Crónicas de la ciudad

La falla tectónica del Pintor Nogales y la de Colmenarejo

Después de 15 meses, el Ayuntamiento ha reparado la rotura en tan emblemática cuesta. En Colmenarejo hay otra que pronto no se la saltará un galgo

La senda peatonal junto a Colmenarejo, susceptible de mejora.

La senda peatonal junto a Colmenarejo, susceptible de mejora. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

A lo mejor son las luces led que están desembarcando a mayor ritmo en Málaga o el hecho impepinable de que el sol sale por el levante cada vez más pronto, con lo que la aurora de rosados dedos, de la que hablaban los griegos, nos regala un amanecer más tempranero.

De cualquier modo, ascender la Travesía del Pintor Nogales a primera hora de la mañana ya no es una operación de alto riesgo y el autor de estas líneas, como muchos turistas y visitantes, ya no incurre en un involuntario ‘salto olímpico’ por la presencia de una traicionera falla tectónica en mitad de la cuesta.

Lo mismo, hasta la han arreglado y en ese supuesto, ha costado lo suyo, en concreto cientos de trompicones de inocentes, porque el primer escrito sobre la presencia de esta agrupación de losetas rotas, listas para que un ser inocente se pegue un vejigazo, lo presentó el grupo municipal Adelante Málaga en noviembre de 2021. Si finalmente ha desaparecido la rotura, nuestro Consistorio ha tardado 15 meses en arreglar algo más que transitado en el meollo turístico e histórico de Málaga. También los hay más lentos.

La Travesía del Pintor Nogales, arriba, con las losetas sin reparar y debajo, ya reparadas, ayer.

La Travesía del Pintor Nogales, arriba, con las losetas sin reparar y debajo, ya reparadas, ayer. / A.V.

Lo que probablemente tardará más de 15 meses en repararse y puede que hasta tenga -en un futuro próximo- vida geológica propia, es una falla tectónica que pronto necesitará de un puente para atravesarla, por el desarrollo que presenta

Se encuentra, desde el punto de vista municipal, donde Franco perdió el mechero, así que habrá que poner el famoso letrero que en su día leyó Dante: ‘Abandonad toda esperanza’ (de arreglo).

Hablamos de una senda entre el Puerto de la Torre y el Cementerio de San Gabriel, de gran riqueza paisajística salvo cuando sopla el levante y un mar de plásticos se abate por los montes más próximos al vertedero de Los Ruices, fenómeno ‘costero’ del que este periódico habló hace unos días.

Justo en las inmediaciones del vertedero, con Colmenarejo a los pies y el Parque Tecnológico en lontananza, rodeados por almendros aún en flor, el senderista deberá dejar de distraerse con tonterías y mirar por donde pisa, porque a sus plantas tendrá un auténtica ruptura del terreno que pronto no se la saltará un galgo.

La grieta se extiende varios metros y da la impresión de que quiere ampliar sus dominios con la inmoral avidez de un empresario que dejara tirado a su país para arrimarse a los piratas fiscales holandeses.

De aquí a que alguien arregle esta falla aguarden sentados y prepárense a pasar largos años en solitaria compañía. Como san Simeón el Estilita. Paciencia.

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