uno de esos trágicos episodios que marcan la vida de la ciudad. La falta de infraestructuras hidráulicas y unas lluvias torrenciales que superaron toda previsión posible anegaron la ciudad el 14 de noviembre de 1989. Todos los que lo vivieron mantienen el recuerdo de dónde estaban y cómo les afectó. No fue para menos. Murieron seis personas y más de 2.000 tuvieron que ser evacuadas de los polígonos industriales de la ciudad, los más afectados por estar en terrenos bajos de la cuenca del Guadalhorce, que se desbordó arrasando todo a su paso. Los daños se cuantificaron en 50.000 millones de las antiguas pesetas, lo que serían unos 300 millones de euros.

La tormenta ya avisó el 13 de noviembre, cuando los fuertes vientos de Levante llegaron a derribar una torreta de iluminación de La Rosaleda y un coche se empotró contra una farola en la capital, mientras que los paseos marítimos de Fuengirola y La Carihuela sufrieron numerosos destrozos. Eso fue el preludio de lo que ocurrió el 14 de noviembre. El cielo estaba cubierto con negros nubarrones, tanto que parecía el atardecer aunque el día estaba muy avanzado. Los truenos y los rayos marcaban el sonido de esa mañana, cuando sobre las 12.45 horas de la mañana comenzó a caer una tromba de agua que estuvo acompañada de una potente granizada.

En dos horas se recogieron 150 litros por metro cuadrado en la capital y 200 litros en el Valle del Guadalhorce. La media en las cinco horas siguientes en Málaga capital fue de 100 litros por metro cuadrado, una cifra aderezada con vientos de 85 kilómetros por hora.

Zonas inundadas

En el Centro, el Guadalmedina y dejó su huella en puntos como el paseo de Martiricos, El Perchel, El Corte Inglés, Hacienda y especialmente La Trinidad, cuajada de placas blancas de granizo y la desolación cada vez más palpable en sus calles. Además, estuvo la coincidencia de las obras en la desembocadura del río, que había abierto un tramo del muro del cauce para los trabajos de encauzamiento y permitió, así, que el agua inundara por completo la calle Medellín, junto a Salitre.

La Carretera de Cádiz en especial los barrios de La Luz y La Paz. En este último barrio la mayoría de las tiendas quedó anegada. En el barrio de la Victoria se vivió la transformación de la calle Cristo de la Epidemia y la propia Victoria en una torrentera de mucha potencia. De esas horas, a Enrique Perea, un malagueño que entonces tenía 14 años, no se le ha borrado una imagen: «Recuerdo estar asomado al balcón con una amiga y ver los ataúdes del cementerio de San Miguel flotando calle abajo». De hecho, durante los días siguientes se encontraron restos óseos en las calles aledañas.

Río Guadalhorce

Pero sin duda el gran protagonista de esa jornada fue el río Guadalhorce. El río se desbordó hasta convertir en su margen izquierda algunas calles de los polígonos industriales en impracticables, con agua que llegaba a la cintura. El río Campanillas hizo lo mismo. Miles de personas que trabajaban en los polígonos quedaron aisladas.

El único dato positivo de esos momentos fue que, por suerte, no se cumplieron las previsiones más pesimistas, que hablaban de que se volverían a vivir fuertes lluvias entre las 6 y 8 de la tarde. Dos horas antes, hacia las 4, el cielo había comenzado a calmarse.

Seis fallecidos

Pero la situación era de colapso total: Málaga estaba aislada, con todos los accesos cortados, incluido por supuesto el tren. Y empezaron a conocerse las primeras muertes: el matrimonio formado por Francisco Martín Saldaña y Dolores Mezcua Sotomayor, padres de seis hijos, que fallecieron en su casa mata junto al arroyo de la Barriguilla, cerca de la calle Castilla. Al parecer, al construirse un muro de contención se dejó muy poca capacidad de desagüe al arroyo y se formó un pantano. El agua llegó hasta el techo de la vivienda.

También perdió la vida el joven de 15 años Sebastián Jiménez Gómez. Su cuerpo apareció cerca de La Concha, junto a La Azucarera. Sebastián regresaba a Málaga de Torremolinos, un camión le cruzó el río Guadalhorce (iba subido detrás), cayó, se golpeó en la cabeza y murió ahogado.

Y la fatalidad acabó con la vida del generoso voluntario de la Cruz Roja Casimiro Jiménez Funes, un jiennense de 34 años, casado y padre de dos hijos. Sufrió un accidente mortal en Las Pedrizas cuando conducía una ambulancia acompañado por otros cuatro voluntarios. No pudo socorrer a los malagueños.

A las once de la mañana del día siguiente se descubrió el cadáver de Francisca Muñoz Calderón, de 47 años, que vivía en el cortijo Cherio, cerca de Almogía. Le arrastró la corriente cuando viajaba en coche con su marido, quien sí pudo salvar la vida.

El sexto fallecido también debe incluirse en estas páginas aunque murió por unas lluvias posteriores, pues los sinsabores climáticos se prolongaron de forma intermitente hasta el puente de diciembre: el viernes 17 de noviembre se localizaba el cadáver del agricultor Antonio Báez Tirado en Villanueva de la Concepción, de 42 años. Su Land Rover fue arrastrado por un arroyo.

Casi todas las naves y fábricas de los polígonos industriales de Santa Teresa y Guadalhorce quedaron anegadas por las aguas, lo que provocó que más de 2.000 personas permanecieran aisladas durante horas, hasta que en la madrugada del martes al miércoles fueron rescatados por el Ejército, la Policía y los servicios de emergencias

Entre las empresas más dañadas, Fujitsu, que se quedó con 350 trabajadores atrapados en la sede. Las aguas alcanzaron allí los dos metros de altura. Las pérdidas económicas fueron enormes, igual que en Bimbo o en la central lechera Colema-Puleva, gravemente dañada, y en la que dos empleados, refugiados en la caseta de entrada, saltaron al agua para no morir ahogados. Y ya en La Concha, el panorama de destrucción se cernía sobre la Citroën, Canon o la Naviera Antonio de la Peña, con sus yates y barcos sacudidos por ese fiero temporal de tierra.

Las lanchas cruzaban sin descanso esa Málaga navegable sobre la que se cernía la noche. Acudieron a socorrer el Grupo de Artillería Ligera número 2 de Granada, que se trajo siete camiones especiales, los bomberos, los socorristas de la Cruz Roja y sus lanchas zodiac, helicópteros, la Policía Local y hasta la policía de reserva de Granada.

En la urbanización Guadalmar, construida junto al Guadalhorce, los vecinos fueron realojados en el hotel de la urbanización y en el Campamento Benítez.

Comenzaba también a llenarse el centro municipal de acogida de la calle Góngora, numerosos colegios, La Misericordia o la estación de autobuses. Unas 1.400 personas pasaron la noche fuera de casa y los servicios sociales tuvieron que atender a 662 afectados.

Las comunicaciones se fueron restableciendo a lo largo de la noche. A las 3 de la mañana hizo su aparición en la estación el primer autobús. Eran unos agotados viajeros que, procedentes de Marbella, habían estados retenidos 12 horas en el cruce del aeropuerto. Una hora más tarde, los coches particulares cruzaban el puente del Guadalhorce. A las 6.30 de la mañana se dieron por finalizadas las labores de rescate.