Hallazgo
Tras la huella de Felicitas, la mujer de Bernardo de Gálvez
La investigadora Encarnación Díaz plantea que el hallazgo en 2018 en Ontígola (Toledo) de los restos de una mujer con elegantes ropajes negros pudiera corresponder a los de la esposa de Bernardo de Gálvez
El 21 de mayo de 1799, a los 43 años (había nacido un 27 de diciembre de 1755 en La Luisiana), fallecía en el Real Sitio de Aranjuez la condesa de Gálvez Felicitas de Saint-Maxent, viuda de quien fuera virrey de México, el malagueño Bernardo de Gálvez.
No fue enterrada en Aranjuez sino a menos de cinco kilómetros, en el pueblo toledano de Ontígola, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, donde durante un tiempo también reposaron los restos de José de Gálvez, el ministro de Indias y tío de su marido.
Por la figura de la mujer de Bernardo de Gálvez se ha interesado desde hace años la investigadora mijeña Encarnación Díaz. Como explica, el acercarse a los Gálvez de Macharaviaya le surgió a raíz de un trabajo sobre la emigración de la Axarquía a Mijas y al hecho de que tres de sus cuatro abuelos «son de la zona de Macharaviaya».
En concreto, Encarnación pudo averiguar que su familia desciende de un tío abuelo de Bernardo de Gálvez «y como se sabe más o menos todo de los Gálvez, intentas investigar las ramas de las mujeres», destaca.
En 2018, a causa de un viaje a Madrid con su marido y por consejo del experto en los Gálvez Manuel Pérez Villanúa, se acercó al pueblo de Ontígola tras la huella de Felicitas de Saint-Maxent.
Se encontró con una iglesia, la de Nuestra Señora de la Concepción, «destrozada» y con una primera excavación arqueológica en marcha que había levantado el suelo del templo.
A Ontígola volvió en otras dos ocasiones, la segunda en 2019, para comprobar que seguían las excavaciones arqueológicas, esta vez en una cripta, con indicios de haber sido expoliada en parte y ya la tercera vez en julio de 2021, con ocasión de la consagración de la iglesia, felizmente restaurada y en funcionamiento.
Durante esas visitas trabó amistad con los arqueólogos a cargo de las prospecciones del templo, Javier Peces y Samuel Rodríguez. De esta forma pudo saber que en la primera excavación, al analizar en 2018 qué había en el suelo de la iglesia, «se encontraron un centenar de cuerpos».
La dama de negro
Había por tanto dos zonas de enterramiento en la iglesia: la cripta, expoliada en parte y por otro lado el suelo del templo, donde se encontraron estos cuerpos en cajas, con la particularidad de que algunos de ellos estaban momificados y otros «como si los hubieran puesto a dormir», cuenta la investigadora.
No fue el caso de un féretro en cuyo interior -aunque sólo con restos óseos- se conservaba un amplio ropaje femenino. «Era ropa negra de una persona de cierto nivel social con unos encajes, un traje de época, de organza y además un pañuelo», precisa Encarnación, que conoció la noticia por los arqueólogos y pudo ver algunas fotos del vestido.
Como detalla, los restos de esta mujer se localizaron en una zona con enterramientos que rondan el año 1800, el mismo periodo de la muerte de Felicitas de Saint-Maxent.
La pregunta del millón es evidente: ¿Esa dama de negro fue la esposa de Bernardo de Gálvez?, Encarnación Díaz lo ve una hipótesis que los arqueólogos, resalta, no la descartan: «Me dijeron que podría ser perfectamente».
Eran las ropas más llamativas de todas, acordes con lo que se llevaba en el tránsito al XIX, pertenecientes -puede deducirse- a una mujer de alto nivel socioeconómico, posible viuda y bien podría haber sido enterrada en 1799, como nuestro personaje. «Analizando todo me lleva a pensar que puede ser ella, por la calidad de la ropa, sólo podía ser Felicitas», aventura la investigadora, que recalca que, por contra, ha sido muy poco lo encontrado en la cripta de la iglesia durante la siguiente excavación de 2019, a causa del mencionado expolio.
Eso sí, todo lo localizado fue depositado en un osario común. ¿Continuarán esas ropas en buen estado?
Lo que sí hizo Encarnación Díaz, cuando el 25 de julio de 2021 acudió a la reapertura de la iglesia, fue pedir a don Miguel el párroco que en la misa pidiera por Felicitas de Saint-Maxent y el resto de personas enterradas bajo el suelo del templo.
La investigadora confía en que en el futuro otros estudiosos pudieran verificar la hipótesis que plantea. La esposa norteamericana de Bernardo de Gálvez fue mucho más que una ‘bella criolla’; ilustrada y anfitriona de tertulias literarias y políticas, cuenta con un perfil biográfico en la web de la Real Academia de la Historia.
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