Dibujo

Toledo, en la mirada de Luis Ruiz Padrón

El arquitecto malagueño, antiguo colaborador de La Opinión, acaba de presentar ‘Toledo. Acuarelas de viaje’ (Anaya), un libro en el que plasma en unas 130 estampas la ciudad imperial. El dibujante pudo trabajar en la ciudad casi sin visitantes, durante la pandemia en 2020

Luis Ruiz Padrón, estas Navidades con su nueva obra, en la librería Mapas y Compañía.

Luis Ruiz Padrón, estas Navidades con su nueva obra, en la librería Mapas y Compañía. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

De la prodigiosa mano de Luis Ruiz Padrón (Málaga, 1969) surgen el Alcázar, puentes, murallas, capiteles visigodos, mezquitas, catedrales, sinagogas y hasta el moderno Palacio de Congresos El Greco. El pasado y presente de la antigua ciudad imperial han sido plasmados en cerca de 130 dibujos en ‘Toledo. Acuarelas de viaje’, que acaba de publicar con la editorial Anaya, junto con los textos de Pepo Paz Saz.

«No había dibujado nunca con Anaya, en un momento dado decidieron sacar sus propios títulos de ciudades ibéricas -porque también está Lisboa- y para mi sorpresa, me escribieron», explica.

Detalle del pedestal de la escultura de Carlos V en el Alcázar de Toledo.

Detalle del pedestal de la escultura de Carlos V en el Alcázar de Toledo. / Luis Ruiz Padrón

Al arquitecto malagueño le dieron a escoger la ciudad que quisiera y cuenta que eligió Toledo, «porque no sólo es una de las ciudades más bonitas de España sino de las más dibujables. Había estado allí dibujando antes, pero por ocio y tenía ya cierta visión de lo bonito que podía ser un libro sobre Toledo».

«Una forma de mirar el mundo»

En una época en la que en Arquitectura impera la tecnología y dentro de ella las infografías cada vez más avanzadas, Luis Ruiz Padrón, sin desmerecer de los avances para su profesión, sigue defendiendo el dibujo tradicional «porque es una forma de mirar el mundo y para un arquitecto desde luego es utilísimo ya que por un lado despiezas la realidad y luego la recompones en el papel; ese proceso mental es lo interesante».

Como curiosidad, empezó a trabajar en Toledo a comienzos del año 2020 y tras el estallido de la pandemia, como se permitía la movilidad interprovincial por motivos laborales, tuvo «el extraño privilegio de tener Toledo para mí solo. La ciudad estaba absolutamente vacía, sólo en Zocodover había un par de comercios abiertos y un par de policías locales», recuerda.

Con la ayuda de una carta de la editorial para que le facilitaran el trabajo, no tuvo problemas para moverse por la ciudad en las tres visitas que realizó para el libro, la más prolongada durante una semana. De esta manera, pese a las circunstancias, pudo entrar incluso en edificios cerrados al público, como el moderno archivo municipal de Toledo. «Me abrieron las puertas y me atendieron muy bien», recuerda.

El casco viejo de la ciudad imperial desde la Ermita del Valle.

El casco viejo de la ciudad imperial desde la Ermita del Valle. / Luis Ruiz Padrón

A la hora de realizar sus creaciones, este corresponsal en Málaga del colectivo internacional de los ‘Urban Sketchers’, el de los dibujantes al pie de la calle, ha seguido la regla de dibujar in situ el motivo, «porque siempre que lo haces aunque pierdes en perfección ganas en autenticidad», si bien luego haya tenido una parte de «postproducción».

En este sentido, estos paseos por Toledo no sólo le han permitido reencontrarse con monumentos y paisajes añorados, pues como explica, «también me ha descubierto un montón de pequeñas iglesias mozárabes y una serie de ábsides de ladrillo que me tienen totalmente enamorado».

Para Luis Ruiz Padrón, la antigua capital del imperio español es una de las pocas ciudades de nuestro país «en las que el desarrollo moderno se ha armonizado en cierta manera, se ha desarrollado por cauces saludables como Santiago de Compostela o Cáceres, que parece que conservan su magia y su Patrimonio, no sólo monumental sino también paisajístico».

El desarrollismo de Málaga

A Luis Ruiz Padrón, autor en 2016 de la tesis doctoralMálaga, dibujos de ciudad y paisaje hasta 1850’, es inevitable preguntarle por el caso de su ciudad natal, una urbe «mucho más desconcertante visualmente». Como recuerda, cuando estudiaba Arquitectura en Sevilla «todo era echarle la culpa a los años del desarrollismo, que efectivamente fueron nefastos, pero parecía que el mal estaba conjurado y, sin embargo, con el tiempo hemos visto que, ni mucho menos: se ha perpetuado e incluso el proceso de destrucción del Patrimonio se ha acelerado».

En pleno trabajo, cuaderno en mano.

En pleno trabajo, cuaderno en mano. / Gloria Torres

El arquitecto lamenta la irrupción en el paisaje de las torres de Martiricos, «que no son las más maravillosas del mundo» y que han desfigurado las tradicionales vistas de Málaga desde el Cerro de los Ángeles, «en el que la ciudad se desarrolla como en un alzado con el mar de fondo» y sus principales monumentos.

En este sentido, también se muestra muy crítico con el hotel rascacielos del Puerto: «Hay un consenso bastante extendido de que eso no es bueno para la ciudad».

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