Memorias de Málaga

La evolución de los anuncios en Málaga

De las antiguas ‘guías comerciales’ se ha pasado a los modernos ‘spots’, que a veces son más distraídos que las películas o las tertulias. A continuación, algunos de los más populares en Málaga

La famosa e histórica tienda de sombreros de la calle Especerías.

La famosa e histórica tienda de sombreros de la calle Especerías. / Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Los anuncios son el sostén de los medios de difusión (periódicos, revistas, radios, televisiones). Todos estos medios necesitan de los anuncios para sobrevivir. Los medios oficiales tienen otras fuentes de financiación. El Gobierno de la Nación, las comunidades autónomas, las diputaciones, los ayuntamientos, las grandes empresas… son los que corren con los cuantiosos gastos de su funcionamiento. El auto-anuncio les permite sostener esos medios.

En estos tiempos –ahora mismo- los anuncios no son como los de antes, cuando en las publicaciones aparecían ofertas de alimentos, muebles, cocinas, insecticidas, bebidas, artículos de limpieza y todo lo que se podía anunciar, porque estaban prácticamente vedados anuncios de medicinas (solo Aspirinas y Calmante Vitaminado), médicos, abogados, colegios profesionales…

En los periódicos y revistas, los anuncios eran muy simples. Textos más o menos adornados, alguna reproducción gráfica del producto o productos, y, según la tarifa por su publicación, el tamaño de las letras. Comparados con los de hoy eran poco atractivos… y en blanco y negro, porque el color llegó después.

La evolución de los anuncios

Presentación de un estudio de Ceregumil en la UMA, en 2005. | CARLOS CRIADO / Guillermo Jiménez Smerdou

La radio de Málaga, porque solo había una (que se llamó Radio Málaga primero y Radio Nacional de España después, tras una etapa como Radio Peninsular, tras la que retornó para volver a ser otra vez Radio Nacional) tenía un esquema o formato que apenas si se alteraba: Guía Comercial era el indicativo. Un locutor y una locutora, al alimón, iban leyendo los textos de los anuncios contratados. La voz masculina anunciaba: «Para teñir en su casa, tintes Iberia» e, inmediatamente, la voz femenina anunciaba: «Donde toda alimentación fracasa, Ceregumil triunfa»; «Aceite inglés, parásito que toca, muerte es»; «Con luna o sol, anís Crisol» y así hasta terminar la Guía Comercial que se incluía entre los programas musicales o antes de iniciar los programas de entretenimiento. Según el volumen de los anuncios contratados, durante las horas entre la apertura y cierre, se insertaban varias guías.

Al azar, y rebuscando en mi memoria, recuerdo algunos eslóganes como «Hojas de afeitar marca Iberia», «No lleve sus niños en brazos habiendo cochecitos a plazo», «Alpargatas Dura Tres», «Señora, bañeras como nuevas, Polvos Netol» (corrió por ahí el chiste eliminando del texto la palabra bañeras), «Calzados Chaparro, Calzados Chaparro, Calzados Chaparro» tres veces, «Venga a la Mutua, teléfono 952-55.55.55 (más o menos como el de ahora)», «Chocolates Nogueroles, ole ole»…

Cuando aparecieron las lavadoras, las marcas de los detergentes lucharon por imponer los suyos con el latiguillo «lava más blanco».

La evolución de los anuncios

imagen del histórico anuncio de Colón. / Guillermo Jiménez Smerdou

Las primeras marcas fueron OMO, ESE, Elena, Ariel, Gigante Blanco… «el más poderoso», denominación que se endilgó en Málaga a don Juan de la Rosa, factótum del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda, que dominaba el sector de los pequeños préstamos y sobre todo el de los ahorros y el uso de las cartillas. Así, el hombre más poderoso de Málaga era el director general de la principal Caja de Ahorros.

Otro anuncio que impactó en la televisión fue el que protagonizó el mismo propietario del detergente Colón, don Manuel Luque, que aparecía en las pantallas de televisión con el siguiente texto: «Busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo».

El uso de estos detergentes en todo el mundo planteó un grave problema, porque al no ser biodegradables, la espuma se extendía por la desembocadura de los ríos. Se hizo famosa la imagen de la desembocadura del río Hudson, en Nueva York, recogida en fotografías difundidas por la prensa y televisión de la época. Finalmente, los químicos consiguieron la fórmula idónea para la biodegradabilidad en el caso de los detergentes.

Algunas emisoras de radio fueron modificando el enunciado de Guía Comercial con una frase más amable para el radioyente, como fue la de Consejos publicitarios. Una novedad que tuvo gran repercusión fue la grabación en discos o cintas magnetofónicas de canciones con textos alusivos al producto o artículo a consumir. Entre los más famosos estaba el del anís La Asturiana, con el estribillo «Ay, mamá Juana, yo me siento feliz con una copita de anís de La Asturiana». Tanto gustó la canción, que se radiaba cuando se acercaba la Navidad; hubo personas que lo solicitaban en el espacio Discos Dedicados, con las clásicas dedicatorias «para felicitar a mi amiga Pili» y otras frases más o menos originales. El anuncio del anís era algo así como dedicar hoy una canción de Rosalía. De los mismos años era el anuncio de anís Castellana, del «tapón irrellenable».

En los estudios de Radio Nacional se grabaron también canciones publicitarias, la más celebrada la de la Sombrerería malagueña Pedro Mira, en la calle Cisneros. Empezaba: «Pedro, quiero un sombrero de paja…» y terminaba» en la calle Especerías…». No se agregaba el número del domicilio.

Los spots

Ni Guía Comercial, ni Consejos Publicitarios… ¡Spot!, en inglés, en lugar de Cuña publicitaria, que es lo mismo; pero el spot mola más.

Cada cuña es una prueba de la creatividad de nuestros profesionales de la comunicación, que son capaces en veinte segundos de convencer de que la marca de un coche es la mejor, que todas las medicinas que anuncian curan milagrosamente los dolores de espalda, que con tal o cual pastilla hace la digestión, que duerme con facilidad… Cremas y potingues que devuelven la juventud, con el ingrediente de ácido hialurónico (la panacea del siglo), colonias, perfumes, tónicos, tintes para el cabello, ojos, uñas, lociones… alegran los espacios publicitarios que a veces son mejores y distraídos que los programas en los que aparecen gentes ¿importantes? que hablan y saben de todo…, pero menos.

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