Crónicas de la ciudad
Segunda oportunidad para la castigada calle Mosquera
Con preciosas vistas de la torre de los Mártires, los mamíferos del grafiti se han hecho fuertes en ella pero obras de reforma quizás terminen desterrando el ganado
Nunca hay que perder la esperanza y no nos referimos a un presidente del Gobierno en horas bajas tras un histórico varapalo sino a calles del Centro Histórico que eran lo más parecido a Dresde en el 45.
Una calle decrépita que ha resurgido, por ejemplo, ha sido la calle Hinestrosa. Hoy cuenta con muchas de sus viviendas restauradas y luciendo pinturas barrocas. Claro que lo que ayer eran modestas casas para inquilinos hoy son apartamentos turísticos y los inquilinos tuvieron que buscarse otros barrios o -no hay que descartarlo visto el percal inmobiliario- quizás otras ciudades.
La casualidad ha querido que en nuestro callejero se entrecrucen las calles Nosquera (un propietario de la Málaga del XVIII) y Mosquera, en recuerdo de uno de los repartidores de la Málaga conquistada por los Reyes Católicos.
Esta segunda ofrece, desde el cruce con calle Nosquera, una preciosa vista de la torre de la iglesia de los Mártires y sin embargo, es una de las más castigadas por los mamíferos del grafiti, bípedos de cerebro rapado que han convertido la estrecha vía, que podía ser una de las más bonitas del Centro, en una diarrea de firmas y frases que sólo pasarán a la Historia universal de la infamia de Borges.
La pena es que la lepra del grafiti también se extiende a casas que han sido restauradas con mucho esfuerzo y dinero por sus dueños.
Ciertamente, ante una inspección atenta a lo ‘grafiteado’ puede incluso que anhelemos la llegada de la inteligencia artificial, vista la poca cosecha de la humana. Quizás, la pintada que mejor define esta moda vandálica de escasas entendederas -por descontado escrita en prestigioso inglés- reza: «Everybody wants to feel love, everybody wants to be adore». Está claro que ese ansia por el reconocimiento está por encima del respeto al patrimonio ajeno y qué decir de un edificio en el que alguien ha dejado una pintada gigantesca contra la policía.
En cuanto a la pintada «Is there any life on Mars?», habría que decirle al autor que su actitud pone en duda la vida inteligente en la Tierra.
Y sin embargo, en esta castigada calle, con el remate de cables selváticos, quién sabe si para cruzarla de liana en liana, hay espacio para la esperanza, pues en uno de los edificios se anuncia su próximo reconversión en diez apartamentos.
Otra cosa será si quedan inquilinos o vecinos antiguos en este purgatorio grafitero pero al menos, la mejora global de la calle quizás destierre este tipo de vandalismos como ha ocurrido con la calle Hinestrosa.
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