Crónicas de la ciudad

Un jardín vertical en la travesía del Pintor Nogales

La Naturaleza vuelve a irrumpir en este soso paseo escoltado por un fallido terrizo compacto, como en su día lo hizo una planta pertinaz año a año

Los ‘jardines verticales’, al fondo, dan un poco de color a esta mustia travesía.

Los ‘jardines verticales’, al fondo, dan un poco de color a esta mustia travesía. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Le falta algo a la Travesía del Pintor Nogales. Su sobrio suelo de grandes trozos de mármol, recorrido por camiones que quizás se pasaron de tonelaje y de frenada, dejaron durante cerca de año y medio una fractura que no se la saltaba un galgo, así que los malagueños y visitantes lo tuvieron crudo. 

Tras un número incalculable de traspiés y denuncias, parece que la aparición en esta crónica de la ‘falla tectónica’ descubrió el fallo a los responsables municipales, que arreglaron el entuerto a los pocos días. Nunca es tarde si el final es dichoso.

Pero lo que no tiene solución es el fallido terrizo compacto que escolta la parte derecha de esta preciosa subida. Eliminado el acerado verde que unos databan en los años 60 del siglo pasado y otros hace cien años -hoy está en el patio de la Aduana- fue sustituido, por decisión de un arquitecto poco ducho en materiales, por una lengua de tierra que da al conjunto una inmerecida pincelada cutre, porque el supuesto material compacto se ‘descompactó’ a las primeras de cambio y hoy es un espacio olvidado a su suerte. 

Se arregló, eso sí, el desbarajuste del poema ‘Ciudad del Paraíso’, pues seguía la iletrada tradición de Málaga de meter la pata todo lo que se pueda con las inscripciones públicas. 

Lo que no han logrado las sobrias y tristonas planchas de madera del lateral derecho es frenar la fuerza de la Naturaleza de la que tanto nos hablaba Stravinski. En esta época del año en la que la primavera está más que consagrada, un esperanzador fenómeno está matando dos pájaros de un tiro, en sentido figurado. 

El verde, en la maltratada reja del Paseo de Don Juan Temboury.

El verde, en la maltratada reja del Paseo de Don Juan Temboury. / A.V.

Porque de forma discreta pero tenaz, la Travesía del Pintor Nogales se está hermoseando gracias a la llegada de un jardín vertical natural que está transformando la ‘sobriedad terriza’ del paraje en un doble sentido. En primer lugar, colonizando los paneles de madera y llenándolos de verde; en segundo lugar, tapando parte de la cochambrosa verja del Paseo de don Juan Temboury, que continúa sin que el Consistorio le destine un euro a rehabilitarla, así que pasen las legislaturas. 

El jardín vertical, en realidad, surge del intersticio entre los paneles de madera y el muro original de piedra, posiblemente gracias al riego de los vecinos jardines junto a la Alcazaba que suele terminar por estos lares. No es ninguna sorpresa, pues junto a una instalación eléctrica en esta misma pared renacía una planta todos los años. 

El caso es que ya podemos comparar cómo queda mejor esta travesía sin con plantas o sin ellas. La conclusión está clara. 

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