Mirando atrás

Asensio de la Cerda: los escultores perdidos

El catedrático del Departamento de Historia del Arte de la UMA, Juan Antonio Sánchez López y el profesor titular, Sergio Ramírez González, publican una monografía única sobre la saga de escultores de los Asensio de la Cerda de la Málaga del XVIII, tras 20 años de trabajo

Sergio Ramírez (izq.) y Juan Antonio Sánchez López, con su monografía en el Museo de Málaga, donde de presentó.

Sergio Ramírez (izq.) y Juan Antonio Sánchez López, con su monografía en el Museo de Málaga, donde de presentó. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Desde que hace 27 años Juan Antonio Sánchez López, catedrático de Historia del Arte de la UMA, publicara su monumental tesis doctoral ‘El alma de la madera: cinco siglos de iconografía y escultura procesional en Málaga’ los estudios sobre escultura barroca malagueña no había recibido una noticia tan excepcional. 

Ocurrió en la tarde del pasado 22 de marzo en el Palacio de la Aduana, cuando en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo se presentó la monografía ‘La impronta de una familia. Los Asensio de la Cerda, escultores en la Málaga del siglo XVIII’, editada por la Fundación Málaga, obra del propio Juan Antonio Sánchez López y de Sergio Ramírez González, profesor titular del Departamento de Historia del Arte de la UMA. 

Los autores con Danae Pérez, de la Fundación Málaga, el presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna y la académica Rosario Camacho, en la presentación de la monografía.

Los autores con Danae Pérez, de la Fundación Málaga, el presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna y la académica Rosario Camacho, en la presentación de la monografía. / Alex Zea

Los dos doctores han dedicado nada menos que 20 años de trabajo para ir desvelando un auténtico enigma histórico, incluso desconocido para el gran investigador del Arte en Málaga, el fraile agustino Andrés Llordén, que no tuvo noticias de esta saga familiar de escultores formada por un padre, Pedro Asensio de la Cerda (1703-1773) y sus hijos Antonio (1731-?) y Vicente (1733-1791).

 Juan Antonio Sánchez López y Sergio Ramírez han identificado nada menos que 82 obras de esta dinastía de imagineros, en concreto 5 de Pedro Asensio de la Cerda, 58 de Antonio Asensio de la Cerda y 19 de su hermano Vicente Asensio de la Cerda, además de dar a conocer parte de su trayectoria vital. 

 Como declara el catedrático para La Opinión, esta monografía es una prueba más de que «Málaga fue uno de los primeros centros escultóricos de Andalucía en el XVIII, de los que más peso tiene junto a Antequera, Cádiz y Jerez de la Frontera, aparte de poder considerarse el tercer foco de la región como ya señalaba Andrés Llordén», en unos tiempos en los que los dos grandes focos tradicionales de los dos siglos anteriores, Sevilla y Granada, han entrado en declive. Prueba de esa pujanza será el hecho, poco conocido, de que el primer andaluz en entrar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando es el escultor malagueño Fernando Ortiz

Desaparecida Virgen de los Dolores de Setenil (1775) de Vicente Asensio de la Cerda.

Desaparecida Virgen de los Dolores de Setenil (1775) de Vicente Asensio de la Cerda. / La Opinión

Esta investigación comenzó hace 21 años, a inicios de 2002, cuando en las manos de los dos expertos cayó un libro sobre la Semana Santa del pueblo de Setenil de las Bodegas (Cádiz). En la obra aparecía la transcripción literal de un manuscrito de la Hermandad de la Vera Cruz, posteriormente localizado por los autores, en el que constaba como autor en 1775 de la desaparecida imagen de la Virgen de los Dolores Vicente Asensio de la Cerda, un escultor de Málaga.

Los investigadores consiguieron una fotografía de comienzos del siglo XX de la imagen, destruida durante la Guerra Civil, y comprobaron que era muy similar a una serie de Dolorosas malagueñas del XVIII en cuanto a su morfología, estilo e iconografía, ya resaltadas por el catedrático en su tesis ‘El alma de la madera’: «No sería aventurado querer atribuirles una procedencia común y centralizados en un determinado obrador local de imaginería», escribía en 1996. 

A partir de ahí comenzó un ingente y paciente trabajo, con una primera publicación de conclusiones en 2006 en el Boletín de Arte y la visita a 23 archivos nacionales e internacionales. 

Los historiadores del arte han conseguido llenar importantes lagunas como el origen familiar: «Cirujanos y barberos que trabajaban en Cieza, Murcia en el XVII», recordó el profesor Sergio Ramírez durante la presentación. 

Una de las hipótesis que plantean es que el padre, Pedro Asensio de la Cerda, nacido en Cieza, marchó a Málaga porque a esas tierras fue destinado su padrino, el militar Matías Marín-Blázquez, que llegó a ser corregidor de Ronda y Marbella en la década de 1720.

Virgen de los Dolores del Puente (c.1746-47) atribuida a Pedro Asensio de la Cerda.

Virgen de los Dolores del Puente (c.1746-47) atribuida a Pedro Asensio de la Cerda. / La Opinión

También en esa década Pedro se traslada a Málaga y en 1728 contrae matrimonio en la iglesia de San Juan con la malagueña Rosalía Rodríguez de Ávalos. La pareja tendría seis hijos nacidos en Málaga, dos de ellos escultores: el primogénito Antonio y su hermano Vicente, que trabajaron en el taller paterno. 

Lo llamativo es que al morir Pedro Asensio de la Cerda -fue enterrado en el Sagrario- el taller pasará a Vicente y no al hijo mayor, Antonio. Según el Catastro de Ensenada, el primogénito aparece establecido en 1752 en Ubrique, en la Sierra de Cádiz -una zona perteneciente entonces a la Diócesis de Málaga- casado con una mujer oriunda de este pueblo, donde establecerá su taller. Como particularidad, algunas de las obras realizadas por el hijo mayor están firmadas. 

Ánima del Purgatorio (c.1770-1775), atribuida a Antonio Asensio de la Cerda.

Ánima del Purgatorio (c.1770-1775), atribuida a Antonio Asensio de la Cerda. / Miguel Gomez Bernardi

Los dos investigadores no descartan que el traslado a Ubrique de Antonio Asensio de la Cerda se debiera simplemente a un acto de amor, aunque junto a esta hipótesis también pesan la existencia de posibles desavenencias entre padre e hijo o la búsqueda de nuevos mercados por parte de este último en el territorio de la Sierra de Cádiz. 

Como destaca Sergio Ramírez, estas obras y modelos de la saga de Cieza y Málaga tuvieron una «enorme repercusión» en toda Andalucía e incluso obras de esta familia han aparecido en Malta y en los asentamientos españoles en el norte de África.  

Virgen del Amor Doloroso (1771), atribuida a Antonio Asensio de la Cerda.

Virgen del Amor Doloroso (1771), atribuida a Antonio Asensio de la Cerda. / La Opinión

La identificación de las piezas

En estas dos décadas de «una carrera de resistencia en la que no gana el más rápido sino el que tiene más aguante», resalta Juan Antonio Sánchez López, la paulatina identificación de las piezas como parte de la producción de los Asensio de la Cerda se ha llevado a cabo con una serie de criterios profesionales, «porque los historiadores del arte cuando atribuimos una obra no estamos escribiendo una novela». Esos criterios han sido, en primer lugar, los documentos sobre las obras, siempre que exista una correspondencia estilística «entre las obras documentadas y las obras conservadas», como ha sido el caso; en segundo lugar las obras firmadas como testimonio del artista y en tercer lugar, el análisis taxonómico de las piezas, lo que le lleva a señalar que «los Asensio de la Cerda logran cristalizar un estilo, un método, una marca de la casa».

Virgen de la Soledad, Isla Cristina (Huelva) (c.1775-1790), atribuida a Vicente Asensio de la Cerda.

Virgen de la Soledad, Isla Cristina (Huelva) (c.1775-1790), atribuida a Vicente Asensio de la Cerda. / DAVID INFANTE RAMOS

Tallas como la Virgen de los Dolores de la Expiración o la Virgen de los Dolores del Puente salieron de las manos de algunos de los miembros de esta familia, estos escultores ‘perdidos’ y recuperados gracias al tesón de los dos historiadores del arte. 

La antigua profesora de ambos, la catedrática Rosario Camacho, resaltó durante la presentación del libro el enorme esfuerzo que ha supuesto «sacar a la luz» a esta «saga de maestros olvidados».  

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