Crónicas de la ciudad

Los árboles botella de la barriada de Santa Julia

La ausencia de zonas verdes y de esparcimiento en este barrio de finales de los 50 se compensó en parte con la plantación de exóticos árboles australianos

La calle Peteneras de Santa Julia, con los árboles botella, este mes.

La calle Peteneras de Santa Julia, con los árboles botella, este mes. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La barriada de Santa Julia suele ser noticia en los últimos tiempos por el desalojo de inquilinos que no pueden afrontar el alquiler. Es la cruz del éxito de Málaga, para el que nadie tiene una receta exitosa. 

Situada a pocos pasos de la Cruz del Humilladero, marcó el inicio de la construcción en este sector lleno de huertas -aparte de la cárcel y el matadero- a partir de finales de los años 50, una urbanización marcada a su vez por la carencia sistémica de espacios verdes y de esparcimiento. 

La de Santa Julia fue una iniciativa privada y sus promotores cuentan con sendos rincones en el callejero del barrio: la calle Leandro Martínez Marín, paralela a la avenida Ortega y Gasset y la plaza dedicada a Miguel Serrano de las Heras, que es más intersección de calles que plaza propiamente dicha. Otra curiosidad es la calle dedicada al Doctor Mañas Bernabeu, con palmeras a los lados desde los años 80, que recuerda al médico que salvó la talla de la Virgen de la Victoria en las irracionales quemas de mayo de 1931

Hace 22 años los vecinos contaban al firmante que los promotores -uno de los cuales habría puesto el nombre del barrio en honor a su mujer- habían construido sobre la antigua huerta de la familia Infante. Los más veteranos todavía recordaban las fincas vecinas delimitadas por pitas, las chabolas cercanas y los entierros por el Camino de San Rafael, en dirección al cementerio.

Santa Julia se salvó de la masificación porque se construyó una década antes que barrios vecinos que abogaron por la altura y la densidad como Santa Marta, santo y seña, a fin de cuentas, de la Cruz de Humilladero. 

Parece que fue a finales del siglo pasado cuando se optó por una acertada decisión botánica que, desde entonces, ha marcado la estética del barrio al plantar Parques y Jardines en casi todas sus calles brachichiton del tipo Brachychiton rupestris o árbol botella de Queensland (Australia).

La abundante presencia de estos árboles botella ha llenado de belleza y sombra el barrio y aporta un poco de verde a uno de los rincones de Málaga con más ausencia de ella -el futuro parque de Repsol, ‘achicado a lo grande’ por la miopía urbanística de nuestros políticos, será una migaja comparado con los metros cuadrados que necesitan los vecinos-. 

Como consuelo, para huir del mundanal ruido basta con entrar a algunas de las pequeñas calles sin salida como Peteneras o abiertas como la calle Seguiriyas -con la portada de la antigua cárcel al fondo- para disfrutar del regalo de estos exóticos árboles del quinto continente. 

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