Crónicas de la ciudad
Alicaído aniversario picassiano en sus Jardines
Siguiendo una arraigada tradición municipal, el monumento a Picasso de Berrocal luce cada día más sucio y desmejorado en el 50 aniversario de la muerte del pintor
El ‘Año Picasso’ vuelve a pillar al monumento homenaje a Pablo Ruiz Picasso, en los Jardines de Picasso ‘con el paso cambiado’ y eso que pesa unas cuantas toneladas y prácticamente no se mueve de su sitio desde su inauguración el 25 de octubre de 1976, con la excepción de una exposición antológica sobre su autor, Berrocal, en 1984, cuando fue trasladado a Madrid.
El genio de la plaza de la Merced murió hace medio siglo en el país vecino y su ciudad natal se suma a los fastos, pero por ahora, el gran monumento de la Transición, la obra en bronce de Miguel Ortiz Berrocal en homenaje a Picasso -encargo del Ayuntamiento de Málaga en 1969 con motivo del cercano 90 cumpleaños del artista- continúa adquiriendo capas de roña y deterioro generalizado sin ningún tipo de complejo y escaso auxilio.
Mientras un caudal de cargos públicos ha conmemorado esta semana en la Fitur de Madrid el aniversario picassiano, el monumento ‘Siéxtasis’ de uno de los mayores escultores españoles del siglo XX, el grupo escultórico en los antiguos Jardines de la Aurora vegeta olvidado.
Tan alicaído se encuentra, que un amable lector propuso hace un par de años que dejara esos umbríos terrenos y se instalara en la nueva y peatonalizada Alameda, a ver si así, teniéndolo nuestros políticos más a la vista, lo cuidaban un poco más.
La propia familia del escultor hizo saber a esta sección que agradecía la propuesta pero que prefería que siguiera en los Jardines de Picasso, en el emplazamiento elegido por el propio Berrocal.
Pocos saben que ‘Siéxtasis’, realizado en Italia, fue expuesto durante dos meses en los Campos Elíseos de París, en el verano del 76, antes de ser trasladado a Málaga.
Tan importante pedigrí, sin embargo, se traduce en una base polvorienta y unos bajos escultóricos perennemente perlados de salpicaduras de barro, de las pocas veces que llueve por estos andurriales, aparte de un líquido blancuzco.
Desde hace lustros, además, luce las huellas de pintadas que, como si fueran evidencias de un universo paranormal, se resisten a hacer mutis por el foro. En la misma línea, se aprecian las huellas sin limpiar de adhesivos, el ‘punteo’ en el bronce de alguien que ha confundido el grupo escultórico con un instrumento de percusión y mil y una rayaduras, además de manchas pictóricas de algún prehistórico desnortado.
Está bien que una obra de arte sea zona de juegos de los niños pero no de los vándalos. En este 2023, 50 aniversario de la muerte de Picasso, nuestro Ayuntamiento debería plantearse mejorar el estado de salud del grupo escultórico dedicado a Picasso en sus Jardines. Ánimo.
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