Exposición

Manuel de Mora: el arte de pasar del fonendo a los pinceles

El antiguo jefe del servicio de Cardiología del Hospital Carlos Haya, jubilado en 2020, ha regresado a la vocación de su adolescencia, la pintura, y hasta el 13 de abril expone en el Colegio de Dentistas más de una veintena de cuadros de aires neoexpresionistas, pintados a mano o con ipad

El cardiólogo Manuel de Mora, ayer con algunas de sus obras en la sala de exposiciones del Colegio de Dentistas de Málaga, en el Pasillo de Atocha,3.

El cardiólogo Manuel de Mora, ayer con algunas de sus obras en la sala de exposiciones del Colegio de Dentistas de Málaga, en el Pasillo de Atocha,3. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Aunque iba para estudiante de Ciencias, a los 14 años su padre le regaló todo lo necesario para pintar y ahí arrancó una vocación que sólo ha interrumpido su otra gran pasión: la Medicina

«Ha habido épocas en que no he pintado absolutamente nada, he estado muy dedicado a la profesión y me absorbía muchísimo», confiesa Manuel de Mora, sevillano de 69 años y desde hace más de 40, afincado en Málaga. «Desde que me vine voluntario a hacer la residencia al Carlos Haya», precisa. 

Dos de los cuadros de la muestra.

Dos de los cuadros de la muestra. / A.V.

Porque este artista cercano y afable ha sido un eminente cardiólogo y los últimos 12 años de su carrera profesional, jefe del servicio de Cardiología y director de la Unidad de Cardiología y Cirugía Cardiovascular del hoy Hospital Regional, hasta su jubilación en 2020. «No podía ser tapón para la generación que seguía», argumenta. 

Pero su entrada en la jubilación ha sido un jubiloso reencuentro con la pintura. Puede comprobarse, hasta el 13 de abril y con el paréntesis de la Semana Santa, en la exposición de más de una veintena de sus cuadros en la sala del Colegio de Dentistas de Málaga, en el Pasillo de Atocha, 3. 

En primer plano, una reflexión sobre las guerras.

En primer plano, una reflexión sobre las guerras. / A.V.

Se trata de 23 obras en las que no sólo ha aplicado los pinceles, también el ipad y la posterior impresión digital. «Me llamó la atención que David Hockney se hubiera hecho un traje donde en el bolsillo le cabía el ipad. Prácticamente me he pasado al ipad, hago acrílico pero pinto mucho digital con un programa muy sencillito», explica, al tiempo que aclara que en la exposición pueden verse estas dos modalidades. 

Este admirador de Hockney, Francis Bacon, los expresionistas de inicios del XX y Barceló ( «para mí el mejor pintor vivo», remarca) ha pasado por varias etapas, la última de ellas neoexpresionista, aunque precisa que rehúye de las etiquetas, así como del sambenito excesivamente pesimista de esta corriente, algo que no va con este médico jovial, que pinta unas tres horas al día en el rincón que se ha agenciado en su casa del Cerrado, con la complicidad de su mujer. 

Sus cuadros, además de modernos y originales, son en su mayoría figurativos y algunos con un mensaje político detrás, como esas sonrientes caras de políticos que acaban de aprobar los presupuestos generales del Estado o una reflexión sobre las guerras, sin olvidar al simpar Ulises, que regresa a Ítaca para toparse con una fiesta del orgullo gay. 

Pinceladas de arte, digitales y a la antigua usanza, de un cardiólogo sumergido felizmente en la pintura, su pasión de juventud.

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