«Queremos frenar la barbaridad de un equipamiento urbano en el contexto de un bosque. No queremos ni mesas de hormigón, ni parque infantil. Ni nosotros, ni ninguno de los vecinos, ni los niños», subraya esta semana Javier Viana vecino del Monte Victoria.
Javier inició el pasado 18 de mayo una campaña en la plataforma change.org para tratar de parar las obras que el Ayuntamiento está llevando a cabo en el que está catalogado como un parque forestal con una extensión de 312.000 m2. Entre ellas, mejoras en los caminos, nuevos senderos, renovar un mirador, nuevas talanqueras (muretes de defensa), mesas de picnic, papeleras, bancos y un parque infantil, informaba el Consistorio en abril.
Con el lema ‘S.O.S. Monte Victoria. Paremos las actuaciones que no cuidan la biodiversidad del Monte’, la petición de change. org incluye también dotar al monte de una figura de protección legal «que impida futuros desarrollos urbanísticos en la zona». Hasta la fecha lleva recogidas cerca de 1.400 firmas.
Para Juan Antonio Gómez, de la Sociedad Española de Ornitología, estas actuaciones empeorarán todo el entorno: «El Monte Victoria tiene una biodiversidad bastante peculiar para un bosque metido dentro de una ciudad y no es compatible con usos como los de un parque urbano y las infraestructuras que están metiendo. Se están gastando el dinero de los contribuyentes en ponernos un botellódromo», denuncia.
El ornitólogo recuerda que en el Monte Victoria se han catalogado «hasta 72 especies de aves, especies muy complicadas de ver: el colirrojo real por ejemplo, en migración hasta cigüeñas negras pasando por aquí, el papamoscas cerrojillo, los chotacabras... es un ecosistema que cede biodiversidad a entornos cercanos». Juan Antonio teme que las obras reduzcan esta biodiversidad y lamenta que se lleven a cabo «en época de nidificación», al tiempo que destaca que el monte también alberga camaleones y varias clases de culebras.
A su lado está el biólogo y profesor de la UMA José Ángel Campos, que recuerda que el Monte Victoria cuenta con 253 especies de plantas censadas. «Si comparas con Gibralfaro aquí hay muchísima más diversidad y hasta siete u ocho especies de helechos», destaca.
El también biólogo Andrés Campos señala por su parte cómo la ampliación de un antiguo sendero, reconvertido en un ancho camino, ha dañado un algarrobo centenario.
«Hemos pasado de 2 metros de anchura a 7 u 8, junto al arroyo (del Calvario) que es una rambla y por él baja bastante agua», critica Juan Antonio Gómez.
En relación con las obras, Reyes Revilla, vecina de la zona, lamenta que al no haber «señalética previa, no hemos podido evitar la ampliación del carril y senderos», al tiempo que tacha las obras de «agresiones al entorno natural».
«Cuanta más biodiversidad más resistente es un bosque a las agresiones. Luchamos para que estas obras no se hagan porque cada agresión al bosque es una justificación para seguir», subraya Juan Antonio Gómez.
Respuesta del Ayuntamiento
El concejal de Medio Ambiente, Francisco Cantos, respondió ayer que las obras son «muy respetuosas con el Medio Ambiente». Con respecto a las quejas de que se pueda celebrar botellón con las mesas de picnic, destacó que «por desgracia, botellones ya se organizan» y no guardan relación con estas obras.
Francisco Cantos detalló que las obras han incluido la entresaca de árboles secos, la realización de cunetas de hormigón para recoger el agua y un camino terrizo compacto «no asfaltado, para mejorar la conectividad desde la calle Amargura con el Seminario», que servirá de vía de conexión y evacuación en caso de incendio.
En cuanto al parque infantil, «será de madera, como el que hay en Gibralfaro». El concejal recalcó que estas obras «no ponen en peligro ni la fauna ni la flora del monte, son respetuosas».