Educación

Bullying: ¿qué hacemos con los acosadores?

¿Se puede recuperar a un acosador? Sí, pero la responsabilidad no es solo del acosador, sino de toda la comunidad educativa - En el verdadero acoso, siempre hay dos perfiles: un hostigador y una víctima. No están en un plano de igualdad, el primero está por encima

Dos niños señalan a una compañera de clase en horas lectivas.

Dos niños señalan a una compañera de clase en horas lectivas. / 123RF

Olga Pereda

Cualquier manual de paternidad incluye la expresión gestionar la frustración como un pilar en la educación de los hijos. Lejos de ser un mantra de la llamada crianza consciente, gestionar la frustración es una de las tareas más importantes de los progenitores. ¿Por qué? «No saber controlar la impotencia es el primer motor de la agresividad en niños, niñas y adolescentes», explica Alejandro Rodrigo, experto en intervención social y educativa con menores y autor de 'Cómo prevenir conflictos con los adolescentes' (Plataforma Editorial). Que un chaval tenga límites claros y sepa gestionar su frustración es fundamental para prevenir y combatir el bullying, ya sea físico, verbal o digital. Ahora bien, ¿qué hacemos con los menores acosadores? ¿Cómo se les recupera? ¿Qué se puede hacer para que dejen de naturalizar la violencia?

Violencia reactiva versus instrumental

El bullying no es una disputa o una riña puntual. Para ser considerado como tal, ha de ser continuado: amenazas, insultos y humillaciones a lo largo del tiempo. María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (Ceapa), asegura que tener muy claro qué es bullying y qué no es fundamental para luchar contra esta lacra. El acoso escolar no consiste en que dos personas -de igual a igual- se peguen un día. En el verdadero acoso, siempre hay dos perfiles: un hostigador y una víctima. No están en un plano de igualdad, el primero está por encima.

«La violencia reactiva es más fácil de abordar. Es el caso, por ejemplo, de un chaval que pega a otro y este le responde. La más complicada es la instrumental, cuando existe premeditación y el acosador tiene por objetivo hundir al otro y lograr un estatus social. Aquí tenemos un grave problema y no podemos darle la espalda», destaca Rodrigo.

Las familias, del lado del colegio

tratar a los acosadores es que sus padres y madres se involucren y sean conscientes de que no están ante un juego infantil.En casa solo están acostumbrados a ver una cara de sus hijos

En los casos de bullying hay un denominador común, la ausencia de «límites firmes, contundentes y compasivos». Así lo explica Sara Carro, facilitadora de la cooperativa Fil a l’agulla. En su opinión, siempre hay que decir «no a la situación [bullying] pero sí a la persona [acosador]». «El que está dañando a otro tiene que ser acompañado para darse cuenta del mal que causa. Muchas veces ni siquiera es consciente. Lograr ese objetivo es difícil», añade. Cuando el acosador ya da ese paso, quedan otros dos escalones: la reparación y la no repetición.

bullying

El bullying afecta a muchos alumnos.

Derrumbar la figura del chivato

Además de pedir a los progenitores que colaboren con la escuela para atajar el problema del bullying, el profesor Dani Cortijo exige que la educación en casa se base en el respeto. La conducta del bullying también se aprende, como el machismo. «Si un chaval escucha en su casa a sus padres reírse de un vecino gordo, eso es lo que va a aprender, a burlarse y a humillar».

Además, el bullying no solo es responsabilidad del acosador y su familia, sino de todo el grupo de amigos que, en clase, lo jalea. Docente en un instituto de L’Hospitalet, Cortijo invita a estudiantes y familias a derrumbar la idea del chivato: «Denunciar que hay un estudiante que está haciendo la vida imposible a otro no es chivarse, sino luchar por una sociedad más justa».

Acompañar al acosador y recurrir a profesionales

¿Se puede recuperar a un acosador? Sí, pero la responsabilidad no es solo del acosador, sino de toda la comunidad, subraya Carro. «Vivimos en una sociedad con violencia estructural, machista, racista y tránsfoba», critica. Cortijo insiste en que el problema no solo está en el que practica bullying sino que hay que ver y comprender su contexto, situación familiar incluida. «El alumno no tiene la culpa de nacer donde ha nacido», recalca el docente, que al igual que Rodrigo considera fundamental acudir a servicios profesionales para solucionar un caso grave: «Los profesores no podemos saber de todo. Tenemos sentido común pero no somos psicólogos».

El profesor de L’Hospitalet critica que a los docentes se les pida ser expertos en todo, incluida la resolución de conflictos. «Yo nunca doy a un alumno por imposible. Soy el primero que se pide a los más conflictivos. Revertir la situación es gratificante, pero no podemos desatender al resto. A los profesores nos reprochan que nos falta formación. No, nos falta realismo y, sobre todo, tiempo», concluye.

Suscríbete para seguir leyendo