Crónicas de la ciudad

El palo borracho junto al Postigo de los Abades

Pocas veces el concepto ‘pantalla vegetal’ tiene una plasmación tan bella y eficaz como este árbol en la confluencia de la Cortina del Muelle con el Postigo de los Abades

El palo borracho en flor, la semana pasada, a primera hora de la mañana.

El palo borracho en flor, la semana pasada, a primera hora de la mañana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Desde su fundación el Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) ejerce de conciencia cívica de Málaga, muchas veces a contracorriente del Ayuntamiento, sobre todo en lo que más le concierne, la situación medioambiental de la ciudad.

Ayer, La Opinión se hacía eco de un recordatorio más del OMAU: si queremos cumplir con los objetivos marcados por la Comisión Europea sobre cambio climático, Málaga deberá contar con más zonas verdes y menos tráfico y como apunta el director del OMAU, Pedro Marín, si es posible con más árboles que den sombra y menos palmeras.

Con 11,35 m2 de zonas verdes por habitante, todavía nos queda un trecho para situarnos en lo recomendable por la Organización Mundial de la Salud: entre 15 y 20 m2. Reverdecer una ciudad castigada largos años por un desarrollo urbanístico caótico es todo un reto pero ahí tenemos actuaciones sensatas y positivas como la futura zona verde del Campamento Benítez o el parque de San Rafael, frente a la pena de haber perdido el parque urbano más grande de Málaga (Repsol) por la ceguera municipal.

También habría que solucionar, claro, meteduras de pata como la cruenta plaza de la Biznaga, en García Grana, que es una oda perenne a la insolación.

De las bondades que un solo árbol -eso sí, con muchos años a sus espaldas- puede deparar en Málaga tenemos un precioso ejemplo en la confluencia de la Cortina del Muelle con el Postigo de los Abades.

Allí hunde sus raíces una imponente palo borracho rosado (Ceiba pubiflora). Antes de la peatonalización de todo el entorno el árbol tenía delante un buen número de yucas que no permitían apreciar el ejemplar en toda su magnitud.

Hoy, reina en solitario a dos pasos de la Catedral pero, al mismo tiempo ejerce una función primordial de pantalla vegetal pues en este majestuoso entorno monumental y con el Parque a un tiro de piedra, logra semiocultar un mediocre bloque de viviendas y el siniestro Garaje-Catedral, que pese a la enorme curva de su fachada, algo que se agradece, no deja de ser un edificio con aspecto de sede de la Stasi alemana en el corazón monumental de la ciudad.

En 2015, como utópico sueño para una Málaga mejor y más hermosa, el Colegio de Arquitectos propuso demoler la manzana del Málaga Palacio para realzar la Catedral. Como el sueño es caro de narices, mientras se materializa un siglo de estos, un sólo árbol ofrece hermosura, sombra, salud y nos borra de la vista lo peor de nuestro Urbanismo.

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