Nivel de vida

La vivienda y los salarios amplían la brecha entre padres e hijos

Una batería de datos demuestra que los jóvenes viven peor que sus progenitores. Los expertos creen que la desigualdad puede corregirse actuando sobre el alquiler, los sueldos y el sistema público de pensiones

Unos padres recogen a sus hijos de la escuela

Unos padres recogen a sus hijos de la escuela / L. O.

Gabriel Ubieto / Rosa María Sánchez

«Una sociedad prospera cuando sus ancianos plantan árboles en cuya sombra saben que no se van a sentar», reza un antiguo proverbio griego. Bajo esta idea de progreso y ese pacto intergeneracional se han estructurado hasta ahora las sociedades, empujadas por la voluntad de que los hijos vivieran mejor o igual que sus padres.

No obstante, hace años que lleva instalado un sentir popularmente compartido de que los jóvenes de hoy –en términos relativos– viven peor que sus progenitores. Un sentir avalado por una batería de datos que muestran cómo los hijos de las tres crisis –la financiera, la del confinamiento y la de la guerra– tienen peores sueldos, empleos más precarios (cuando no están en paro) y pagan más por su propio techo, entre otros.

¿Cómo romper con esa inercia y recoser la brecha para que los jóvenes de hoy no tengan menos oportunidades que los del mañana? Las recetas ofrecidas por los distintos expertos consultados para el presente reportaje difieren, si bien todos coinciden en el mismo mensaje. «No es una guerra intergeneracional», afirma el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, subdirector de Fedea y autor del libro Juventud atracada (que saldrá este 2023), José Ignacio Conde-Ruiz.

La vivienda se ha demostrado como una losa creciente sobre las espaldas de los más noveles, especialmente dadas las condiciones laborales actuales.

Evolución del acceso a la vivienda.

Evolución del acceso a la vivienda. / L. O.

Independizarse a los 30 años

España, que ya en el arranque del siglo era uno de los países de la Unión Europea en el que más tardaban los jóvenes en irse de casa de sus padres, no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. En 2000, un español se independizaba a los 29,4 años; en 2021 lo hace a los 29,8 años. Eso, en términos medios, ya que según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 55% de los jóvenes entre 25 y 29 años aún viven con sus padres.

Comprar una vivienda es una opción que no está al alcance del sueldo medio estimado para el colectivo de entre 16 y 29 años, que el informe del Consejo de la Juventud de España sitúa en el entorno de los 12.640 euros al año. Sus cálculos llevan a la conclusión de que solo es posible empezara pensar en comprar una casa con sueldos anuales a partir de 23.250 euros al año (unos 1.950 euros al mes) y aún en ese caso se calcula que serían necesarios 14 años de sueldo íntegro para pagar la hipoteca de una casa de unos 174.000 euros de precio.

El acceso al alquiler

Para el conjunto de la población, el Banco de España estima que el esfuerzo de adquirir una vivienda media equivale a ocho veces el salario mediano de los trabajadores españoles.

Optar por el alquiler es algo más fácil, pero no del todo. Una renta mensual de alquiler de 896 euros representa el 85% del salario medio de un joven de entre 16 y 29 años (de 12.640 euros), de ahí que uno de cada tres jóvenes que eligen esa opción se vean obligados a compartir piso. Si se comparte con tres personas, la mensualidad baja a 282 euros,el 26,8% del ingreso frente a aquellaspersonas menores de 30 años. «Lamedida depende mucho del municipio. El Estado tiene una gran oportunidad a través de la Sareb, allí tiene un gran activo inmobiliario para habilitar más alquiler social», coincide el director del Instituto de Innovación Social de Esade, Ignasi Martí. «También hay que explorar algún tipo de regulación de los alquileres a precio de mercado », añade.

Alquileres altos y sueldos bajos. Las condiciones a las que acceden los jóvenes al mercado de trabajo se han ido degradando. Por ejemplo, hace 20 años, en 2002, el salario medio de una persona entre 20 y 24 años equivalía al 61% del salario medio español.

Análisis de las condiciones laborales.

Análisis de las condiciones laborales. / L. O.

Menos puestos fijos

En 2020, últimos datos disponibles de la encuesta de estructura salarial del INE, dicho porcentaje ha bajado 10 puntos, hasta el 51%. En ese mismo periodo, la parcialidad entre los menores de 30 años se ha duplicado y la temporalidad se ha mantenido inmutable: uno de cada dos jóvenes carece de un puesto fijo. Desde el sindicato UGT destacan dos medidas recientes que en los próximos años pueden invertir parte de esa tendencia a la precarización de los nuevos jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo: la reforma laboral y las recientes subidas del salario mínimo.

Sobre la primera, recién cumple su primer año de vigencia y los datos muestran que ha logrado desencallar una temporalidad cronificada entre los jóvenes. Si desde principios de siglo uno de cada dos menores de 30 años tenía un contrato eventual, con apenas variación, tras un año de reforma laboral el porcentaje ha bajado al 34,9%.

«Hasta 2017 –cuando Pedro Sánchez accede al Gobierno– durante muchos años el salario mínimo fue creciendo sistemáticamente por debajo de lo que subía el salario medio. Y el salario mínimo lo cobran, principalmente, los jóvenes », apunta el coordinador del área económica de la central. Desde entonces, el SMI se ha revalorizado un 37% en cinco años, a expensas de la nueva subida que tiene todavía pendiente registrar este año. Reformas como la laboral no precisan de recursos públicos, pero otras como las de las políticas de vivienda por las que abogan los expertos consultados sí. «Los jóvenes han sido hasta ahora absolutamente irrelevantes a ojos de los partidos políticos. Y eso pesa mucho a la hora de distribuir los recursos públicos», opina el subdirector de Fedea, José Ignacio Conde-Ruiz.

«La prueba la tienes este año, que sin ningún debate público se ha decidido subir todas las pensiones un 8,5% y no solo subir esa cantidad las más bajas y las más altas como están subiendo los salarios», apunta Conde-Ruiz.

Según los Presupuestos del Estado de 2022, cuatro de cada 10 euros invertidos por el Estado van a pagar pensiones. Un gasto que irá en aumento durante las próximas décadas, cuando los baby boomers vayan jubilándose y dejando paso a generaciones menos numerosas.

Pensiones

Y las pensiones se dibujan como una cancha de desequilibrio generacional entre unos mayores que gozan de unas prestaciones financiadas por las cotizaciones de los boomers que aún están en activo y unos jóvenes sobre los que recaerá la angustia de no dar abasto para pagar la jubilación de sus padres.

Para evitar que ello pudiera acabar exigiéndoles mayores contribuciones, el Gobierno ha diseñado el llamado Mecanismo de Equidad Intergeneracional(MEI) con el que ir repartiendo esa carga desde ahora. En 2023 se empezará a aplicar un recargo sobre las cotizaciones de todos los trabajadores para empezar a financiar una hucha para dichas eventualidades.

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