A mí todo lo malagueño me pirra porque, como nacido en esta ciudad y vecino de la misma, estoy obligado a defender lo nuestro, como, por ejemplo, nuestros vinos, especialmente los que nos han dado fama en el mundo. En la Rusia de los zares, el vino Málaga estaba exonerado de pagar los derechos de aduana; ahora, con Putin al frente del país, creo que no goza de ese privilegio, claro.
Nuestros vinos, los dulces especialmente (los secos, rosados y licores, los aparco de momento), han tenido gran difusión en épocas pasadas.
En el Centro de Europa y de forma especial en los países nórdicos, los vinos de Málaga se vendían muy bien. Ahora creo que menos, porque han cambiado los gustos o porque «no sabemos venderlos». Los autotitulados ‘expertos’ tienen la palabra.
Un alcalde de Málaga (creo que fue Pedro Aparicio), que no era malagueño pero que se vinculó a nuestra tierra desde que ejerció la Medicina primero y después la política hasta su jubilación, tuvo el detalle de dar a las nuevas calles que iban surgiendo en la zona conocida por Mangas Verdes, nombres de los vinos de la Denominación de Origen Málaga. Sin recurrir al callejero, en la zona reseñada están las calles Moscatel, Málaga Oscuro, Pajarete, Málaga Dorado, Málaga Oloroso, Lágrima… y algunos más. El Ayuntamiento ha contribuido a perpetuar en el callejero algo tan representativo como nuestros vinos. Me detengo precisamente en el último citado, la variedad Lágrima. En algunas bodegas se inclinaron por el latín para mayor empaque: Lacrimae Christi.
Su elaboración
Yo no estaba en el mundo de la comunicación (tendría 17 o 18 años) cuando me interesé precisamente por el vino que casi todas las bodegas de Málaga de la época (Mata, Krauel, Rein, Quitapenas, Guardia, Carrasco y Benítez, Scholtz Hermanos, Barceló, Jiménez & Lamothe…) elaboraban y comercializaban con llamativas etiquetas en las que se tradujo al español Lacrimae (quedó entonces Lágrima Christi) y en las tabernas, simplemente Lágrima.
Quise saber por qué esa variedad se denominaba Lágrima Christi. Se lo pregunté al factótum de las bodegas Guillermo Rein, Antonio Arjona. Las bodegas estaban en la calle Salitre, lindando con la Escuela de Especialistas de Aviación.
Me facilitó una copia sobre los vinos Málaga con sus características, uvas utilizadas, graduación, colores predominantes de cada variedad, exportación, consumo…, pero por desgracia perdí aquel documento que me hubiera venido muy bien a la hora de redactar estas líneas. Pero lo que sí me quedó grabado es la elaboración y el porqué del Lágrima.
La tradición del Lágrima cuenta cómo se obtenía el vino denominado Lacrimae Christi. Las uvas utilizadas eran de las variedades Pedro Ximénez y Moscatel de Alejandría.
Los racimos se colgaban de unos cordeles sujetos en dos soportes. Las uvas, sin manipulación alguna, iban destilando gota a gota el zumo, que caía en un recipiente colocado bajo los racimos. De ahí la elección de «lágrimas de Cristo». Al contarme Antonio Arjona con todo detalle la elaboración del preciado vino no ocultó una sonrisa que daba a entender que esa técnica era la que regía cien o doscientos años antes, y que en pleno siglo XX (ahora estamos en el XXI) la técnica había cambiado. Sus palabras finales fueron muy técnicas y delicadas. Algo así como la primera prensada de las uvas.
Hay que vender el producto
En capítulo publicado en estas mismas páginas, comenté que Málaga no sabe ‘vender’ lo que tiene. Es aplicable a nuestros vinos. Nuestros vinos no son para copear sino para degustar con tranquilidad, sin bulla, saboreándolo, bien solo o acompañado de una tarta de chocolate o nata… o como se consume en las tabernas típicas de Málaga, con conchas finas, gambas o mejillones. Aunque a alguien le puede parecer incompatible el vino dulce con un molusco aderezado con limón y pimienta, que lo pruebe.
¿Cómo se pueden ‘vender’ los vinos Málaga?
Ahora, no lo sé, pero cuando abrió el Museo de Artes Populares con entrada en el pasillo de Santa Isabel y hoy por la plaza Camas, al terminar la visita guiada, como despedida, se invitaba a los visitantes a una copa de vino Málaga; la misma costumbre existía (no sé si se mantiene), durante la visita al Museo del Vino en la plaza de las Biedmas, que finalizaba con una copa de vino a elegir entre las distintas variedades, con la posibilidad de adquirir una botella. En El Pimpi, que no necesita aclaración del lugar donde está, un vendimiador extraía de un barril un vino de Málaga que escanciaba en una copa.
En los cientos de restaurantes y chiringuitos de Málaga, tanto del interior como de los paseos marítimos del Este y Oeste, al finalizar los almuerzos se obsequia a los comensales con un chupito de… ¿Por qué no una copita de Pajarete, Guinda, Lágrima, Pedro…?
En Málaga se celebran cada año cientos de congresos, simposios, reuniones de profesionales de la Medicina, Abogacía, Urbanismo, Economía y otros; recepciones, bienvenidas, despedidas… ¿hay en estos eventos vinos de Málaga? Pues que los haya.
Un éxito
Hace varios años, en el Real Club Mediterráneo se celebró una reunión de la Asociación de Clubes Náuticos de España, con asistencia de representantes de casi todos los existentes. Como yo era entonces vicepresidente segundo de la entidad participé en algunas sesiones y en algunos actos en honor de los visitantes.
El presidente del club, Luis Merino, nos sorprendió a todos cuando solicitó al conductor del vehículo en el que nos desplazamos para algunas visitas que se detuviera delante de Casa Guardia para tomar una copa de Pajarete.
Fue un éxito porque los representantes de clubes náuticos españoles lo pasaron en grande y jalearon la popular bebida. Luis Merino, que había sido alcalde de Málaga, sabía ‘vender’ la ciudad.