Nuevas tecnologías

Ser nómada digital desde los 18 años

Phillip es un joven austriaco que vive en Málaga desde agosto - Trabaja en su negocio de desarrollo de software en un ‘coworking’ en el Soho

Philip, en el espacio ‘The Living Room’ en Málaga. | ÁLEX ZEA

Philip, en el espacio ‘The Living Room’ en Málaga. | ÁLEX ZEA / ana barranco. málaga

Ana Barranco

Ana Barranco

Uno de los secretos que esconden las sinuosas calles del Soho, en el Centro Histórico, son los grafitis, de todos los colores y mensajes posibles. Pero no es el único. Existe un local, de dos plantas, que alberga a trabajadores de todo el mundo, sobre todo españoles, británicos y alemanes. Es ‘The Living Room’.

Al entrar, el espacio recibe con varios sofás y un mural que dice ‘The family’, donde están las fotos de todos los trabajadores que allí comparten su tiempo, a pesar de no pertenecer a la misma compañía, o siquiera, al mismo sector productivo. Al fondo, se ubican una mesa de ping pong y, en la primera planta, unas cabinas insonorizadas para hacer llamadas, y muchos escritorios. Phillip es uno de los jóvenes que alquilan el espacio para desempeñar su trabajo. En su caso, su propio negocio de desarrollo de software y soluciones informáticas.

El nómada digital tiene experiencia en vivir fuera de su ciudad natal, Viena. Málaga no es tampoco su segunda residencia, pues antes pasó una temporada en Berlín. «Llegué en agosto, pero he estado aquí un par de veces desde 2017, visitas cortas. Este año decidí mudarme aquí para estar con mi novia», relata el joven emprendedor.

Para los nómadas digitales es asequible, más que otros países como Austria, Francia o Alemania. Para todo, desde alquilar una casa, salir a cenar...

Ya con 18 años consideró montar su propio negocio tecnológico. Actualmente, es el único encargado de la compañía: «Es difícil porque tengo que hacer el diseño, la programación, los servidores, la comunicación... Tengo que aprender muchas cosas adicionales».

Málaga le parece una ciudad «maravillosa», sobre todo por la calidad de vida y el clima: «Para los nómadas digitales es asequible, más que otros países como Austria, Francia o Alemania. Para todo, desde alquilar una casa, salir a cenar, etc.» Asimismo, el coworking le permite trabajar con muchas personas diferentes que pasan a ser sus amistades.

Joanna es una de ellos, y llegó a la ciudad hace un año y medio. La joven polaca tomó su decisión después del confinamiento por el Covid. «El sol, el calor, te dan una calidad de vida que no hay en Polonia». Es gerente de proyectos de Haití en una compañía internacional, aunque es autónoma. «He tenido trabajo remoto desde hace años, antes de que fuera popular. He trabajo en Portugal, Estados Unidos y México», aclara en una entrevista telefónica a La Opinión. El teletrabajo le permite atender a su hijo de tan solo cuatro años. «Puedo cuidar de mi hijo, no invierto tiempo en ir y volver de la oficina».

Los días que puede hace sus jornadas laborales en ‘The Living Room’, un espacio por el que paga algo parecido a un alquiler o una suscripción mensual, que ronda entre los 100 y los poco más de 200 euros. Es por eso que señala que «por ahora quiere quedarse».

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