Entrevista | José Manuel Leceta Director general de la Fundación Innova IRV

«Innova IRV tiene vocación nacional y dimensión internacional; en Málaga hay talento y ambición para eso»

Acumula en su trayectoria profesional una valiosa experiencia en instituciones europeas como la Agencia Espacial o el EIT de Budapest. Ahora, en su nueva responsabilidad en Málaga, su objetivo es dar a los proyectos que genere Innova IRV una clara orientación hacia las políticas innovadoras de la UE. "La Fundación cataliza modelos de negocios campeones y de clase mundial a través de proyectos y de nuevas empresas», afirma. En este 2023, esperan tener luz verde de la UE y del Gobierno para arrancar una primera apuesta de microelectrónica, que incluye el centro de diseño de microchips en el PTA.

José Manuel Leceta, director general de la Fundación Innova IRV, esta semana en Málaga. | ÁLEX ZEA

José Manuel Leceta, director general de la Fundación Innova IRV, esta semana en Málaga. | ÁLEX ZEA / josé vicente rodríguez. málaga

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

José Manuel Leceta, doctor ingeniero de Telecomunicaciones y experto en innovación y tecnología, es desde hace un mes el director general a la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación (Innova IRV). Leceta, que ha trabajado durante los últimos años como CIO en la Autoridad Portuaria de Alicante a cargo de la transformación digital y la sostenibilidad, cuenta con un amplio bagaje nacional e internacional en todo lo relativo a estrategias y ecosistemas de innovación y emprendimiento. Fue director general de Red.es entre 2016 y 2018 y director del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT). Ahora, quiere poner esa experiencia al servicio de una fundación que promueve, desarrolla y fomenta actividades de transferencia de conocimiento. Creada hace un año, Innova IRV tiene como patronos a casi una treintena de empresas tecnológicas e instituciones y las universidades de Málaga, Granada y Sevilla. Junto a ellas, como impulsores, figuran el Ayuntamiento de Málaga, la Junta de Andalucía, Grupo Myramar, la Fundación Sando y Mayoral.

Lleva apenas un mes en el puesto, ¿cuál es su impresión de la Málaga tecnológica?

La expectativa que hay en Málaga es fabulosa y, por tanto, también lo es la responsabilidad que tenemos. Yo, de la Málaga tecnológica no es que tuviera una impresión externa, es que he seguido su evolución desde hace mucho tiempo. Trabajé en Alcatel Espacio cuando esta empresa tenía actividad industrial en Málaga fabricando terminales de telefonía. Asimismo, el Parque Tecnológico (PTA), que acaba de cumplir 30 años, es un motor con un importante peso en el sistema autonómico de I+D, tanto en inversión privada como en generación de empleo. Sin duda, un caso de éxito de clase internacional.

¿Tiene entonces ya Málaga ese reconocimiento de enclave tecnológico en el extranjero?, lo digo porque a veces, desde aquí, no sabemos exactamente cómo nos perciben.

Absolutamente. Málaga es una referencia porque, además, se dan dos factores: una agregación de activos (lo que podíamos denominar un clúster, algo muy importante para un ecosistema) unido a la apertura al exterior. Y eso es todavía más importante porque las innovaciones disruptivas vienen con frecuencia de contactos esporádicos e ideas que tienen su origen en otras geografías. Málaga es un lugar donde la gente no solamente quiere trabajar sino que también quiere vivir. He seguido con mucho interés la estrategia de la ciudad y del Ayuntamiento. El talento, los ejecutivos de empresas y los emprendedores tecnológicos aspiran a lugares interesantes, no sólo de sol y playa, y a ello Málaga ha sabido unir una extraordinaria oferta socio-cultural. Son más de 600 las empresas instaladas en el PTA y, de ellas, son muchas las que hacen aquí innovación. De manera que hay una cultura de colaboración y de ambición compartida y de generosidad. Y eso está muy bien, porque es importante la masa crítica, pero también el espíritu de apertura y el apetito por el cambio.

¿Cuál cree que ha sido la clave del éxito? Se habla de Málaga como un imán para las multinacionales, pero es de destacar el talento de tantos emprendedores y startups locales.

Sí. Tuve la ocasión de contribuir, cuando fui director general de Red.es de 2016 a 2018, a la creación del Polo Digital de Tabacalera. El Ayuntamiento tuvo el acierto de apostar por un lugar en la ciudad que se convirtiera en un emblema ciudadano y esto es lo que se hizo. Es una demostración del talento que se ha generado en Málaga. Y luego tenemos también a muchos empresarios que son también un emblema para Málaga, como el propio Ezequiel Navarro, CEO de Premo, o Bernardo Quintero, de VirusTotal y Google. La reflexión que haría es que nadie tiene el monopolio del talento, y eso es algo que nos debe de animar. Lo que cuenta no es tanto dónde nacemos sino a dónde queremos llegar. La innovación es un viaje. Y tan importante como las condiciones de partida es la orientación al logro y la determinación por hacer que las cosas sucedan, con creatividad y determinación. Quiero decir que, tan importante como el talento, es el talante y la ambición, que son tan intangibles como importantes. Un emprendedor no habla de lo que tiene sino de lo que quiere hacer. Porque emprender es una actitud. Y en este sentido, la Fundación Innova IRV en Málaga es la expresión de un deseo de hacer algo distinto, rompedor, de vocación nacional y dimensión internacional. Y creo que se dan todas las condiciones para el éxito.

¿Cuáles son sus ideas para la Fundación Innova? Aquí lo vemos como algo creado en Málaga y que ojalá genere aquí muchos frutos pero, ¿la idea es más transversal?

En primer lugar, me gustaría insistir en que la Fundación nace de la iniciativa de la patronal de la industria digital, Ametic, para traccionar el sistema de conocimiento, de manera complementaria a otros instrumentos de oferta: patentes, publicaciones, conocimiento,... son inputs. Y lo que necesitamos es activar y federar el lado de la demanda desde las necesidades actuales y potenciales de las empresas, particularmente aquellas que están en mercados internacionales y que saben la importancia de innovar para competir y adelantarse. Desde ahí queremos traccionar al sistema. ¿Quién mejor que las empresas saben lo que se necesita para innovar con éxito? Un ejemplo es el Grupo Premo, que instala componentes y chips en el mercado internacional. La innovación supone, por definición, negocio, mercado, vender más y vender cosas nuevas. Por eso, en Innova IRV son las empresas quienes deciden las iniciativas. Y eso crea una dinámica tan sana como necesaria. De tal modo, queremos dar forma a proyectos colegiados y nuevas empresas de clase internacional. El camino canónico suele ser otro: una empresa que está en un entorno local y empieza a exportar, luego a colaborar y luego a invertir, quizá, por último a innovar a nivel trans-nacional. Es un proceso también necesario, sí, pero en nuestro ámbito digital de innovación no hay tiempo. Por eso, lo que buscamos en la Fundación son modelos de negocio campeones y de clase mundial para escalarlos internacionalmente, aprovechando el poder de compra y footprint de las grandes empresas.

La Fundación acaba de cumplir su primer año de andadura. El balance ha sido de 11 proyectos de innovación presentados que podrían suponer una inversión de más de 400 millones de euros y un total de más de 60 proyectos en desarrollo, aunque algunos de ellos todavía son ideas en fase inicial.

Hay un mix de ideas, propuestas y proyectos. Tenemos que valorar las 60 ideas que se han planteado hasta la fecha, en su mayoría son ideas que han surgido de la propia comunidad. Al tiempo, tenemos todo el interés por abrirnos a todo el ecosistema. A tal fin, organizaremos a partir de marzo encuentros regulares en forma de talleres abiertos para todas áreas por las que apuesta la Fundación. También tenemos que pensar en cómo monetizar los proyectos que están más maduros, porque la Fundación IRV es privado-pública y ha de ser sostenible. Tenemos que generar ingresos a corto plazo, que se pueden conseguir por la participación de los proyectos que impulsemos, y a medio plazo por la vía de la propiedad intelectual e industrial (patentes) a valorizar. Una tercera vía, más a largo plazo, consistirá en la creación de empresas spinouts y spinins por parte de Innova IRV que generarán ingresos extraordinarios cuando se decida la desinversión en las mismas. El año pasado creamos dos: Innova Microelectronics SL, que va a vehicular el proyecto del centro de diseño de microchips, y Tamiza, para el ciberescudo digital Alba. Y este año queremos sumar otras diez nuevas empresas.


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Respecto a los proyectos en cartera, ¿cuál el es el ritmo al que la Fundación Innova IRV quiere desplegarlos?

Uno de ellos, liderado por Dekra, se presentará en breve. Se trata de un consorcio que tendrá una inversión empresarial y una subvención que se ha captado de una convocatoria nacional. El plan general para este año es evaluar esas 60 ideas que tenemos y elegir las que podamos introducir en convocatorias públicas al tiempo que exploramos otras nuevas en formato abierto a través de los talleres citados para conectar con el ecosistema del PTA. Tampoco nos podemos volver locos con proyectos de todo tipo. Sería suficiente con un proyecto emblemático al año por cada una de las diez áreas que tenemos (Microelectrónica, IA, 5G, Ciberseguridad, Vehículo Conectado, Sistemas Aeroespaciales, Digital Health, Economía Circular, Food Tech e Industria 4.0). Microelectrónica, por ejemplo, ya está muy trabajado y por ello vamos a incorporar personal técnico para equilibrar el portfolio de proyectos y empresas en todas las áreas.

El más conocido de momento es el centro de diseño de microchips en el PTA de Málaga ¿En qué momento está?

El proyecto DULKPIOT fue presentado el año pasado por la Fundación Innova a la convocatoria de Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (PIICE). Y a final de año se creó la empresa Innova Microelectronics SL precisamente para vehicular el proyecto, contando con casi una decena de socios españoles. Esperamos que en unas semanas la UE comunique su resolución y que nuestro proyecto esté entre los aprobados. Pasaríamos entonces a entrar en la cesta de proyectos que el Gobierno va a financiar a través del conocido como PERTE Chip, dotado con 12.500 millones hasta 2027. Nuestro proyecto contempla una inversión de más de 120 millones, de los que aspiramos a conseguir dos tercios con financiación europea. Si nos dan luz verde, podría estar en funcionamiento este mismo año porque el proyecto ya contempla todos los detalles, incluido el espacio del PTA donde se instalaría. Un proyecto así colocaría a Málaga en el mapa de este ámbito aglutinando a proveedores y cadenas de suministro. No se trata sólo del centro de diseño de microchips, también hay conversaciones con el centro de investigación electrónica IMEC de Lovaina (Bélgica) y con el fabricante TSMC, además de operaciones de venture capital de EEUU. Son distintas piezas de un puzzle muy trabajado.

"En Innova IRV son las empresas quienes deciden los proyectos ¿Quién mejor que ellas conocen el mercado»

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Se ha hablado en el Foro Transfiere de Málaga, celebrado esta semana, de la necesidad de que el sector privado invierta más en I+D. Ahí está el ejemplo de Suecia y Finlandia. ¿Está arraigando esa idea en España?

Si tuviéramos la receta ya la habríamos aplicado. Que las empresas inviertan en I+D es el resultado de unas políticas y unas estrategias bien diseñadas. Porque no se puede decretar la innovación. Pero sí sabemos que innovar va de personas y, por tanto, que la primera política para la innovación debería ser la educativa. Porque si la gente tiene el apetito de aprender, de interrogarse, de hacer, ya está lo fundamental en marcha, y la gente luego encuentra su camino. Claro está que no se trata de sobrevivir, sino de disfrutar. Ésa sería la primera apuesta que habría que hacer, y esto está en la base del éxito de países como Finlandia y de Suecia. En los 90 el panorama económico de Finlandia era más que mejorable. Lo sé porque mi primera beca internacional fue en Turku en 1987. La sociedad y el primer ministro Esko Aho se plantearon invertir en capital humano. Todo pasa por las personas. La eterna revolución pendiente no es la de los laboratorios, sino la de las conciencias. Y no es un tema menor. No depende sólo de una ley de universidades, también pasa por las familias.

Se habla a veces de la dificultad que puede tener Málaga para gestionar su éxito. Por ejemplo, hay problemas para encontrar toda la mano de obra especializada que se necesita.

En eso soy bastante radical: si el talento se remunera bien, el talento aparece. Cuando veo a empresarios lamentarse de que no encuentran personal les animo a mirar el mercado nacional e internacional, aunque es cierto que en microelectrónica hay poca gente con formación, y a eso nos vamos a aplicar también formándolo en Málaga y creando las condiciones para retenerlo. El director técnico de la Fundación, Mario Nemirovsky, ha hecho un gran trabajo con la Universidad de Málaga que ha cristalizado en la propuesta de un laboratorio de coinnovación y de un máster en este ámbito, para que la gente pase al mercado en áreas donde vamos a crear oportunidades de empleo.

«Málaga debe inspirarse en el exterior; las rivalidades domésticas son tristes»

Málaga es ya, para algunos, el tercer polo de innovación de España tras Madrid y Barcelona. Incluso se habla de alcanzar a Barcelona. ¿Qué opina? ¿Se debe ir más a la complementariedad que a la competencia entre urbes españolas?

Yo creo que hay que mirar fuera y medirse en ese nivel. Finlandia, Suecia, grandes capitales del mundo... ahí es donde podemos encontrar la inspiración. Hay que evitar los localismos. La innovación nace de la aglomeración de activos y empresas, cierto. El conocimiento y los mercados son globales. Pero el innovador no renuncia a que el trabajo sea nuevo para el mundo y tenga impacto internacional. Mejor que ir de lo local a lo internacional es hacer el camino inverso: primero ver las dinámicas y oportunidades a nivel global y apuntar entonces a cuál es nuestro modelo. Así es más fácil ser original y no es necesario andar pegándote codazos con otros. Madrid no tiene que mirar a Barcelona, ni viceversa, tiene que mirar a París, a Londres, a Berlín, a San Francisco... porque eso es lo que se espera de una capital de Estado. Las rivalidades domésticas y regionales son un tanto tristes.

¿ Y Málaga?

Pues creo que tiene su hoja de ruta. Temas como el incremento del coste la vivienda son la medida del éxito. Pasó con Silicon Valley. San Francisco se convirtió en un lugar tan caro que empezó a desbordar el territorio. Quizá Málaga tiene que girarse a Antequera o Marbella, o al arco mediterráneo: Alicante, Valencia, Barcelona... y de tal modo promover una visión mediterránea de la innovación. Tras el Covid, otros países y tecnólogos miran ya lo que está sucediendo en el mediterráneo español. Todas estas provincias estamos en la misma liga. Andrés Pedreño, de Alicantec, defiende un minifundismo tecnológico, con niveles de especialización surgidos de manera natural. Si lo hacemos con lógica empresarial y disposición al cambio cada uno terminará por encontrar su lugar.

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