Tras 38 de servicio, 25 de ellos dedicados a tratar con los medios de comunicación, Guillermo Alonso (Sevilla, 1967) pasa a la reserva. Un destino más tranquilo que el que ha ocupado en el último lustro poniéndole voz y rostro al Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON), la unidad de élite de la Guardia Civil que no ha dado tregua a los grupos más poderosos del Estrecho por toda Andalucía y con especial incidencia en la Costa del Sol. Disfrutón de su trabajo, generoso, empático, riguroso. Con él casi siempre hay titular, porque siempre contesta.
¿Cómo se meten 38 años de trayectoria en un párrafo?
Es complicado... Una etapa y una experiencia increíble que he tenido la suerte de compartir con profesionales que siempre han tenido un ideario muy claro y la vocación de servir a los demás.
¿Lo mejor?
Ha sido una vivencia extraordinaria por la que muchos pagarían. Gracias a mi trabajo he podido estar en diez mil sitios. La Conferencia de Paz de Madrid de 1991, el Mundial de Sierra Nevada, los Juegos del Mediterráneo de 2005...
Lo peor.
El tiempo que pesé lejos de la familia. A veces sin darte cuenta le prestas más atención al trabajo.
Veinticinco años los ha dedicado a la comunicación. ¿Cómo se abrió esa puerta?
Fue en 1998. Un compañero que sí es periodista, Rafael Pérez, necesitaba apoyo para crear la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de Sevilla y tiró de mí. Le gustó mi perfil. Es curioso, porque yo trabajaba en el Servicio de Información. Pasé de la unidad más hermética a la de comunicación, que es todo lo contrario. Un contraste total. Hasta entonces, prácticamente mi familia sabía que yo era guardia civil. Mucha gente se enteró cuando me casé con el uniforme.
¿Cómo ha evolucionado desde entonces la relación entre la Guardia Civil y los medios?
Un profesor de la academia me solía repetir que en la Guardia Civil el buen paño en el arca se vende, pero es evidente que todo ha cambiado mucho en las dos direcciones. Diría que lo más difícil ha sido a nivel interno. Recuerdo que al principio llamábamos a un puesto pequeño perdido en la sierra para preguntar por cualquier asunto y nos costaba muchísimo obtener información. Esa petición pasaba por toda la cadena de mando y era un proceso lento, pero con el tiempo te ibas ganando la confianza de los compañeros y el trabajo salía con más facilidad. En cuanto a los medios, al principio los periodistas contactaban con nosotros con una precaución y un respeto exagerado. Ahora cualquier medio, pequeño o grande, contacta con una OPC y la relación es más natural.
Ahora somos más pesados.
Qué va. A ver, a mí me han llamado un domingo por la tarde. En plena siesta o a las tres de la madrugada, y sé que a mi familia no le hacía mucha gracia, pero yo nunca me he quejado. Si era por algo importante, intentaba hacer la gestión. Siempre he entendido que mi trabajo era echar una mano a quien lo necesitaba. A veces es inevitable que lo profesional y lo personal se toquen. Yo he atendido a periodistas mientras bañaba a mis hijos cuando eran pequeños. Cuando la mayor tenía 8 años y uno de mis dos móviles sonaba por un suceso justo cuando yo hablaba por el otro, ella lo cogía y le repetía al periodista los datos que me había escuchado dar. Como un papagayo. Más allá de la anécdota, he tenido la suerte de tratar con muchos profesionales y de hacer buenas amistades, algunas muy buenas. Con los dedos de una mano cuento los conflictos que he podido tener durante todos estos años.
¿La etapa del OCON de estos últimos años ha sido la más intensa?
Los inicios en la OPC de Sevilla con Rafael Pérez y el teniente coronel Roldán fueron muy bonitos, muy intensos también, pero es verdad que el ritmo de esta última etapa ha sido vertiginoso. Rara era la semana que no teníamos una operación importante.
Muchas veces en varias provincias y municipios a la vez. ¿Cómo se organizaba para atender a tantos medios?
Con días muy largos. Trabajando mucho y también con el apoyo de las OPC de cada provincia.
El Plan Carteia arrancó en el Campo de Gibraltar, pero terminó barriendo toda Andalucía.
Contábamos con ello y fue parte del éxito. La presión ejercida en el Estrecho obligó a las organizaciones a buscar opciones marítimas hacia el este (Costa del Sol, Granada, Almería), pero también por Huelva y Sevilla por el Guadalquivir.
Otra anécdota.
En la última operación que estuve. En un registro encontramos debajo de una cama casi medio millón de euros en billetes de 50 dentro de bolsas de Mercadona. Cuando la chica que vivía en la casa nos vio recuperándolo, dijo a la comitiva judicial mientras nos señalaba: «¡Esto me lo han puesto ellos!». Nosotros le dijimos que si tuviéramos ese dinero no estaríamos allí (risas).
¿Qué le seduce más? ¿Prensa escrita, televisión, radio?
Cada uno tiene su encanto y su horario. Los diarios online son la forma más inmediata de acceder a la información. Quizás la prensa escrita es la que más encanto tenga, pero valoro mucho la radio. Siempre le damos más importancia al impacto de la imagen, pero narrar bien una historia con la voz es muy difícil, tiene muchísimo mérito.