Limpieza

Los vecinos sacan brillo a Monte Dorado

La asociación de vecinos de Monte Dorado organizó el sábado pasado, con la colaboración municipal, una jornada para retirar basura que ha logrado unir más al barrio

Parte de los vecinos concentrados el pasado sábado 12 para la jornada de limpieza en los rincones más problemáticos del barrio, la mayoría relacionados con la práctica de botellón.

Parte de los vecinos concentrados el pasado sábado 12 para la jornada de limpieza en los rincones más problemáticos del barrio, la mayoría relacionados con la práctica de botellón. / La Opinión

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Lo bonito de esta idea es que ha servido para unir al barrio. Antes nos cruzábamos por la calle y nos mirábamos de reojo y ahora ya están pensando en reunirse para Navidades con una cena o un almuerzo», cuenta de la jornada de limpieza el pasado sábado Miguel Campos, vecino de Monte Dorado y miembro de la Asociación de Vecinos Colina Aceitero.

Como explica a este periódico, todo comenzó con la idea de un vecino, Juan Cueto, «un hombre mayor del barrio, ya jubilado», al que se le ocurrió que los vecinos pasaran un día juntos limpiando las zonas más problemáticas de este barrio de autoconstrucción.

De la mano de la asociación de vecinos, pidieron la colaboración al distrito. «Nos dieron rastrillos, cepillos y sombreros de la Feria y luego Limasam unos contenedores pequeños y guantes», cuenta Miguel Campos, quien explica que a la convocatoria acudieron una veintena de vecinos de todas las edades, una cifra nada despreciable en este barrio, en su mayoría de casas mata.

Algunas de las bolsas recogidas, la mayoría con botellas de plástico y de cristal.

Algunas de las bolsas recogidas, la mayoría con botellas de plástico y de cristal. / La Opinión

Además, colaboró la empresa Sáenz del barrio y se sumaron miembros de la Asociación de Agentes Dinamizadores RSC (Responsabilidad social corporativa), que desarrollan el proyecto MAPA (Málaga Ciudad Saludable a través de la protección ambiental de zonas vulnerables), subvencionado por el área de Derechos Sociales, informa el presidente de este colectivo, Antonio Martos.

El objetivo fueron calles como El clarinete, El oboe, Pasión, El Fagot o el Pasaje El Minueto y en concreto, zonas verdes y parcelas municipales que son pasto de los botelloneros.

De hecho, como explica Miguel Campos, la mayoría de la basura recogida consistió «en botellas de plástico y de cristal, que es lo que nosotros tememos más, que se calienten con el sol y arda el monte».

El vecino de Monte Dorado detalla que el área principal para practicar el botellón es una zona verde que linda con las calles el Oboe y el Clarinete sobre la entrada del túnel de Monte Dorado, la avenida de Guerrero Strachan.

En esta parcela, por la parte que da a las calles el Oboe y el Fagot hay un bosquecito, en su mayoría un pinar que es el que temen los vecinos que arda, con el riesgo de que pase a las viviendas.

El temor se traslada a la intersección de la calle el Fagot con el Clarinete, una parcela municipal que tradicionalmente acoge mucha basura y en cuya esquina hay un transformador de Sevillana de un tamaño considerable.

Foto de archivo de basura en la calle El Fagot.

Foto de archivo de basura en la calle El Fagot. / G.M.

Siete bolsas

«En total recogimos siete bolsas de basuras», recuerda Miguel, al tiempo que destaca que todo el que ensucia el barrio lo hace «por falta de civismo porque hay papeleras». A este respecto, cree que en el barrio harían falta carteles pidiendo lo obvio: el uso de papeleras, aunque apunta que ya están en marcha los que también piden recoger los excrementos de los perros, una práctica desgraciadamente no tan extendida como quisiera.

Los agentes dinamizadores ofrecieron un juego para todas las edades para aprender a reciclar bien la basura.

Los agentes dinamizadores ofrecieron un juego para todas las edades para aprender a reciclar bien la basura. / La Opinión

Por otra parte, los agentes dinamizadores ofrecieron un juego para todas las edades pero que disfrutaron mucho los niños, para aprender a reciclar bien la basura: consistía en una gran lona compartimentada en colores y con agujeros, además de una pelota que había que dirigir al agujero preciso.

Para Miguel Campos, el día de trabajo en común ha sido más que positivo por la posibilidad de compartir tiempo con los vecinos en un barrio con sello propio: «Como tenemos una orografía muy especial y unos vivimos arriba y otros abajo, nos juntamos vecinos que no nos conocíamos. Al final, tras terminar, un vecino propuso hacer un arroz y otro, confitero, estuvo repartiendo dulces».

Ahora, señala, los vecinos están aportando ideas para mejorar el barrio desde el punto de vista medioambiental. Pocas veces un sábado dio para tanto.