La Bodeguilla

El espejo cóncavo de las encuestas

Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno, Toñi Ledesma, Elías Bendodo y Paco de la Torre, a finales de agosto en el almuerzo de los huevos fritos con los que el PP inicia el curso político. | LA OPINIÓN

Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno, Toñi Ledesma, Elías Bendodo y Paco de la Torre, a finales de agosto en el almuerzo de los huevos fritos con los que el PP inicia el curso político. | LA OPINIÓN / Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

El ambiente de campaña electoral permanente, en el que vive la clase política española, parece uno de aquellos chicles Boomer que aún se estiran en los recuerdos de la infancia. La flexibilidad de cierta pugna, hipnotizada por el horizonte de las urnas, se ha instaurado como un estado de ánimo que sume a los partidos en un frenesí maquiavélico. En una batalla descarnada en la que ciertos movimientos de ajedrez casi nunca son lo que, en un primer momento, parecen. Todo se deforma para jugar al despiste y todo se adapta a conveniencia (véase el reciente ‘culebrón Villacís’). La lectura ombliguista e interesada de la actualidad -que no debe ser confundida con la realidad- irá in crescendo hasta el 28 de mayo y encontrará uno de sus juegos más perversos en el intermitente baile de encuestas. En esa ida y venida de sondeos que parece un espejo cóncavo en el que, como en el madrileño Callejón del Gato de la valleinclanesca Luces de Bohemia, se refleja en su verdadera naturaleza el esperpento.

El primer asalto de estas interpretaciones egocéntricas de la intención de voto se ha vivido días atrás en tierras malagueñas, en torno a la entrega dedicada por el ‘CIS andaluz’ a las ocho capitales de provincia con vistas a los comicios municipales de finales de mayo. En todas ellas, ganaría el PP. Lo dice la Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces, que depende de la Consejería de la Presidencia. O sea, de un departamento del Ejecutivo autonómico del PP que ahora tiene al frente a uno de sus dirigentes de la ‘era Arenas’, Antonio Sanz, quien sustituyó al actual director de campaña del PP nacional para las venideras elecciones autonómicas y municipales, Elías Bendodo.

Es decir, que se trata de una encuesta de la Junta de Andalucía. Como las de Tezanos lo serían del Gobierno central de Pedro Sánchez. Y, precisamente, en lo primero, en lo de la Junta, es en lo que se mira el PSOE para desacreditar la estimación que le devolvería a Paco de la Torre la mayoría absoluta que perdió en 2015, cuando Ciudadanos irrumpió en la Casona del Parque.

Los socialistas deslizan, incluso, que cuentan con sondeos que contemplan la posibilidad de que el incombustible regidor pierda, a sus 80 años, la vara de mando que recibió de manos de Celia Villalobos en los albores de este siglo, allá por el año 2000. Aunque no parezca tan fácil, el PSOE se aferra a una aritmética que vive de los recuerdos de mayo de 2019, cuando tenía el viento a favor de un reciente triunfo sanchista y se quedó a un solo escaño de sumar con la izquierda. Es más, confían en que casos como el de la investigación en Smassa o el problema del acceso a la vivienda, erosionen a De la Torre lo suficiente como para que ellos mejoren un resultado que en la encuesta del CIS andaluz se estanca. Y, entonces, necesitarían que IU y Podemos llegaran a un acuerdo para comparecer juntos y mantuviesen sus tres ediles, que según el sondeo de marras solo serían dos concejales cuatro años después.

Ahora bien, hay opiniones de todos los colores. Tales especulaciones contrastan con el triunfalismo exacerbado del concejal de Turismo de Paco de la Torre, Jacobo Florido, quien proclamó a los cuatro vientos de Twitter que la encuesta se había quedado «corta» con los 16 o 17 ediles que da al PP. «Auguro una mayor victoria», vaticinó sin ambages.

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