Crónicas de la ciudad

En busca de un contenedor de vidrio por el Centro de Málaga

Hoy contamos el caso verídico de un trabajador del Centro en heroica búsqueda de un contenedor verde por la parte más pegada al río

Contenedores de papel y plástico en la plaza de Camas o de Enrique García-Herrera

Contenedores de papel y plástico en la plaza de Camas o de Enrique García-Herrera / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Como los que contaba Paco Gandía, aunque sin toros ni garbanzos, el de hoy es un ‘caso verídico’ que protagonizó esta misma semana un malagueño que trabaja en el Centro y que, con más moral que el Alcoyano, trata de ayudar en lo que puede en la sostenibilidad del planeta, aunque el núcleo se frene para tomar un descanso.

El caso, nunca mejor dicho, es que iba a reciclar una botella de vidrio de refresco y preguntó a sus compañeros si tenían algo para reciclar.

Al final se hizo con tres botellas de vidrio de refresco (ya saben, ‘un popular refresco’) con la confianza de que cerca de su centro de trabajo, por la plaza de Enrique García-Herrera o de Camas, encontrarían acomodo, pese a que un colega le advirtió de que los contenedores de vidrio escaseaban en el ‘casco’ antiguo, nunca mejor dicho.

Y lo cierto en que en la plaza de Camas se topó con un buen número de contenedores para material orgánico, el papel y el plástico, pero ni rastro de un contenedor verde, pese a que pateó toda la plaza.

Salió entonces al Pasillo de Santa Isabel pero sólo oteó en la lejanía un contenedor azul. Callejeó sin suerte por la amplia calle Olózaga y torció por Sebastián Souviron para bajar por Moreno Carbonero en dirección al Mercado de Atarazanas, en la confianza de que por allí habría contenedores, pero al menos en su parte trasera peatonal, la calle con el nombre del mercado, tampoco localizó ninguno.

Quizás, concluyó, habría que buscar un espacio más amplio, como la vecina plaza de Félix Sáenz, pero al llegar a tan noble rincón de Málaga no encontró huella alguna de contenedores y tampoco en Puerta del Mar.

«¿Qué hacen los guiris y visitantes españoles si quieren reciclar algo por esta parte del Centro?», iba pensando mientras subía calle San Juan y bajaba por calle Nueva con las botellas encima, a la vez que transcurría, minuto a minuto, su tiempo para el almuerzo sin haber hincado el diente.

Tuvo entonces un destello de lucidez, más propio de una inteligencia artificial ChatGPT: «Seguro que podré reciclar vidrio en la plaza de las Flores», se dijo.

Y allá que se fue directo con semblante feliz. Pero al llegar a la plaza, por la entrada de la iglesia de las Esclavas descubrió una vez más una hilera de contenedores de basura orgánica y en la plaza, nada que rascar. Estaba a punto de tirar la toalla y las botellas cuando apareció una barrendera a quien imploró por un contenedor de vidrio tras 20 minutos de búsqueda por esa parte del Centro.

Final feliz: en calle Bolsa y en Molina Lario hay contenedores verdes. De nada.

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