Crónicas de la ciudad

Pasaje Ferrería de Heredia: un deseo para 2023

Ojalá que en este año electoral nuestros políticos bajen del platónico mundo de las ideas inmobiliarias y arreglen de una vez este vergonzoso agujero espacio-temporal

Un rincón de la explanada del Pasaje Ferrería de Heredia, este mes, con las últimas infraviviendas del Bulto.

Un rincón de la explanada del Pasaje Ferrería de Heredia, este mes, con las últimas infraviviendas del Bulto. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En la estupenda ‘Crónica de Dalkey’, la última novela del irlandés Flann O’Brien, un personaje es capaz de doblegar el tiempo y el espacio y mantener conversaciones con San Agustín sin moverse de un pueblecito próximo a Dublín.

También sin movernos de Málaga, en cierto punto de nuestra ciudad podemos atisbar un rincón de la celebérrima novela ‘Tiempo de silencio’ y viajar al Madrid suburbial de finales de los 50 sin necesidad de artilugio alguno.

Por eso y aunque más de media Humanidad desee para el año próximo la jubilación forzosa del gánster del Kremlin, en esta sección abogamos por una meta más modesta: que nuestros políticos se remanguen la camisa y, ahora que soplan vientos electorales, lo den todo para acabar con el agujero espacio-temporal de la trasera del Cottolengo, en El Bulto.

Como saben quienes frecuentan la zona o esta sección, se trata de un rincón que jamás pisarán los técnicos evaluadores de la Expo 2027 porque la candidatura de Málaga se caería con todo el equipo ante un paisaje tan ‘insostenible’.

La foto que ilustra la crónica de hoy está tomada este mismo mes pero lo cierto es que se pueden dejar caer cualquier día del año y obtendrán un impresión parecida.

Se trata de la explanada de la calle Ferrería de Heredia, instalaciones industriales que ocupaban parte del hoy vecino Parque Huelin, al otro lado de la calle. Al otro extremo tienen las últimas chabolas o, al menos, infraviviendas del Bulto.

La explanada, en perenne estado semisalvaje, es una propiedad privada reconvertida en aparcamiento temporal y no deja de regalarle días de gloria a los vecinos en forma de coches incendiados y contenedores próximos que, también ellos, arden por las pocas luces de algunos cabestros.

Los vecinos han perdido la cuenta de los años que llevan denunciando el abandono en el que se encuentra y cómo en este terrizo sin ley se acumula la basura y se evidencia el abandono de un agujero no sólo espacio-temporal, también burocrático, pues nuestro Consistorio no da con la tecla para meterlo en cintura.

Hay, por supuesto, planes urbanísticos para reformar la zona, pero mientras llegan los vecinos se tienen que aguantar y esperar tiempos mejores.

Ojalá que en 2023, con el acicate electoral, nuestros políticos abandonen el platónico ‘mundo de las ideas inmobiliarias’ y bajen a la realidad a mejorar rincones reales como este. Feliz año.  

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