Mirando atrás

Carlos de Linares, un geriatra sin fronteras

El médico malagueño, aún en ejercicio, conserva el entusiasmo que le llevó a ser uno de los primeros geriatras de España y a fundar la Sociedad Andaluza de Geriatría y la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Andalucía

Carlos de Linares del Río, esta semana en su consulta de calle Martínez.

Carlos de Linares del Río, esta semana en su consulta de calle Martínez. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Nunca me he planteado otra cosa que la medicina y me alegro muchísimo porque ha sido la profesión más bonita que podía haber escogido», confiesa esta semana el geriatra Carlos de Linares del Río con una amplia sonrisa. La misma que no se le borra de la cara al desgranar una vida intensa y sin fronteras, cuando de ayudar al prójimo se trata. 

Carlos de Linares, el más pequeño, acompañado de su familia materna, padres y hermanos en Ciudad Jardín, en 1955.

Carlos de Linares, el más pequeño, acompañado de su familia materna, padres y hermanos en Ciudad Jardín, en 1955. / Archivo Carlos de Linares

En la Feria de Málaga, en Martiricos, en 1956.

En la Feria de Málaga, en Martiricos, en 1956. / Archivo Carlos de Linares

Malagueño del 52 y del barrio de la Victoria, aunque su padre, José Luis de Linares Pezzi, era abogado, su familia paterna estaba llena de psiquiatras y médicos. «A mí me encantaba la figura de mi tío Antonio de Linares, una persona muy humana, quien más me influenció hacia la Medicina», cuenta. 

Antonio de Linares Pezzi, el médico que le transmitió la vocación.

Antonio de Linares Pezzi, el médico que le transmitió la vocación. / Archivo Familia De Linares

Así fue como este alumno de los maristas, hiperactivo y con déficit de atención, marchó a Granada a hacer Medicina. Un año antes, por cierto, a raíz de estudiar el COU ‘experimental’ en el Instituto Sierra Bermeja conocería a Dori, su futura mujer.  

En la Ciudad Sindical de Marbella, en 1964, con sus padres, José Luis de Linares y Lolín del Río y José Luis Hermoso y Mari Pepa García.

En la Ciudad Sindical de Marbella, en 1964, con sus padres, José Luis de Linares y Lolín del Río acompañados por José Luis Hermoso y Mari Pepa García. / Archivo Carlos de Linares

En Granada, de prácticas como interino de oftalmología, «me dije que las personas mayores, además de cataratas tienen otros problemas y cayó en mis manos un libro sobre Geriatría; algo que España no existía», recuerda. 

Su interés creció y logró entrar en una escuela en Madrid para estudiar esta nueva especialidad. «Acabé en junio del 79 y en diciembre nacía la especialidad de Geriatría en España, creo que soy el geriatra en activo más viejo que hay en España», resalta. Ese mismo año fundó la Sociedad Andaluza de Geriatría. Fue el primer geriatra de Málaga pero muy pocos sabían qué era: «Pensaba que se me iban a abrir las puertas, pero las puertas no se me abrieron», reconoce.

Por eso, optó por estar un año de médico general en Colmenar, un tiempo que terminó siendo inolvidable: «Fue una época preciosa, siempre recomiendo que hay que hacer medicina de familia en los pueblos. Allí no tienes a nadie a quien preguntar, sólo tienes tu cabeza, tus manos y el fonendo». Su buen hacer como médico en Colmenar, al diagnosticar un caso de cólera, le llevaron a organizar la unidad de infecciosos en el Civil. «Yo no tenía ni idea de hidratación, el protocolo de hidratación del cólera salió de una noche de insomnio consultando libros con mi hermano Francis, también médico», cuenta. 

El geriatra malagueño con Dori, su mujer y sus hijos Carlos, Alberto, Dori, José Luis y Leticia.

El geriatra malagueño con Dori, su mujer y sus hijos Carlos, Alberto, Dori, José Luis y Leticia. / Archivo Carlos de Linares

En el Civil, hacia el 83, sacaron por fin la plaza de Geriatría y la obtuvo. «Me dieron unas salas y por entonces la estancia media de los pacientes era de 7 años y pico, aquello no era un hospital sino un asilo y además el personal tenía el mayor índice de absentismo de España», recuerda. Al año, la estancia media era de 11 días y el índice de absentismo, cero. «Se había acabado el asilo y se había convertido en una unidad de Geriatría, la primera que hubo en Andalucía». 

El Civil, sin embargo, cerró la unidad a finales del 85 («cuando se metió la política en la Sanidad fue horroroso», apunta). Así que quien se consideraba «un talibán de la medicina pública» abrió ese mismo año una consulta privada de Geriatría, primero en calle Larios y luego en calle Martínez, donde continúa. 

El Alzhéimer

«Empezaron a llegarme muchos pacientes con cuadros demenciales, de demencia sólo había una página en los libros de Medicina interna, aquello me superaba», confiesa. Carlos de Linares comprobó que el paciente con demencia creaba también un problema «a nivel familiar» y pensó en hacer algo, así que en 1989 fundó la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Andalucía, con sede en Málaga. Fue el tercer colectivo de este tipo en España. 

Atendiendo a una paciente en su consulta, durante la pandemia.

Atendiendo a una paciente en su consulta, durante la pandemia. / Archivo Carlos de Linares

Además, años después crearía la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y se encargó de que el primer congreso, en 1992, se celebrara en Málaga. Fue en el centro asistencial de los Hermanos de San Juan de Dios. 

Además, con unos compañeros creó la Fundación Anti Demencia Al-Ándalus con un tempranero portal de internet, ‘Alzhéimer online’, en el que los médicos atendían consultas de forma gratuita y se convirtió en el más visitado en todas las lenguas. «Hasta su disolución realizó más de 7 millones de consultas gratuitas en todo el mundo», recuerda. Al hilo de esta actividad, en una ocasión en la televisión argentina le preguntaron ‘qué sacaba con todo esto’: «Le dije que el poder viajar desde Alaska hasta Tierra de Fuego cada noche, quedándome en casa de un amigo, gracias a los contactos que tenía». 

En el 33 aniversario de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Andalucía, que fundó y presidió.

En el 33 aniversario de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Andalucía, que fundó y presidió. / Archivo Carlos de Linares

Y en el Civil, cerrada Geriatría, pasó a Neurología, aprendió nuevos conocimientos y con otro compañero le tocó cerrar el psiquiátrico del Civil. 

Pero este médico generoso y activo también ha trabajado en la unidad de Geriatría del Hospital de la Cruz Roja, ha sido jefe del Servicio de Geriatría en el Clínico y profesor en la UMA, donde a sus alumnos les recalcaba que, en Medicina, «hay que saber hacer una historia clínica y estar siempre disponible, algo que os abrirá puertas y es una fuente para hacer amigos»

Pero junto con su breve etapa como médico de familia en Colmenar, lo que recuerda como una época inolvidable han sido los 8 años de director médico de las Hermanas Hospitalarias, en Capuchinos. «Cuando trabajas con una institución que tiene unos valores, con ese servicio y entrega... yo adoro a mis monjas, son unos ángeles que están en la Tierra», subraya. 

Acompañado de su nieta Ana, en plena faena como apicultores.

Acompañado de su nieta Ana, en plena faena como apicultores. / Archivo Carlos de Linares

En 2015, a causa de una angina de pecho, decidió jubilarse, aunque continúa con la consulta privada, así que sigue estudiando para estar al día, con la ‘espina’ de que Andalucía es todavía de las pocas comunidades autónomas que no reconoce la especialidad de Geriatría. 

En calle Larios con su mujer y su nieta Ana, protagonistas del proyecto Abuelazos de la Fundación Harena.

En calle Larios, con su mujer y su nieta Ana, protagonistas del proyecto Abuelazos de la Fundación Harena. / Archivo Carlos de Linares

La llegada de la covid le convirtió en rastreador. Con la jubilación descubrió la magia de la apicultura y hoy ‘pastorea’ unos 4 millones de abejas en un terrenito. Además, con su mujer Dori, con quien tiene cinco hijos, antes de la pandemia puso en marcha el proyecto ‘Abuelazos’, para atender a ‘nietos’ adoptivos. Genio y figura. «Desde pequeño he hecho lo que me ha gustado, siempre rodeado de gente maravillosa. Tengo que dar gracias a Dios», remarca. 

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