La Opinión de Málaga

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Crónicas de la ciudad

La jardinera que frena el tráfico en el Santuario

Tras varios despeñamientos de automóviles, cumple su función de guardián del tráfico un macetón a pocos metros de la escalinata lateral del Santuario de la Victoria

El macetón que ha logrado frenar las bajadas involuntarias de coches por la escalera. A.V.

En las películas de acción, empezando por las del agente 007 -pronto será inquisitorialmente prohibido o arrinconado por sus múltiples líos de faldas, al igual que Pablo Ruiz Picasso- no faltan persecuciones de coches por los lugares más insospechados. 

De esta manera, conducir un coche, para James Bond y sus parientes, es casi una experiencia anfibia, pues los automóviles, además de carreteras, surcan prados, playas, ríos, irrumpen en bodorrios sin atropellar a un solo invitado ni camarero y, por descontado, bajan las escaleras como Pedro por su casa (de dos plantas). Las llantas, por descontado, no parecen sufrir mucho en estas películas. 

Para el común de los mortales, sin embargo, bajar una escalinata con el coche es, además de un inmenso error, tan placentero como tomarse un café bien cargado con Vladimir Putin.  

Hay una comedia, quizás de Luis de Funes, en la que la cámara recoge el baile de san Vito de quienes experimentan este inolvidable momento.

En Málaga, como algunos lectores recordarán, había un rincón muy frecuentado de la ciudad en el que un conductor, con la impericia y falta suficiente de reflejos, podía ponerse en las carnes de James Bond o más bien de Luis de Funes, el inspector Clouseau y compañía.

Se trataba de una escalinata junto al Santuario de la Victoria, en concreto en la plazuela del Cristo del Amor. Porque en este espacio se encuentra la salida de un parking y para un conductor poco conocedor de la zona, pese a que unos postes separadores marcan la rampa para incorporares a la calle Fernando el Católico, existía la posibilidad de torcer a la izquierda y caerse con todo el equipo... por una escalera

En los últimos años ocurrió al menos tres veces y para evitar una tercera, un macetón impide revivir este truco cinematográfico. 

El asperón

Cortado el paso a los imprudentes ases del volante, también existe la posibilidad de bajarse del coche y acercarse, dando un cortísimo paseo, hasta la esquina del Santuario de la Victoria.

Casi tan emocionante como una persecución con Daniel Craig o sus antecesores es palpar las curiosísimas hendiduras practicadas en esa esquina. Como saben muchos malagueños se trata de las huellas producidas por cientos de cuchillos, facas y navajas a lo largo del tiempo, al aprovechar los usuarios las cualidades de la piedra de asperón.

Piedra de asperón en el Santuario de la Victoria, usado como piedra de afilar A.V.

En suma, que generaciones de malagueños han usado una parte del Santuario de la Patrona como piedra de afilar. No es como bajar escaleras en coche pero la historia es fascinante y está... bien armada. 

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