Calle Carril
La centenaria casa del escribano está en La Trinidad
Pese a las muchas transformaciones que ha tenido La Trinidad, en la esquina de la calle Carril con Zamorano se mantiene en pie una casa de al menos finales del XVIII o primeros del XIX, con huellas en su fachada que nos dan pistas sobre alguno de sus propietarios. Carece de protección en el actual PGOU.
En un entorno tan transformado como el barrio de La Trinidad, con un plan urbanístico que reformó buena parte del casco antiguo, bloques modernos y, aún en nuestros días, con un ingente número de solares, una vivienda ha sorteado guerras, inundaciones, demoliciones y reformas urbanísticas y en 2023 muestra su centenario currículum.
Se encuentra en la esquina de calle Carril con calle Zamorano y su propietario actual es Manuel Chiquero, de 74 años, que ha trabajado en el negocio de las antigüedades y que explica que tras las inundaciones de 1989, los bomberos derribaron una parte de la casa por seguridad y decidió comprársela a los propietarios para rehabilitarla. «Esto se ha tragado más dinero que si la hubiera hecho nueva», cuenta Manuel, que está acompañado por Juan Romero, expresidente de la Asociación de Vecinos de La Trinidad.
La particularidad de esta casa, en el exterior, estriba en una placa de cerámica en calle Zamorano que reza ‘Galmes, 7’. Además, en la parte baja de esta misma calle el propietario ha conservado cuatro protectores de las ruedas de los carros y justo en la esquina, el bajorrelieve de una cruz de piedra.
El dueño explica que la casa original tenía un grueso de cal «de cientos y cientos de blanqueos» y que dejó la vivienda con la piedra desnuda, momento en el que apareció la placa de cerámica. Además, conserva en el interior un horno para pan, «para el suministro de los viajeros, de los que iban y venían», aventura Manuel, que cree que la casa fue una posada próxima al Camino de Antequera.
Pero, ¿qué explicación tiene la placa con el nombre Galmes, 7? Este diario ha contactado con el geógrafo Antón Ozomek y el historiador Víctor Manuel Heredia, que señalan que pudo tratarse del escribano Fernando de Galmes o Galmés que ejerció en Málaga entre finales del XVIII y primeros del XIX (en un principio en Alozaina y luego en Málaga capital).
Se trataría entonces de la casa número 7 que tenía en propiedad este adinerado escribano. Como señala Víctor Manuel Heredia, hay otros ejemplos de placas de este tipo relativas al convento del Císter o de las Agustinas, que también tenían inmuebles en propiedad. Por otra parte, el historiador considera que los topes para las ruedas de carros que sobreviven en unas pocas calles de Málaga como esta, Beatas o Postigo de Arance «deberían estar inventariados y protegidos».
Sin duda una casa llena de historia pero sin ningún tipo de protección en el PGOU.
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