Pese al tiempo transcurrido desde su estreno, ‘La consagración de la primavera’ de Stravinsky no ha perdido un ápice de modernidad, fuerza ni colorido.
La próxima primavera, en la calle que recuerda al obispo de Málaga Manuel Gómez-Salazar, que lo fue cuando vino al mundo Pablo Ruiz Picasso, los vecinos podrán vivir la consagración de esta estación y la floración del azahar sin miedo a que las ruedas de los coches les aplanen los zapatos.
En esta calle convivían, de mala manera, los peatones y los conductores, algunos de ellos con querencia por las prácticas más incívicas, impropias de un siglo en el que se ha impuesto la educación general, nada que ver con las tasas de un 60 por ciento de analfabetismo del arranque del siglo pasado.
Claro que el refranero popular -políticamente incorrecto y muy pronto sujeto a censura por nuestros puritanos inquisidores- también asegura que «quien nace lechón muere cochino».
Este parecía ser el panorama vital de un grupo de sujetos al volante que en la calle Gómez Salazar (sin el guion del apellido original) hicieron de su capa un sayo y de la vía un gigantesco aparcamiento.
Por este motivo, en esta calle con sendas hileras de naranjos a los lados, aprovecharon el hueco entre los árboles y las casas para dejar su coche y los vecinos... que arrearan.
Se producía así un constante colapso en esta calle que llegó a lucir muchos años una señal de prohibido aparcar ignorada por los ases al volante.
La constante ocupación del espacio que en principio debían ocupar los peatones propició, como si estuviéramos en el Amazonas, la progresiva ‘deforestación’ de la vía.
Uno a uno, los naranjos fueron cayendo a base de topetazos y maniobras de los coches, así que, eliminados los obstáculos, aparcaban en los alcorques vacíos. Toda la calle era ya un invasivo parking.
Tras las quejas de los vecinos, de los que se hizo eco este periódico, el Ayuntamiento ha revertido la situación recientemente. Como otras veces, en esta mejora ha participado Ana Humares, secretaria del Distrito Centro recién jubilada y a la que le deseamos lo mejor.
Tras las obras la calle luce mucho más civilizada, con pivotes a los lados para impedir nuevos aparcamientos y en la esquina con calle Melgarejo una señal de tráfico informa de que está prohibido circular en ambos sentidos. De propina, los naranjos deforestados han sido sustituidos por árboles del amor. Esta primavera se ‘consagrarán’ sin temor a atropellos.