Crónicas de la ciudad
Mirador de Gibralfaro: un año más en decadencia
Para no perder la costumbre, el mirador de Gibralfaro, que ayer día festivo recibía numerososos turistas, recibe el año sucio y con candados
Con un presupuesto municipal para el año 2023 que está a punto de alcanzar nada menos que los mil millones de euros, en una ciudad como Málaga sigue sorprendiendo que una de las atracciones turísticas más veteranas y visitadas tenga todo el año un aspecto tan zarrapastroso.
Hablamos de un clásico de esta sección y de Málaga entera: el mirador de Gibralfaro.
Durante el casi cuarto de siglo que lleva esta sección en marcha, es decir, primero con Celia Villalobos y luego con Paco de la Torre, ninguno de los dos ha sido capaz de mantener el mirador en un mínimo estado de decoro. Resulta sorprendente pero con el gran número de funcionarios, de cargos electos, de asesores y la lluvia de millones del presupuesto municipal, subir al mirador de Gibralfaro para un autóctono que lleve a visitantes sigue siendo motivo de bochorno, ya que muy probablemente tendrá que encararse con unas instalaciones dejadas de la mano de Dios.
De hecho, en los últimos años, quienes han limpiado la placa en relieve con los principales hitos de la ciudad han sido los trabajadores de Medio Ambiente, tras la denuncia de esta sección y por mediación de la exconcejala Gemma del Corral, pese a que no fuera de su competencia.
Tras mucho indagar, fuentes municipales informan de que este olvidado armatoste es competencia del área de Turismo. Visto el estado de revista todo el santo año, sin duda estaría mejor cuidado por el área de Sostenibilidad Medioambiental.
Hay que tener en cuenta que el mirador es el conjunto, no sólo las barandillas llenas de candados del amor oxidados y pintadas, también el monolito de pizarra, con pintadas algunas de ellas fechadas en 2019 y está por ver si una datada en 2009, con un insulto bastante cavernícola dirigido a una tal Isa, es de esa fecha. Muy cerca, por cierto, hay pintadas de 2013 e incluso una, realizada por Mari Ángeles y Luis o Luisa, de agosto de 2001.
La peor parte se la lleva una tapadera justo detrás, servidor ignora si de algo relacionado con el riego, absolutamente acribillada de pintadas.
La sensación general de las personas que ascienden Gibralfaro y que se topan además con un par de lienzos del castillo pintarrajeados antes de culminar en la ‘apoteósis’ del mirador es la de llegar a un sitio descuidado y abandonado.
Ahora que llega un periodo electoral crucemos los dedos para que nuestros inmutables políticos se apiaden del mirador del Gibralfaro y lo dejen como los chorros del oro. ¿Caerá esa breva? Que nadie cante victoria todavía.
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