Crónicas de la ciudad

Por un bosque en pleno corazón de Málaga

A la vista de nuestra raquítica cobertura vegetal, Málaga necesita políticos amantes de los árboles y con menos afán constructor, más parques, más jardines y más calles con árboles

Una de las últimas infografías del proyecto de bosque urbano de Repsol.

Una de las últimas infografías del proyecto de bosque urbano de Repsol. / Plataforma BUM Málaga

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si el globo sonda chino de la discordia sobrevolara nuestra ciudad en lugar de las praderas americanas habría comprobado lo escasito que en Málaga estamos de parques dentro de la urbe.

Ciertamente, en las anquilosadas nociones que muchos cargos públicos tienen del Urbanismo las zonas verdes siempre ocupan una parte decorativa; es lo que los expertos llevan siglos denominando «espacios de ocio y esparcimiento», un concepto ambiguo que sirve tanto para plazas como para parques y jardines y en el caso de estos últimos, basta con que sea una superficie de hierba con alguna pérgola -por supuesto sin cubierta vegetal- y árboles, los justos, si es posible plantados por las promotoras, que no buscarán precisamente levantar un nuevo y exuberante Parque de Málaga sino cumplir con el expediente.

El racaneo de espacios verdes ha llegado al culmen con nuestro actual alcalde, un ingeniero agrónomo que está pilotando una preocupante regresión medioambiental con respecto al previsor, premiado y avanzado PGOU de hace 40 años en los dos distritos más poblados: la Carretera de Cádiz y la Cruz de Humilladero.

Comparación de los terrenos de Repsol en los dos PGOU.

Comparación de los terrenos de Repsol en los dos PGOU. / L.O.

Porque si nadie le quita el enorme mérito de haber puesto a nuestra ciudad de moda y que Málaga sea objeto de deseo internacional, su miopía urbanística, por un lado, está alentando el mayor atentado paisajístico contra su ciudad -el mal emplazado rascacielos catarí- y por otro, dejará reducido a 6,5 hectáreas -una extensión menor que el Parque del Oeste- el que en 1983 iba a ser el mayor parque de la ciudad, con casi 18 hectáreas en esos dos distritos tan necesitados de zonas verdes, aprovechando los terrenos de Repsol.

Por contra, ha defendido la urbanización de buena parte de la zona reservada originalmente como parque con una exótica argumentación científica que le habría supuesto un susto en la nota de Selectividad, al obviar las miles de toneladas de CO2 que conllevará construir todo lo previsto en el solar.

Acabamos de saber que más de un centenar de malagueños pierde al año la vida por nuestra raquítica cobertura vegetal, bochorno de toda ciudad sostenible. Necesitamos políticos amantes de los árboles y con menos afán constructor, más parques, más jardines, más calles con árboles, menos pérgolas desnudas y menos plazas como la de la Biznaga, en García Grana, ejemplo de libro de una ‘isla de calor’.

Cuánta falta nos hace, como reclaman malagueños de todas las ideologías, un bosque en el corazón de Málaga y no una planificación setentera y miope de la ciudad.

Otra infografía del bosque en el corazón de Málaga.

Otra infografía del bosque en el corazón de Málaga. / Plataforma Bosque Urbano Málaga

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